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Yucatán

Lorenzo Salas González

Cuando la Universidad Pedagógica Nacional impulsó la aplicación del “método” investigación acción participativa fue un éxito, a grado tal que contribuía a la transformación de las comunidades educativas de manera asombrosa. Lo más notable era que de manera libre, diría que espontánea, los educandos adquirían los conocimientos con relativa facilidad. Pero una institución dinámica como la que prohijó tal versión, tuvo que cambiar en breve tiempo su forma de trabajar.

El nuevo proyecto llevó el lema “Todos aprendemos todo de todos” y también fue un éxito, a grado tal que la Universidad Autónoma de Yucatán se liberó de sus ataduras que la mantenían en el pasado y se lanzó a innovar y de camino a liderar los cambios que se daban en el país.

Es más, tuvimos la oportunidad de presenciar los resultados altamente positivos en las sedes universitarias de Chiapas y Veracruz.

A principios de los noventas del siglo anterior, vino un cambio impulsado por el liderazgo del SNTE, el cual firmó un acuerdo con la SEP, encabezada en aquel entonces por Ernesto Zedillo Ponce de León. Todo parecía indicar que la educación tenía un buen rumbo. La estrategia era acertada y funcionaba bien. Le llamaron “Carrera Magisterial” y estaba dirigido a hacer que los docentes con grupo percibieran un ingreso muy cercano al de los directores, que era muy respetable.

Tal vez un ejemplo sirva para ilustrar el caso. En Yucatán el primer año –1994, si la memoria no falla—, presentaron el examen o evaluación 900 profesores y lo aprobaron 90. Destaquemos que el aumento salarial correspondiente acumulado fue de alrededor de 70 mil pesos, cantidad que fue recibida en el mes de junio de ese primer año escolar. A partir de ahí, al ver el profesorado que sí se cumplía lo prometido y que además se hacía en forma honesta, la inscripción para el examen del siguiente año fue de varios miles. ¡Se había encontrado el vellocino de oro!

Pero la ambición rompe el saco. Los directores de escuela empezaron a exigir que también ellos participaran en la Carrera Magisterial, lo cual fue apoyado por la dirigencia del SNTE. Y lo consiguieron. La diferencia alcanzada por los maestros de grupo se perdió y el estímulo se fue desvaneciendo. La rutina cayó encima de los antes entusiastas profesores, aunque estos aumentos salariales permitieron a la Profa. Elba Esther Gordillo Morales un gran control sobre una inmensa mayoría del magisterio, a grado tal que hasta aspiró a ser presidenta de la República e intervino en las más altas decisiones que se tomaron en aquel entonces, ya en este siglo. Sólo la cárcel, adonde la envió Peña Nieto, pudo frenar las ambiciones de “la Gordillo”.

Entre los planes del gobierno de la 4ª Transformación, está crear un Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros, pero queda claramente establecido que la rectoría será del Estado y no del sindicato, tal vez en prevención de lo sucedido entre fines del siglo anterior y principios de éste.

Todos esperamos y deseamos que así sea.

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