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Jesús derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros, murió y resucitó; también nosotros, a semejanza de Cristo, no nos cansemos de amar; no creamos que ya hicimos mucho; mientras hay vida, hay tarea, hay misión de amar y habrá mucho que podamos hacer, así es que adelante, a seguir amando según el modelo de Cristo, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, en la misa de confirmación que ofició en la iglesia catedral.

Advirtió que nuestros sentimientos “a veces nos engañan, nos entorpecen, pero el amor del bueno está plasmado en la cruz del Salvador y ahí está el modelo: “Les doy un mandamiento nuevo, ámense como yo los he amado”, añadió.

El prelado recordó que “el domingo pasado escuchamos cómo Pablo y Bernabé fueron enviados a una misión; ahora hemos escuchado el recorrido que hicieron, las ciudades que fueron evangelizando y cómo regresaron de Antioquia, lugar al que fueron enviados y reunieron a la comunidad para platicarles la experiencia misionera.

Aunque no hables de Dios de una manera expresa, tus obras hablan de tu fe y la estás predicando aún sin predicarla verbalmente; la vida de la iglesia continúa”, señaló.

Luego explicó que “en la segunda lectura del libro del Apocalipsis continuamos viendo todo lo que contempló el apóstol San Juan en sus visiones. Ahora contempla a la nueva Jerusalén, que baja desde lo alto, engalanada como una novia que se va a encontrar con su esposo. ¿Quién es la novia? Todos nosotros, todos los hombres y mujeres de buena voluntad, todos los miembros de la iglesia pertenecemos a este pueblo que es la novia, con la que el esposo, el hijo de Dios, quiere hacer alianza eterna de amor; es una bella imagen que tiene San Juan y además dice todo llanto, tendrá consuelo, toda lágrima será enjugada.

¿A quién no se le antoja una vida así, de perpetua contemplación? Aquí no podemos verlo con claridad ni toda su gloria ni todo su poder, con la fe conocemos muchas cosas de Dios, pero en la gloria lo veremos cara a cara y seremos plenamente felices, como dice santa Teresa, sólo Dios basta. Aquí lo decimos, pero allá (en la gloria) entenderemos que sólo Dios basta.

En el evangelio de san Juan nos regresamos a la última cena, ya ven que hemos hablado de pasaje de la resurrección de Cristo, nos regresamos a la última cena, en el momento en que Jesús les da a los apóstoles el mandamiento nuevo: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado”.

¿Por qué nos regresamos a la última cena? Es que los apóstoles nunca hubieran entendido ese mandamiento, sin contemplar la muerte y la resurrección del Salvador. Qué tanto amas tú, qué tanto amó yo; hay gente que dice: “yo amo demasiado, me salen debiendo todos” y no es cierto; nunca amar es demasiado; si alguien cree que ama demasiado, es que no está amando bien: si alguien cree que ama demasiado, es que a lo mejor no se está dando a respetar o no se quiere a sí mismo: nunca se ama demasiado, solamente podremos imitar el amor de Cristo si amamos hasta la muerte, si amamos hasta darlo todo; por eso digo que solamente entendieron los apóstoles el mandamiento nuevo, hasta que supieron que Jesús derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros y murió y resucitó; también nosotros, a semejanza de Cristo, no nos cansemos de amar: no creamos que ya hicimos mucho; mientras hay vida, hay tarea, hay misión de amar y habrá mucho que podamos hacer. Así es que, adelante, a seguir amando según el modelo de Cristo”, concluyó.

(Víctor Lara Martínez)

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