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Pilar Faller Menéndez

Eliezer Wiesel, nacido en el año de 1928,? fue un escritor de lengua yiddish y francesa, de nacionalidad estadounidense, que sobrevivió al horror de los campos de concentración nazis, y que en sus escritos se dedicó a hablar sobre el Holocausto, con la intención de evitar que tal barbarie volviera a repetirse en el mundo.

Sobre la indiferencia, escribió algo muy significativo que me permito compartirles: “En cierto sentido, ser indiferente al sufrimiento es lo que deshumaniza al ser humano. A fin de cuentas, la indiferencia es más peligrosa que la ira y el odio. A veces, la ira puede ser creativa. Uno escribe un hermoso poema, una magnífica sinfonía. Uno crea algo especial por el bien de la humanidad, porque está enfadado con la injusticia de la que es testigo. Pero la indiferencia nunca es creativa. Incluso el odio, en ocasiones, puede suscitar una respuesta. Lo combates. Lo denuncias. Lo desarmas.

La indiferencia no suscita ninguna respuesta. La indiferencia no es una respuesta. La indiferencia no es un comienzo; es el final. Por tanto, la indiferencia es siempre amiga del enemigo, puesto que beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica cuando la persona se siente olvidada. El prisionero político en su celda, los niños hambrientos, los refugiados sin hogar… No responder a su dolor ni aliviar su soledad ofreciéndoles una chispa de esperanza es exiliarlos de la condición humana. Y al negar su humanidad, traicionamos también la nuestra. Por tanto, la indiferencia no es sólo un pecado. También es un castigo”.

Este fragmento es la mejor definición sobre lo que realmente es la indiferencia que describe una actitud por la que muchos han optado, cuando nos encontramos viviendo en la actualidad en un mundo que se alimenta de violencia y de abusos y nos encontramos como simples espectadores cuando no deberíamos ser indiferentes a ninguna miseria moral o económica.

Sin embargo, permanecemos indiferentes a estafas que han generado la ruina de tantas familias, a una violación que ha sido perpetrada con alevosía, a los despidos masivos, a la violencia a la que están sometidos los inocentes, a la corrupción que nos rodea y acecha por todas partes, y nos quedamos esperando que alguien más resuelva estos problemas, porque faltando a nuestra ética humana, pensamos que no nos conciernen.

No nos damos cuenta de que mientras exista la mentira, el abuso, el sufrimiento, la tortura, el robo y la miseria, no podemos navegar con la bandera de la indiferencia, porque es así como alentamos al perpetrador a continuar matando y destruyendo una paz que nos corresponde y de la cual debemos ser guardianes.

Debemos constituir una sociedad más proactiva que apoye la cultura de la denuncia, que promueva y eduque sobre lo que está bien y lo que está mal, pero sobre todo, a que sea una sociedad más involucrada en los problemas por los que pasamos, aunque no sean éstos nuestros, debemos mostrar solidaridad hacia los que sufren y se encuentran vulnerables, solamente de este modo saldremos de la oscuridad en la que nos refugiamos y haremos que la indiferencia no se propague y nos devuelva nuestra humanidad.

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