Víctor Salas
De pronto siento que las palabras en Yucatán son dichas así nada más, es decir, expresadas, sin detenerse a pensar en el significado de ellas. Por ejemplo, alguien que escribe el programa de mano de nuestra Orquesta Sinfónica dice “ser referente en el Estado”, sin detenerse a pensar que ese vocablo implica una totalidad geográfica, política y humana; pero esa palabra es emitida o escrita cuando el emisor se encuentra inamoviblemente en un sólo punto de dicha geografía y difícilmente ha conocido todo el límite territorial de nuestra Entidad.
En los programas de mano de nuestra orquesta, en una de sus secciones podemos leer que “esta joven orquesta es ya un referente cultural y social en nuestro Estado”. Esa afirmación me resulta desmesurada, porque en los proyectos de la OSY nunca ha estado el llevar su presencia a nuestro Estado que se encuentra constituido por 106 municipios. En este sentido, ¿a cuántos municipios de Yucatán ha ido la OSY en sus 15 años de vida artística?
Escasos, y esta realidad imposibilita que sea un referente cultural y social en nuestro Estado, que pasa ya de los dos millones de habitantes. La verdad sea dicha, nuestro pueblo, el urbano y el rural no conoce a la OSY, no sabe de su existencia; y es sencilla la respuesta, un ciudadano del campo o del interior no tendría para pagar un boleto para escuchar a esa agrupación y los informes acerca de ella no son de su prioridad. Y, dicho sea de paso, a los directivos de la agrupación musical, tanto artísticos como administrativos les molesta la sola idea de tener que abandonar el TPC y tocar en algún otro lugar, en algún pueblo.
Esa actitud crea una lejanía entre población y sociedad musical y provoca que la historia no atienda al sinfonismo como es debido, porque lo que tiene valor para esa ciencia social es lo relacionado con la vida del hombre marginado al que se le dificulta el contacto con las capas de una sociedad depurada. Doy un ejemplo: ¿Por qué a la Madre Teresa de Calcuta le dieron el Nobel?, ¿porque atendía a los ricos o a los pobres? La respuesta es la segunda.
Muchos de los que han recibido los más importantes premios internacionales lo han logrado porque su trabajo lo han enfocado hacia la sociedad, no hacia una élite o a un grupo de ella.
En contraste a ese calificativo retórico de la OSY de ponerse como referente en Yucatán, sin haber estado en cada una de las partes constituyentes de nuestra geografía, transcribiré unas palabras del periodista Mauricio Rábago Palafox, escritas en el semanario Proceso, al respecto de las actividades de la Sinfónica de Acapulco.
Dice así: “La numeralia de la Orquesta es impresionante: en estos 21 años, más de 1,600 conciertos (la mayoría dirigidos por Eduardo Alvarez, su director), casi dos millones de Kms. recorridos por todos los municipios de Guerrero, pues la orquesta no toca solo en su sede (el Teatro Juan Ruíz de Alarcón de Acapulco). Más de un millón 800 mil personas de público, además se han presentado en muchos otros Estados de la República y tienen en su haber cuatro grabaciones digitales con obras musicales de las ocho regiones de su Entidad”.
Indudablemente eso es hacer historia, historia que trasciende al lugar de origen la Orquesta Filarmónica de Acapulco; su función es clara, atender a la raíz de su árbol que es el pueblo guerrerense.
Para que la OSY pueda tener el sustento para decir que es “un referente para la sociedad y el Estado de Yucatán”, deberían de comenzar a emular a la OFA. De otro modo, sus palabras quedan sin sustento, sin significado real.
Sería bueno que el entusiasta y joven Gobernador Mauricio Vila le pida a la OSY que, a cambio de los millones que le otorga, lleve sus atriles a todos los pueblos de la Entidad.