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Yucatán

José Trinidad Aranda Un viaje por la música

El pasado sábado 4 de mayo tuve la oportunidad de asistir al primer evento artístico, organizado por el Centro Cultural Cansahcab, cuyo fundador y director general es el profesor Miguel Vega Loría.

El acto, parte de un programa denominado “Sábados Culturales”, fue publicitado a través de la página de Facebook del Centro, medio por el cual me enteré y desde luego me apunté para asistir a las 20:00 horas.

Sin embargo, las particulares condiciones climáticas del fin de semana estuvieron a punto de dar al traste con los planes ya organizados, pues una amenaza de lluvia se cernió sobre el pueblo, por lo que por un momento dudé en asistir, pero el deseo de ver y oír lo que ahí sucedería fue más fuerte y arrostrando el peligro de quedar empapado por el aguacero me dirigí a la cita, un poco tarde, pero a tiempo para disfrutar de un bonito espectáculo.

Y es que la invitación era difícil de rechazar, pues el puro título de “Canciones Mexicanas en Voz y Guitarra”, era suficiente anzuelo para quien, como yo, disfruta de lo más acendrado de nuestra música tradicional mexicana.

Así las cosas y al aclarar mi retraso a causa de la ligera lluvia que por ratos amenazaba volverse diluvio, llegué en el momento en que el maestro Eduardo Zarracino, interpretada con su voz de tenor aquella canción inmortalizada por Pedro Infante, titulada “¿Qué te ha dado esa mujer?”, acompañado por la guitarra -que para mí fue toda una revelación.

Al primer contacto sonoro con ese ensamble mi impresión fue, por un lado, la confirmación del talento del maestro Zarracino, quien ha sabido contagiar su entusiasmo, pero también sus amplios conocimientos musicales a varios grupos de niños que han triunfado en los foros en que se han presentado, tanto en nuestro país, como en el extranjero, mi convicción es que no podía ser de otro modo, teniendo la guía de un maestro con el talento de Zarracino.

Los alumnos necesariamente están destinados a triunfar, además de que su natural inclinación al arte los hace “materia dispuesta” para alcanzar tales alturas.

Por otro lado, la revelación que significó para mí el conocimiento y la apreciación del arte del maestro Santos Cutz, -cansahcabeño de pura cepa-, fue una muy agradable sorpresa, pues su ejecución magistral de la guitarra en el aspecto técnico y su manera parsimoniosa de desempeñarse en el escenario, hacen una especial combinación de talento y humildad que permite que lo que se disfrute sea la música, que como bien dijo Zarracino durante la presentación de una de las canciones -y guardadas las debidas proporciones- nos trajo a la memoria el estilo inconfundible de la guitarra mexicana de Antonio Bribiesca.

El programa fue armado, a mi juicio, de una manera muy especial como suele decirse: “traía plan con maña”, pues comenzó con canciones en estilo de huapango, como “Cielo Rojo”, “Deja que Salga la Luna”, un breve cambio con la ya citada “Que te ha dado esa mujer”, para seguir luego con “El Pastor” y a partir de ese momento el recorrido musical siguió con “La Borrachita”, de Tata Nacho y “La Llorona”, en la cual se tuvo la participación de dos alumnas del Centro Cultural, Alondra y Libni, quienes tuvieron una muy buena actuación.

A esas alturas del programa, el auditorio estaba totalmente entregado a los artistas, quienes generosamente ejecutaron con maestría los clásicos temas yucatecos: “Nunca”, “Peregrina”, “Pájaro Azul” haciendo mención Zarracino del doble nacimiento de Pepe Domínguez, -autor de ésta última canción-, su nacimiento biológico en Dzidzantún y su nacimiento artístico en Cansahcab; ya en la línea de las canciones siguió en el programa “Costumbres”, de Rubén Darío Herrera, canción cargada de nostalgia y tradición con la cual el público estaba más que extasiado, situación que aprovechó Zarracino, -quien por cierto es Director Artístico del Centro Cultural Cansahcab-, para luego de una breve transición con la canción “Amapola” de Humberto Lecuona, llevar al público fuera de México con una excelente interpretación de “Parla Piu Piano”, tema de “El Padrino”, la cual cantó en italiano y español y seguidamente el viaje musical aterrizó en Nápoles al interpretar acompañado también, además de la guitarra del maestro Santos, por la niña Susana en la viola.

Para cerrar el programa Zarracino, quien no deja su vocación docente en ningún momento, pues aprovecha todos para explicar el origen de las canciones y sus requerimientos técnico-vocales, interpretó “Cucurrucucú Paloma”, con gran sentimiento y emoción.

Al final el diluvio no se presentó, tal vez las nubes quedaron pasmadas con el despliegue de talento, emotividad y amor por la música de los maestros Eduardo Zarracino, Santos Cutz y de sus alumnos que les acompañaron en el escenario.

Más que satisfecho y entusiasmado salí del Centro Cultural luego de haber saludado a los artistas y felicitado al profesor Miguel Vega Loría, deseándole el mayor de los éxitos en estas actividades, y mientras caminaba por la calle, observando las blancas albarradas, un añoso flamboyán cercano y las sombras ya apenas sugeridas de varias matas de huano, semiocultas en la penumbra, sentí el olor de la tierra mojada y escuché el canto de los grillos, que rebotaba apenas perceptible sobre el silencio de la noche del pueblo, entonces descubrí que traía una sonrisa en el rostro.

 

 

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