YAXCABA.– En esta zona milpera, una de las más extensas del Estado, los productores están “desesperados” porque las lluvias están atrasadas, no han sembrado y la cosecha de este año corre riesgo.
Los pocos que sembraron desde mayo han perdido todo, porque el sol quemó las plantas.
De acuerdo con las estadísticas oficiales de Sader (antes Sagarpa), el municipio de Yaxcabá registra una superficie de 6,300 hectáreas destinadas a la milpa, es una de cuatro más grandes en la Entidad.
Los productores de milpa suelen sembrar en mayo, cuando inician las lluvias, para cosechar en septiembre u octubre.
Sin embargo, este año muy pocos sembraron en ese mes, cuando llegaron las primeras lluvias y son los que han perdido sus siembras, ya que no ha vuelto a llover con intensidad y los cultivos se quemaron con el intenso sol.
La mayoría ha estado esperando las lluvias abundantes para sembrar, pero las precipitaciones no han llegado, por lo que están preocupados por lo que les depara el fin de año y el próximo sin cosechas.
POR ESTO! recorrió ayer la zona milpera de este municipio al Sur-Oriente del Estado y acompañó a algunos productores en su actividad, quienes expresaron con preocupación el efecto que trae el retraso de las lluvias: “¿Qué vamos a hacer? No salimos a trabajar, nosotros de esto vivimos y comemos, ¿qué va a pasar?”, se preguntaron.
Muy atrasada
“Hace un año para estas fechas sembré en mayo y ya habían retoñado el maíz; ahorita lo que ha retoñado es la hierba, la maleza silvestre que crece con o sin lluvia, esa con tantita agua reverdece.
“No he sembrado, sigo esperando que caiga la lluvia, pero nada. La mayoría así estamos por acá, esperando que caiga la lluvia; lleva unas 3 semanas de retraso; véalo se está acabando junio y no he sembrado. Lo que hice hoy fue echar líquido para controlar la maleza. Mucha nube blanca hay en el cielo, pero no cae, la nube debe ser negra para que traiga abundante lluvia”, expresó Emilio Ek Avila, productor y ejidatario en Libre Unión, Yaxcabá.
Recordó que hace un año cosechó una tonelada de maíz en las 2 hectáreas que trabaja hacia Xtojil, pero este año si no hay siembra, si no hay cosecha, será un año muy difícil para enfrentar los gastos de alimento y medicinas para su padecimiento del riñón.
Ek Ávila espera que caiga el agua para sembrar las 2 hectáreas, tiene lista la semilla y se arriesgará, a sabiendas de que las lluvias se detienen en septiembre y que su cosecha podrá verse afectada.
“En la milpa que trabajo hay monte bajo, ya no hay montes altos, es de tierra negra y sólo permite sembrar maíz, porque con dificultad se logra la calabaza o los ibes. Esta siembra es para mi consumo, y para venta, si me da bien, pero sin lluvia parece que va a estar difícil; también está difícil para los que ya sembraron; hay quienes ya sembraron y se les murió, se les quemó con tanto sol y nada de lluvia; se necesita una lluvia abundante, no llovizna”, relató.
Comentó que entre 250 y 300 productores de la zona se encuentran en la misma situación y aunque el apoyo de Bienestar para el Campo, antes Procampo, llegó a tiempo, con 1,600 pesos por hectárea, es lo que están gastando en mantener listo el terreno para la siembra, pero tampoco rendirá para comer hasta el próximo año.
Todos en la milpa
Otro productor explicó que la lluvia que podría salvar la siembra de la milpa es un aguacero fuerte, intenso, que deje mojada la tierra y así la semilla aguanta hasta 5 días sin lluvia y germina, pero lamentó que esta lluvia no se haya presentado.
A bordo de su triciclo, cargado con su sabucán y la bomba de fumigación, coincidió con que la mayoría no ha sembrado, y quienes sí lo hicieron han perdido la cosecha.
“No ha llovido, desde mayo no cae una buena lluvia, mucha gente sembró en Yaxcabá, pero se secó porque no hay lluvia. El año pasado fue bueno, para esta fecha todo estaba sembrado. Ahorita estamos desesperados porque llegue la lluvia, todos los días vamos a rociar líquido y dejar limpio por si cae la lluvia al día siguiente sembrar, pero nada.
“Si se tarda más la lluvia, la siembra se va a atrasar y es cuando los animales se lo comen o los pájaros lo pican cuando germina; hay una gran preocupación porque se ha atrasado, hay riesgo que nos quedemos sin nada”, comentó.
Aunque el pronóstico del clima advierte que una onda tropical se aproximará a la península mañana jueves, el hombre de campo respondió con parquedad: “Ya no confiamos en eso. Dicen que viene tormenta de un lado y tormenta del otro y al final se desvían y nos quedamos sin una gota de agua, nada y nosotros sin sembrar. Tiene que llover fuerte, abundante, para que moje la tierra como para dejarla húmeda y nos 5 días y así germina”, insistió.
Recordó que el año pasado cosechó en 70 mecates 140 saquitos de 30 kilos cada uno.
“El año pasado sembré en mayo, fue buena época. Acá los milperos del ejido ya somos gente mayor, los que nos dedicamos a esto de siempre, pero ahora somos más los preocupados y desesperados porque nos dieron el Procampo y vino el supervisor a decirnos que se iba a dar el dinero, pero se va a verificar que se haya sembrado y ahora sí todos le entraron a la milpa; por eso se ve tanto terreno limpio y quemado, porque hay una lista de los que deben sembrar porque recibieron el apoyo de Procampo; antes no era así, antes venía el supervisor y se ajustaban con él; ahora no, ahora debe de comprobarse quién sembró y si no, debe devolver el dinero”, dijo.
Perdido
Desde la carretera de Libre Unión a Canakom, en Yaxcabá se observan los terrenos limpios y listos para la siembra de maíz, pero no hay muestras de que las semillas hayan germinado.
Entre el monte de Canakom se organizaba la familia González Canché, cuyos integrantes sembraron 4 hectáreas de maíz en mayo y todas las perdieron por falta de lluvia.
Ayer recogieron las cañas de maíz secas para vender el saco en 15 pesos para quien engorda ganado, ya que no hay otra forma de obtener ingreso y esperan que la lluvia caiga para poder resembrar una mínima parte.
“Sembramos 4 hectáreas y se murieron, porque la lluvia va muy atrasada, si llegara a caer hay que sembrar, pero se trataría mucho, porque la lluvia se tranca en septiembre y ya no desarrollaría igual, no se lograría. Sembramos el 1 mayo y lo perdimos, solo llovió dos días y se detuvo; lo que ha crecido es la hierba, pero el dinero no alcanza para mantenerlo listo para sembrar otra vez”, dijeron.
José Calixto González Moo había recibido cada año el apoyo de Procampo, pero este año en el Cader de la Sader en Sotuta, le informaron que no ha llegado su pago.
“Hemos perdido la siembra, no me llegó el apoyo que dicen que debe llegar, ya hice mi solicitud de fertilizante, de líquido, mi Procampo que siempre había llegado y nada, pregunté en Sotuta, en el Cader, pero una señorita Ángeles me dijo que esperara a que llegara, pero nada que llega y cada año me había llegado, me apoyaban con 1 hectárea y dijeron que podrían apoyar más al que más sembrara y le ayudarían con líquido o fertilizante, pero nada”, dijo.
Para esta familia este año ha sido más difícil por la caída que tuvo José Calixto cuando trabajaba en una obra de construcción, lo que le ha impide retomar esa actividad; ahora sólo trabaja en el campo con su familia, sin tener opción de complementar su ingreso.
“Lo que hacemos es seguir, no detenernos, hay que seguir y hoy levantamos las cañas de la milpa, ya no tienen mazorca y lo vamos a vender a uno que lo usa para sus animales, vendemos a 15 pesos el saco”, dijo.
Gloria Canché Ek, su esposa, y el joven hijo Xabreu ayudan al trabajo de campo y entre todos acomodan los sacos en las dos bicicletas para regresar a casa.
En la carretera se observa al padre e hijo cuando pedalean y guardan el equilibrio con los bultos y a lo lejos la madre camina para regresar a casa.
Es su alimento
Al igual que estos productores, miles de milperos han estado esperando las lluvias para la siembra y otros han enfrentado la sequía, en contraste con la temporada pasada.
En Yucatán más de 104 mil hectáreas se destinan a la siembra de maíz de temporal, es decir, dependen de las lluvias para lograr las cosechas, y ante la falta de precipitaciones, miles de productores se encuentran a la expectativa.
La cosecha de estas tierras significa para los productores casi 80 mil toneladas para su consumo, su alimentación hasta el próximo año. Sin lluvia es genuina su desesperación.
(Verónica Martínez)