TEMOZON, Yucatán, 4 de junio.- Padeciendo una discapacidad desde los 8 años de edad, Rosenda Yam Hau es una viuda de 67 años de edad, oriunda de la villa de Temozón.
Es una persona admirable, por el valor que tiene de salir adelante a pesar de las adversidades, de su discapacidad, es bella persona con un gran sentido del humor.
Escribe y canta canciones de su propia inspiración, optimista, trabajadora; se dedica a los bordados de hilo contado, urdidora de hamacas, además es reconocida sobadora y curandera de enfermedades tratadas a base de plantas medicinales.
Es hija de don petronilo Yam Dzib y Celsa Hau Pomol; se casó con Adalberto Chan Cupul (+), quien lleva 22 años de fallecido. La señora Rosenda comenta: “Mi difunto esposo se casó conmigo cuando tenía 22 años de edad , a él no le importó mi discapacidad, tengo 5 hijos sin problemas de salud.
Para entrar a mi casa tengo que subir 12 escalones, ya se imaginan; me las ingenio. Ya me acostumbré, subo y bajo sin problemas.
Mi silla de ruedas es compañera fiel para mis salidas al pueblo (bromea doña Rosenda); lo utilizo para ir a misa, a pasear y a comprar. Mayormente mis nietos son los que me llevan arrastrada en la silla. Fuimos muy pobres mi mamá me “regaló” tres veces con Don “Lito” Dzul, con Mi abuelo de Popolá don Juan Bautista Hau y mi tía Petronila Hau Pomol, que vivía en El Cedral (Quintana Roo). Gracias a mi mamá aprendí a trabajar desde muy chiquita”.
–¿Sabe usted leer y escribir?
–Sí, a la edad de 55 años concluí mi educación secundaria en el INEA del aquel entonces; fui la alumna más “ viejita” del salón”
–¿Qué le hubiera gustado ser en la vida?
–Ser maestra de educación primaria del medio indígena bilingüe; me gustaría enseñar maya y español a los niños.
–¿Casos especiales en su vida?
–Un primero de marzo del 2017 se reunieron todos mis hijos y mis nietos y me trajeron una serenata, momentos inolvidables de vida. Nunca los había visto a todos juntos como ese día, me emocioné mucho, y cuando llega de vez en cuando una familia que viene del Estado de Tabasco, que son muy caritativas, cada vez que llegan, me regalan ropa nueva para estrenar y me siento muy agradecida con ellos”.
–¿Palabras de aliento?
–Algunos se desesperan cuando se hunde el barco; yo lo que hago cuando el barco se hunde es nadar para poder flotar. A pesar de las adversidades que se me presentan y mi condición de ‘minusválida’, jamás me rindo; me enfrento a los problemas y siempre estoy luchando para salir adelante, no me dejo”.
–¿Cómo nace su don de curar?
–Nació cuando mi hijo, el más pequeño, se enfermó y no sanaba... yo iba mucho con las yerbateras. Una noche, en un sueño me dijeron unos ángeles qué yerbas debo darle a mi hijo para que sane. Amaneció, preparé la medicina y se lo di para que tomara, y con eso, santo remedio, mi bebé se curó”.
–¿Enfermedades que cura?
–Pasmos, enfermedades de los niños, el mal del ojo, el pasmo de la sangre (esto ocurre cuando los niños no tienen apetito para comer).
–¿Cuánto cobra por sanar? –Yo sólo ayudo a la gente pobre; sólo cobro 50 pesos por las medicinas.
–¿Qué plantas utilizas para curar ?
–Utilizo varios brebajes hechas de yerbas nativas para tomar, para untarse o bañarse. Las plantas las tengo en mi solar o los van a buscar en el monte, como la ruda, albahaca, las hojas del pixoy, epazote y otras más.
–¿De dónde vienen los pacientes?
–De los pueblos de Xuch, Popolá, Playa del Carmen (Quintana Roo) y de acá de Temozón. Pacientes que atiendo en mi domicilio ubicada en la calle 7, frente la carpintería de don Martín Díaz, de la colonia Vicente Guerrero de esta villa de Temozón.
“Gracias por haber llegado hasta mi humilde vivienda para esta entrevista para el periódico POR ESTO! Espero que les haya servido de algo mi experiencia de vida, saber que a pesar de cualquier condición de que uno esté, con la fe de Dios y voluntad propia, siempre se sale adelante”, concluyó nuestra entrevistada.
(Federico Osorio)