En una distendida rueda de prensa efectuada en un hotel de la ciudad, los cinco protagonistas de la ópera Cavalleria Rusticana, de una manera u otra, desmenuzaron los personajes que encarnan y las pasiones que envuelven a cada uno de ellos, que, a fin de cuentas, ayer u hoy siguen siendo las mismas, según palabras de los mismos intérpretes.
Eugenia Garza, Lydia Rendón, Linda Saldaña, Rodrigo Garciarroyo y Jesús Suaste, con simpatía, buen humor y con uno que otro chascarrillo, nos hicieron saber los pormenores de sus interpretaciones y de la calidad de la obra y la música; pidieron encarecidamente a los medios de comunicación que digan al público estos detalles motivacionales para un mayor éxito de la temporada de ópera en Yucatán.
Los cantantes hicieron un reconocimiento a la maestra María Eugenia Guerrero, quien dirige el Taller de Ópera Yucatán y que presentará ahora a 40 cantantes, entre los que destacan tres o cuatro voces de sopranos con gran futuro.
Por su parte, la maestra Guerrero señaló que Cavalleria Rusticana es lo perfecto de lo perfecto porque tanto las voces como la partitura tienen todos los colores, todos los matices melódicos que la hacen incomparable y quizá insuperable. Cavallería es las pasiones humanas y sus consecuencias, es algo que refleja la sociedad contemporánea.
Entre todos los cantantes tuvo participación sobresaliente Rodrigo Garciarroyo, quien estableció la distención y ganó el humor de todos los periodistas concurrentes a la rueda de prensa, en la que se obsequiaron bocadillos, refrescos, café y un souvenir como agradecimiento por la atención que la prensa ha presentado a la OSY en estos quince años de su vida.
Garciarroyo destacó que no es común en la república ver a tanto periodista atendiendo el tema de la ópera. “Bueno, ni en el Palacio de Bellas Artes”. Esa es una realidad que yo mismo había señalado y apuntado que ver a treinta a más periodistas en cada rueda de prensa de la OSY era extraordinario.
Ahora, bien. Algo abundante en esta rueda de prensa fueron las alabanzas surgidas entre directivos, artistas y administrativos de la OSY, en las que prevalecieron las palabras “extraordinario” y todas aquellas con el prefijo “ex”. Esos calificativos hacen que me pierda y deje de entender qué es lo extraordinario, cuál es la realidad de esa palabra en ese contexto y qué peso tendría si estuviéramos ante un hecho genuinamente extraordinario, exquisito, exultante, excepcional e insuperable. Que me disculpen todos ellos, pero no pude evitar sentirme como mosca atrapada en melcocha al escuchar tanto y tantísimo de esos calificativos que tratan de engrandecer algo que debe ser una labor normal. Para eso se les paga, para hacer bien lo que les enseñaron en ese sentido y que aprendieron para hacerlo así, no de otro modo, no al contario, que significaría la mala calidad.
(Víctor Salas)