Ariel Avilés Marín
Entre las muchas y muy positivas acciones de la ESAY, ahora tendremos que agregar una más. Todas las semanas, en el Centro de Investigaciones Musicales “Jerónimo Baqueiro Fóster”, se llevará a cabo una grata actividad, dedicada esencialmente a los niños, pero que los adultos hemos de disfrutar profundamente también. Esta atractiva actividad se ha designado con el título de “A Gustar Titeradas by Wilberth Herrera” y que, seguramente, atraerá a este centro cultural a numeroso público de nuestra ciudad, ya que, el arraigo profundo y popular que creó Wilberth Herrera, con sus títeres, está vivo, vigente y sigue desparramando magia entre chicos y grandes que ríen con ganas ante las ocurrencias de sus entrañables creaciones.
Todos los días hay un salón dedicado a una exposición, en vitrinas, de los populares personajes creados por Wilberth, y que puede ser visitado por el público. Desde sus urnas con cristal, nos devuelven las sonrisas, Lela Oxcutzkaba, una profunda filósofa del pueblo; el simpático Chereque, entrañable y eterno enamorado de Lela; los acompañan Totoyo y su madre, Don Mech, Christopher, Zoila Cruz de Gálvez y otros muchos personajes que sembraron de alegría los sábados por la noche, de los niños de hace poco más de tres décadas. Nadie quería entonces perderse un programa de “Titeradas” y, sin saberlo, se empapaba de las más profundas tradiciones populares de un Yucatán que no debe morir nunca.
Decir Wilberth Herrera es nombrar una larga lista de cosas entrañables, sentidas, profundas; es evocar un mundo lleno de color y fantasía que nos hizo soñar con una sociedad mejor por medio de los mensajes que estos maravillosos muñecos animados nos legaban con gracia y salero. Sabiduría sencilla y prudente en Lela; lealtad inquebrantable, en Chereque; la realidad que se impone y que no se compra con dinero, en Totoyo y su madre; la sencillez humilde de Doña Mireya; la arrebatada verborrea de Don Mech que, al terminar la larga perorata, la culminaba con un profundo suspiro: ¡Haaa!
Pero el homenaje a Wilberth no se queda en el salón de exposición, no. Cada miércoles sus entrañables creaciones cobran vida y vienen a iluminar las de los afortunados que se apersonan al Centro de Investigaciones Musicales y, en su auditorio, tienen la oportunidad de vivir en pleno esta maravillosa fantasía de sus creaturas, actuando, representando, dialogando… enseñando la correcta, la justa convivencia humana, tan necesario en estos tiempos que nos está tocando vivir. La obra de Wilberth Herrera es un rayo de luz en la obscuridad de una sociedad que va perdiendo sus valores, que va alejando al prójimo de sus vidas, que no se duele del mal ajeno. La obra de Wilberth Herrera es un permanente mensaje de paz y de unión entre los miembros de nuestra sociedad, es un rescate de quienes somos y de cómo debemos mirarnos nosotros mismos.
A Gustar Titeradas by Wilberth Herrera es un maravilloso y completo espectáculo que consta de varias partes. La voz cantante, la lleva Andrea Herrera, su hija y la continuadora incansable de esta hermosa labor, le asiste en la parte de los muñecos, Angel Aguilar, discípulo-hijo de Wilberth. Cristina Cardeña, nuera, hija, asistente, también pone su parte y nos rememora la invaluable labor de creación, el tesón para abrir caminos novedosos, la innovación al crear por primera vez en la televisión un programa hecho para títeres. Cristina nos da noticia de la inimaginable cantidad de programas realizados a través del tiempo; fueron cuatrocientos cuarenta y tres, y eso, no es un logro menor. Con gran emoción, Cristina nos narra todo lo complicado que es llegar a la culminación: Un programa terminado y listo para ser transmitido. Todo lo que hay detrás de ello: revisar el libreto, la grabación del audio, meterte en tu personaje, y, ya en el ruedo, aprender a resolver lo que se presente. La labor de tantos años juntos, creo en el grupo una comunicación tal que: “Llegamos a comunicarnos con tan sólo una mirada, con un gesto, inventamos un lenguaje; era la influencia de Wilberth. ¡Cómo se le extraña! Fue, es un hombre maravilloso. Cuántas palabras en una actuación, y sin usar un solo insulto”.
A escena, desde luego, tienen que hacerse presentes los títeres. Y lo hacen, tanto presencialmente, como por proyecciones. Títeres de vara, de hilos, de mil y un maneras de ser manejados y darles vida. Van desfilando ante un público compuesto por niños que llegan para descubrir un mundo maravilloso que no conocen, de padres que, con un nudo en la garganta, se transportan a su infancia, no tan lejana, todos compartiendo este maravilloso amor por los demás, enseñado desde la frágil sencillez de un títere que cobra vida y nos da una lección de la misma. Varios de los personajes de Wilberth participan en la puesta. Piñuelo, un ratón deportista y cirquero, títere de hilos. En las proyecciones, no puede faltar un cuento; El Príncipe Sapo, protagonizado por la Princesa Neuras y el Príncipe Buena Onda, sus consejeros son, respectivamente, Lela y Chereque. La fantasía vuela en la rica imaginación creada por Wilberth, y como es de esperarse, tiene un final feliz y aleccionador. Ante nuestros ojos van desfilando los personajes, cada uno con una historia para contar, cada historia un ejemplo de vida y un profundo mensaje humano.
Este programa-homenaje va a estar presente por varias semanas en el Centro de Investigaciones Musicales de la ESAY, muy cerca del Barrio de la Mejorada (50 x 61) Es muy deseable que la niñez de ahora, conozca este mundo maravilloso de Wilberth Herrera y que alimente su alma y su conciencia con los profundos mensajes de los maravillosos títeres.