Rafael Mis Cobá
El T’alkú de la Tía Juana
Asustado y temeroso por la noticia de que una nave extraterrestre se encuentra cerca de la órbita de Júpiter con posible destino a la Tierra, el cabezón sobrino viajó desde muy temprano a Chikindzonot para buscar el cobijo de su amada tía Juanita.
Con el miedo de encontrarse en el camino a un alienígena de un solo ojo, el cabeza de “lec” por fin llegó al poblado de su curvilínea pariente, pero era tal su terror por los extraterrestres, que un apacible “toloc” que tomaba el Sol en la albarrada le pegó tremendo susto que por poco le causa un letal patatús.
—¡Un reptiliano!, ¡un reptiliano!, gritó a todo pulmón el pobre sujeto corriendo hasta la puerta del hogar de la hermosa mestiza, quien de inmediato acogió a su espantado pariente y lo apretujó en su exuberante pecho.
—“Mejenkisín”, qué te pasa, estás más tembloroso que tu tío Chupi cuando amanece crudo.
—Tiíta, hay que buscar un búnker para protegernos de los extraterrestres.
—Qué porquerías dices sobrino, masi fumaste “chichibé”.
—¿Acaso no te enteraste que el experimentado astrónomo, Avi Loeb, aseguró que una nave extraterrestre viene en camino?
—¿Y quién es ese tal Avi Loeb?
—¡Tía, nada menos que el jefe del Departamento de Astronomía de la prestigiada Universidad de Harvard!
— “Uay”, sobrino, ¿entonces esa nave es un platillo volador?
—No, tía, es una cosa larga, gruesa y muy dura.
—“Maare”, sobrino, como diríamos acá en el pueblo: “nojoch”, “poloc” y “chich”.
—¿O como dirían las cubanas?: ¡Qué cosa más grande caballero!
—Sobrinín, ¿y de dónde vienen?
—Ojalá de Plutón, tía, para que no seamos sometidos.
—¿Y vienen dentro de la nave seres de otro mundo?
—Sí tía, y creo que son cabezones y sólo tienen un ojo.
—Pobrecitos, sobrino, están “ch’opitos”.
—“Ch’opitos”, pero te pueden someter, tía.
—“Uay”, sobrino, eso sí me da miedo, porque sólo tu tío Chupi me puede someter.
—Para sometidos, tía, los gringos. México les ganó nuevamente la Copa de Oro.
—“Puchis”, sobrino, el que debe estar furioso es Donald Trump.
—“Maare”, tía, seguro que en venganza anunciará ahora aranceles contra los huevos de México.
—Sobrino, los que no pudieron con Argentina en la Copa América fueron los chilenos.
—¿Chile no le metió a los argentinos goles?
—Nada, ahora los argentinos le metieron a Chile dos pelotas.
—“Uay”, tía, esta vez Chile sufrió entonces.
—Para sufridos, sobrino, los federales inconformes.
—Cierto, tía, es un grupo que no quiere sumarse a la Guardia Nacional.
—Seguro porque ya no podrán hacer sus acostumbradas mordidas.
—No digas eso, tiíta, en la PF no hay corrupción.
—Cómo no “mejenkisín”, imagínate que el líder inicial del movimiento era un tal Ignacio Benavente, quien ni es policía y estuvo encarcelado por secuestro.
—Tía, por eso los polis levantados querían entonces que los representara Felipe Calderón.
—Claro sobrino, y eso sí iba a estar todavía más grave.
—No exageres, Felipillo es chupador pero es buen abogado.
—Acuérdate que Jeffrey Lichtman, miembro del equipo de abogados del Chapo Guzmán, acusó al ex presi de narco-corrupto y de haber recibido millones de dólares del crimen organizado.
Al percatarse la tía Juanita que el travieso sobrinín se había relajado y hasta andaba ya de fiscal, le acarició su cabeza de “lec” y lo tomó de las dos manos para juntos cantar la alegre composición del habanero Rosendo Ruiz Quevedo: “Los marcianos llegaron ya/ y llegaron bailando ricacha/ ricacha, ricacha, ricacha/ así llaman en Marte al cha cha cha”.