Debido a las condiciones actuales, Yucatán tiene potencial para convertirse en un proveedor internacional de productos derivados del coco, una agroindustria que avanza a pasos agigantados gracias a la actualización de productores en nuevas técnicas para atender la creciente demanda de su agua y obtener subproductos que son utilizados en la industria automotriz internacional.
La ventaja de apostar por la industria del coco es que, además, se trata de un producto que se puede aprovechar en su totalidad: el agua se extrae y se envasa; se puede vender la fibra para temas industriales; la carne para hacer leche de coco, cremas y jabones; el casco te permite convertirlo en carbón activado y otros productos de consumo, como recipientes para helado; y la piel que está entre el casco y la carne sirve para hacer aceite industrial y comestible. Lo que queda, puede usarse como abono en invernaderos.
De acuerdo con cifras de la Secretaría Agricultura y de Desarrollo Rural (Sader), en Yucatán unos 300 productores laboran en la industria de la palma cocotera, que se cultiva en la zona, así como en los municipios de Dzan, Espita, Tecoh, Muna, Valladolid y Oxkutzcab. En la superficie cultivada es posible obtener hasta 90 mil nueces o cocos al año por hectárea, si se toma en cuenta que cada palmera es capaz de dar un racimo de ocho o nueve frutos al mes.
San Crisanto
Destaca la comisaría de San Crisanto, del municipio de Sinanché y ubicado a 51 kilómetros al Este de Progreso, cuya población está dedicada al aprovechamiento del aceite, pulpa y agua de coco para elaborar diversos productos desde champús, jaleas, cremas, artesanías, dulces, pasteles y bebidas.
En la década de los 70 del siglo pasado, prácticamente todas las plantas de coco en Yucatán se murieron a causa de la bacteria phytoplasma, más conocida como el amarillamiento letal. Y, tras el paso del huracán “Gilberto”, en 1988, la industria coprera de la palma caribeña quedó devastada en Yucatán.
Veinte años después se descubrieron palmas resistentes, con las cuales se hicieron híbridos y se reforestaron aproximadamente 5 mil hectáreas en la zona, según recuerda el Centro de Investigaciones Científicas de Yucatán.
Los productores yucatecos se preparan para aprovechar las amplias posibilidades que tiene dicha fruta de las palmas ante el auge que ha cobrado en otros mercados por su valor alimenticio e industrial, ya que por ahora la producción local es de unas 250 mil unidades al año, que representa apenas el dos por ciento a nivel nacional.
El “coco”
Según Wikipedia, el nombre de “coco” proviene de la era de los descubrimientos, pues a los exploradores portugueses que lo trajeron a Europa su superficie marrón y peluda les recordaba a las historias sobre el “coco” que se les cuenta en España y Portugal a los niños pequeños para asustarles.
A nivel nacional, México cuenta con 167 mil hectáreas de cocales, las cuales están divididas entre los 12 Estados que se dedican a esta industria. Según los datos oficiales de la Sader, el ingreso anual para Yucatán oscila entre los 26 millones de pesos.
Los agroindustriales locales pretenden reactivar la industria coprera y están interesados en saber sobre el mercado y su potencial, para explotar al máximo este fruto. En ese aspecto, investigadores del CICY y del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pesqueras (Inifap) han asesorado a los empresarios en la planeación de sus proyectos, ya que el objetivo es generar una industria que no desperdicie la materia prima.
Los empresarios del ramo de cocoteros en Yucatán consideran que el mayor problema en Yucatán es la falta de superficie para el cultivo. Empero, adelanta que el tipo de coco que emplean es el apropiado, ya que tiene el equilibrio ideal entre agua y pulpa para generar variedad de productos.
“Agua de la vida”
“El coco puede ser empleado de muchas formas. Nada se desperdicia. Además, tenemos la ventaja de la cercanía con EE.UU., donde hay gran demanda de este fruto, en parte por la influencia que generan las nuevas tendencias alimenticias”, comentaron los productores.
Los agroindustriales apuestan a la reactivación de la producción cocotera como una opción de desarrollo económico de Yucatán. Al coco le llaman el “agua de la vida” y sostienen que el futuro de la producción está en el agua, por sus amplios beneficios en la salud.
Hace apenas dos meses, en mayo pasado, Mérida fue sede de la segunda “Sesión de Formación Tropic Safe. Prácticas para la gestión del amarillamiento letal del cocotero”. Al evento acudieron científicos de México, Cuba, Jamaica y Ghana (Africa), y tuvo como objetivo mejorar el conocimiento sobre estrategias para el manejo del amarillamiento letal del cocotero y reducir su impacto económico.
La reforestación en México es importante, ya que el coco está creciendo en el mercado. “Está siendo envasada por las industrias refresqueras. Ése va a ser el producto fundamental, porque los refrescos están de caída, en cinco años se acaba el mercado de refrescos. Actualmente, el coco se vende como agua combinada con café, en jugos, azúcar, leche y aceite.
Sin embargo, debido a que la bacteria del amarillamiento sigue avanzando a países del Caribe, Centroamérica y se aproxima a Sudamérica, el CICY cuenta con tecnología que producirá grandes cantidades de plantas resistentes al amarillamiento letal y serán distribuidas en el país.
Actualmente se buscan mecanismos para potenciar la mano de obra y la especialización de los productores yucatecos de esta industria, que en Yucatán abarcaría a más de 40 organizaciones.
Y es que, además del agua, el coco tiene potencial para su aprovechamiento integral: su fibra es utilizada por la industria automotriz internacional como la firma Mercedes Benz y la Ford, además de la industria mueblera escandinava.
Rendimiento y nobleza
En una hectárea se pueden plantar hasta 170 plantas de palma, del cual pueden cultivarse entre 250 y 350 cocos, lo cual puede dar una idea del rendimiento y la nobleza del producto. La industria del coco crece a pasos agigantados y es necesario que los productores estén actualizados en las nuevas variedades y las nuevas aplicaciones, así como en las técnicas de cultivo y manejo de cocoteros.
Por lo pronto, la producción se encuentra en una fase artesanal, aunque hay disponibilidad para renovar y apuntalar esta promisoria industria en la Entidad, dirigida principalmente a la producción de artículos de higiene y tocador, así como de sustratos para emplearlos en la agricultura de hidroponia.
El especialista en el tema, Jaime Piña Razo, investigador del Inifap, impartió el mes pasado un curso sobre el aprovechamiento integral de la palma de coco, en la cual expuso que, en el mundo, la demanda está al alza: la ingesta al año per cápita de agua de coco es de medio a un litro en el país, y la meta es aumentarlo por lo menos a los dos litros. Desde hace 17 años el promedio nacional de consumo de coco equivale a cinco gramos por día, muy por debajo de la media internacional, que es de 13 gramos.
Agregó que la tendencia mundial es clara: cada día crece el número de personas que se inclinan por el consumo de productos saludables y que, a la vez, no generen un impacto negativo a la naturaleza o a la sociedad durante su proceso de elaboración. En el consumo de bebidas, esto no es la excepción. Además, ante el elevado número de personas que sufren sobrepeso (México ocupa el lugar número uno, según la Organización Mundial de la Salud), cada vez más gente está dejando de lado opciones como el refresco y eligen nuevas opciones que los hidraten sin perjudicar su salud.
El agua de coco puede mantenerse 100% natural sin agregar conservadores, te da más electrolitos y potasio que una bebida deportiva, sin agregar azúcares, químicos y colorantes, y una porción (330 ml) aporta tan sólo 15 calorías. Son tales sus beneficios, que en Estados Unidos esta bebida –que empezó a popularizarse hace 11 años– ocupa hoy el segundo lugar dentro de los jugos de frutas, debajo del jugo de naranja y por arriba del de arándano.
Mercado en crecimiento
Piña Razo explicó que la industrialización del agua de coco es un negocio con un mercado en crecimiento, pues con él se comercializan productos de alto valor y se contribuye, a su vez, al desarrollo del país.
La cadena productiva del cocotero representa para México una oportunidad comercial de 3,200 millones de pesos, con una cartera de 30,000 productores y 240,000 empleos generados en 80,000 hectáreas de cultivo, a través de la producción primaria y transformación de diversos productos, apuntaron investigadores del Centro de Investigación Científica de Yucatán.
(Rafael Gómez Chi)