Luis Carlos Coto Mederos
Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo
XVI
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A Rufina
Desde un ingenio
Aquí me tienes, chinita,
en este grandioso ingenio,
merced a mi alegre genio
pasando vida exquisita.
Mientras mi pecho palpita
te canto con voz de tuba,
porque aquí todo coadyuva
a que bien mi lira vibre,
y respiro el aire libre
de los campos de mi Cuba.
De noche cuando me acuesto
me embeleso y ¡ay de mí!
me pongo a pensar en ti
de mi cansancio repuesto.
Nada encuentro aquí molesto,
todo me alegra y agrada,
oigo la bulla animada
de los duchos carreteros,
las voces de los paileros
y el rumor de la negrada.
Como yo aquí, mi cubana,
con negro afán nunca lucho,
me levanto cuando escucho
el toque de la campana;
A las seis de la mañana
el café suelo tomar,
y silbando sin cesar
lo mismo que un clarinete,
arrebato mi machete
y me voy a trabajar.
Aquí se dobla una caña,
allá un matojo se tiende,
y de trozos se suspende
una pila ya tamaña:
La gente que me acompaña
se anima al ver mi destreza,
hacia el corte se endereza
con loca festinación,
y a echar trozos al montón
con loco furor empieza.
Yo trabajo concibiendo
felices y alegres planes,
en tanto que los gañanes
van la caña recogiendo:
Al son del terrible estruendo
se alzan grandes polvaredas,
y entre verdes arboledas
de plátanos y mameyes
tiran valientes los bueyes
y crujen ejes y ruedas.
Brilla el sol, sopla el terral,
la atmósfera está serena;
y a cada instante resuena
la cuarta del mayoral.
Inmenso cañaveral
se extiende verde y sereno,
le acometemos de lleno
formando varios piquetes,
y al golpe de los machetes
dejamos limpio el terreno.
Por lo dicho, prenda mía,
ya te puedes figurar
en lo que suelo pasar
toda la noche y el día;
Es completa mi alegría,
es cabal mi bienandanza,
y según el tiempo avanza
y se acerca el mes entrante,
de tener plata bastante
alimento la esperanza.
Sólo tengo el sentimiento
de encontrarme de ti ausente,
sin ver tu espaciosa frente,
sin oír tu dulce acento:
Mas ningún mal pensamiento
viene mi dicha a turbar,
pues nunca puedo dudar
que tu amor, que es mi consuelo,
es tan puro como el cielo,
tan inmenso como el mar.
Adiós, pues, adiós, adiós,
adorada prenda mía,
adiós hasta el fausto día
en que nos veamos los dos;
ya voy de la cama en pos,
porque tengo mucho sueño
y con el mayor empeño
voy a trabajar mañana:
Adiós, mi dulce cubana,
bella de rostro trigueño.