El rey Pirro derrotó al ejército romano en la batalla de Asculum, el año 279 A.C., combate que le costó inmensas bajas. Contemplando desde el monte Prenestre la caída de Roma y la multitud de cadáveres víctimas de la refriega, exclamó:
–Sería capaz de conquistar el mundo con soldados como éstos; si los romanos me nombraran su caudillo.
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca