VALLADOLID, Yucatán, 13 de septiembre.- En el marco de una emotiva celebración religiosa efectuada ayer por la noche en la Catedral de San Servacio, el presbítero Armín Amílcar Rivero Castillo agradeció a Dios por sus 37 años de vida sacerdotal, admitiendo estar agradecido con el pasado, que es para él, un impulso para vivir el presente atendiendo a las llamadas que el Espíritu Santo le hace en este momento de su vida.
Dijo tener la confianza de abrazar el futuro con esperanza. “Sé que se acercan momentos de crisis. La edad avanzada, las enfermedades, las limitaciones humanas, el cansancio, etc., no me olvidaré de las palabras de Jesús: No tengas miedo. Yo estoy contigo.
“Tengo en cuenta que mi confianza la he puesto no en mí, sino en Dios y recordaré que la esperanza no defrauda… continuaré haciendo las cosas que Dios me pida”, sostuvo.
Durante un momento de la misa, señaló que seguramente muchos han escuchado la Palabra del Apóstol Pablo a los Colosenses, la cual es muy bella y por ese motivo decidió compartir su reflexión para esta noche, en el sentido de que debemos alabar a Dios de corazón con gratitud y agradecer por todo lo que nos ha dado.
“Reflexionando un poquito sobre lo anterior, llama la atención que el Señor, a los sacerdotes nos ha elegido, nos ha consagrado… nos ha dado su amor. También analizo efectivamente como todos nosotros hemos sido elegidos por Dios de una manera particular en la vida sacerdotal”, agregó.
Rivero Castillo comentó que todos han sido consagrados mediante el Bautismo y en el caso de los sacerdotes, el Señor ha querido darles una doble consagración.
Al dar una mirada hacia atrás, expresó intenciones de hacer unas cosas que el Santo Padre Francisco les decía a los religiosos en el año de la vida consagrada.
“Entre ellas, mirar el pasado con gratitud, esto es, mirar mi propia historia. El misterio de mi nacimiento, la familia que Dios me concedió, mis padres, mis hermanos, mis amigos y estar en las comunidades en las que Dios por medio del Obispo, me han asignado.
“Hoy para mí, es una llamada a tomar conciencia de tantos dones recibidos de Dios. No puedo olvidar a los sacerdotes que tuvieron que ver en el llamado que Dios me hizo inmerecidamente, solo por amor. No puedo decir que este caminar de 37 años no he tenido dificultades, problemas, incoherencia, debilidades, etc., pero también he sentido un llamado a una conversión continua”, finalizó.
(POR ESTO! / Corresponsalías)