Yucatán

Cosas de la vieja Mérida

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

Más sobre los Carnavales del siglo XIX

Al maestro Río Escalante le tocó presenciar y participar en los carnavales meridanos del siglo XIX.

Nos relata que los paseos vespertinos eran de Santiago a La Mejorada (recuerdo que ya en los 40 del siglo pasado ese recorrido era el mismo). Que fue testigo de la presencia de un número de carruajes lujosísimos tirados por caballos ingleses (yo me pregunto: ¿dónde conseguirán los adinerados caballos ingleses para arrastrar sus calesas? Pero la plata todo lo puede y nada le es imposible) Detrás de los lujosos carros mencionados, iban modestos coche calesas, manejados por cocheros del patio sin zapatos, cuyo solo adorno consistía en unas palmas de coco; dentro de las coche-calesas veíanse mestizaos humildes disfrazados y algunos tocaban el acordeón. Y los últimos eran los pobres de solemnidad, algunos venidos de los pueblos y entre ellos destacaban unos jóvenes disfrazados lo más ridículo posible, lo que hacía desternillarse de risa al inmenso e ignaro público.

Unos 800 coches de caballo en el 1er. Tercio del XX

Ya hemos impuesto al paciente lector de que durante el primer tercio del siglo pasado llegaron a existir más de 800 coches de caballo en la ciudad de Mérida (lo hemos atestiguado en históricos videos que ha proyectado el experto Humberto Sánchez en PROHISPEN: las calesas con sus respectivos aurigas y equinos desfilando en el Paseo de Montejo por los años 20).

Volvamos a los arnavales

El Mtro. Río Escalante expresa un tanto contristado “Como las calles estaban enlodadas, daba pena ver los elegantes carruajes cubiertos de barro”. Y añade: “Hasta que no se adoquinaron las calles de Mérida y que ya había algún tráfico en la ciudad, no se vio una fachada limpia, pues a todas las casas les llegaba el lodo hasta dos metros de altura…”

En fin, los Carnavales meridanos estaban llenos de festividades y en nuestra próxima entrega informaremos al lector donde (of all things…!) se celebraban las corridas de toros.

Poesía Joven de Yucatán

Reino de lodo

Juan Manuel Góngora Briceño

Añejas sensaciones me invaden,

algunas de las cosas bien guardadas,

imaginaciones abismadas,

¿Por cuánto tiempo ellas combaten?

Con los ojos bien abiertos recojo

pedazos de mí mismo en un papel,

despojos, retazos, algún clavel

olvidado en el gran salón rojo.

Algo se puede sacar de los desechos

aunque algunos estén maltrechos,

voy recogiendo lo que me queda.

Pensar que puedo tenerlo todo,

mi mundo entero lleno de lodo,

reconstruirlo lo mejor que pueda.