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Yucatán

Dos años después de un hallazgo prehispánico en el municipio de Umán, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) encontraron que esa zona del Suroeste de ese lugar estuvo habitada desde unos 400 años antes de Cristo hasta 800 años después de la era cristiana.

La arqueóloga Lourdes Toscano informó que se ha realizado una prolongada investigación de salvamento que arrojó información relevante sobre la organización del territorio maya del Suroeste de Umán, del cual se sabía muy poco.

El sitio, que llamaron Panadero, estuvo habitado de forma permanente desde el período Preclásico Tardío (400 antes de Cristo) hasta el Clásico Tardío (600-800 después de Cristo), y que sus habitantes levantaron distintas zonas residenciales, construyeron un espacio para sus ceremonias y ritos y manejaron los recursos naturales de la zona.

Juego de Pelota

Se trata de un sitio prehispánico con un centro cívico-ceremonial con arquitectura de poder monumental, que no estaba registrado previamente en el Atlas Arqueológico del Estado y, por lo tanto, no existía información sobre éste ni se habían hecho excavaciones.

El hallazgo ocurrió a finales del 2016 durante los trabajos de construcción del Centro de Operaciones Ferroviarias de Yucatán y, de hecho, los rieles actuales atraviesan la plaza prehispánica.

Panadero ha causado sorpresa porque cuenta en un mismo espacio ceremonial con un Juego de Pelota y un conjunto arquitectónico de patrón tríadico. Es decir, tiene una pirámide que establece la orientación de su plaza y está acompañada de dos edificios más pequeños, uno frente al otro.

Otros arqueólogos que participaron en el proyecto de rescate, Gustavo Novelo y Arturo Victoria, hicieron énfasis en que no es común que en la región Noroccidental de Yucatán existan ciudades con presencia vinculada de un Juego de Pelota con una acrópolis tríadica.

Descubrieron que los antepasados que vivieron en ese sitio realizaron una distribución espacial muy bien planificada, con una plaza central delimitada al Poniente por el Juego de Pelota y el conjunto arquitectónico, el cual tiene una estructura piramidal de cinco metros de altura, flanqueada a sus costados por dos estructuras de menores dimensiones, dispuestas una frente a la otra.

Además, en el lado Oriente de la plaza se erigió un basamento piramidal de aproximadamente ocho metros de altura y un área de 2,000 metros cuadrados.

El tercer sitio

La importancia que adquiere Panadero es porque se trata de apenas el tercer sitio con dichas características en el territorio yucateco, por lo que los investigadores deducen que se inspiró en las grandes urbes mayas del Preclásico que se desarrollaron en el Petén, Guatemala, a cientos de kilómetros de distancia.

“Esto quizás indica que las poblaciones mayas locales participaban desde tiempos remotos en extensas redes ideológicas mesoamericanas o, por lo menos, que se establecieron conexiones estrechas entre diversos asentamientos de la región”, precisaron.

Alrededor del centro cívico-ceremonial también se reconocieron espacios habitacionales, donde se desarrollaba gran parte de la vida cotidiana y el sostenimiento biocultural con viviendas, cocinas, patios domésticos y huertos caseros. De igual forma, se registró mobiliario para la molienda como metates, alfarería utilitaria como ollas y cajetes, además de herramientas de piedra caliza o de corte fabricadas con sílex y obsidiana.

En las excavaciones en esas unidades habitacionales se recolectaron materiales de diferentes épocas de la alfarería maya, incluidas vasijas muy antiguas de los grupos cerámicos Dzudzuquil, Chunhinta y Joventud, considerados de las etapas más tempranas, de acuerdo con los análisis de la arqueóloga Shirley Beltrán, otra de las participantes en el proyecto.

Buen aprovechamiento

La población de Panadero aprovechó varias condiciones geográficas y ecológicas de esa zona, como los tipos de suelos y accesos al acuífero subterráneo, para sobrevivir y levantar sus pirámides. Por ejemplo, extrajeron material terroso, pétreo y calizas blandas (sascab, en maya) para la construcción de las viviendas y los edificios monumentales; y habilitaron los cenotes y pozos como fuentes permanentes de agua para sus actividades cotidianas.

Se ubica a 1.2 kilómetros del Centro de Operaciones Ferroviarias que conecta a la zona industrial de Hunucmá, sitio que también está proyectado para las maniobras de carga y descarga de productos comerciales que transportará el Tren Maya en el futuro.

El centro cívico-ceremonial se designó como parte de un área de reserva de investigación, donde los edificios serán conservados para legarlos a la generación presente y a las futuras. Así, se convierte en un recordatorio permanente del pasado maya ante la llegada del desarrollo industrial en ese punto de Yucatán, para que éste no lo destruya.

(Rafael Gómez Chi)

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