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Yucatán

Flor Negra, una pieza teatral de profunda esencia maya

Ariel Avilés Marín

El teatro es una profunda tradición del pueblo maya. Lamentablemente, la casi totalidad de la producción teatral maya se ha perdido en el tiempo; tan sólo una obra ha sido preservada, y su rescate fue obra de la casualidad. El Barón de Rabinal Achí o Barón de los Quichés, es una tragedia de una técnica con un nivel de desarrollo muy avanzado, lo cual permite deducir que antes y después de esta obra, hubo en la cultura maya un importante y profundo movimiento teatral de excelente calidad. Así que podemos afirmar sin temor a equivocarnos, el teatro es una profunda tradición del pueblo maya.

El Mtro. Juan Antonio Llanes nos ha presentado ahora, en el Centro Cultural “Rubén Chacón” una adaptación teatral del guatemalteco Mariano Menchú, basada en el libro de la autoría de Ramón Valdés Elizondo, titulada Flor Negra. Una puesta de gran calidad, con una escenografía y vestuario de nivel superior, y con una cercanía y profunda identidad con el antiguo teatro maya. El grupo teatral Drama Studio se reivindica como ecologista, y por ello usan en la elaboración de toda la estructura de la puesta materiales naturales, y el plástico ha sido suprimido totalmente de cualquier uso escénico. El grupo de actores hace gala de una gran disciplina, pues las características y desarrollo de la obra exigen una gran concentración y movimientos muy precisos, dado que, Juan Antonio toma la esencia del teatro maya y la traspola perfectamente al texto de Menchú, lo cual pone un reto al elenco, que ha de desarrollar con gran delicadeza, complicadas coreografías, estéticas poses en estampa, y por sobre todo, asumir la esencia hierática de la cultura maya antigua.

La historia que se desarrolla en la obra es un antecedente o preliminar de otra profunda tradición maya, la popular leyenda de El Enano Adivino de Uxmal. La novela de Valdés toma elementos profundos de la mitología griega. En la gran mayoría de las leyendas griegas los protagonistas enfrentan, a lo largo de todo el desarrollo de la historia, las más increíbles adversidades, antes de lograr el triunfo plenamente; así tenemos las innumerables hazañas de Odiseo antes de poder retornar a Itaca; los terribles peligros que enfrenta Teseo antes de poder derrotar al minotauro, o los doce trabajos que Hércules ha de cumplir antes de lograr el triunfo. Además, siempre existe una condición terrible que el protagonista ha de cumplir, y cuya falla le cuesta terribles consecuencias. Recordemos a Orfeo, que se adentra en los infiernos para rescatar a su amada Eurídice, y cuya música conmueve a Hades y Perséfone, que le conceden liberar a la amada, pero con la condición de que, no ha de mirarla hasta llegar al exterior; el suspiro de Eurídice al sentir un rayo de luz, hace flaquear al Orfeo y vira a ver, y la amada le es arrebata para siempre. Así, Flor Negra, arrostra condiciones terribles en la mítica tierra de Xibalbá y en el mundo obscuro en el que reina Kisín, para rescatar el codiciado címbalo de oro. El címbalo de oro, mítico símbolo de poder que figura en muchas tradiciones mayas antiguas. Ya Mediz Bolio lo menciona en La Tierra del Faisán y del Venado.

Flor Negra, enfrenta pruebas duras, algunas terriblemente horrorosas, y va ascendiendo en el inframundo con el címbalo con ella, totalmente cubierto, pues el demonio le ha ordenado no mirar el címbalo hasta acceder al mundo superior, so pena de recibir algo terrible como consecuencia. Flor Negra, se ha ganado en forma legítima la condición de ser el auténtico custodio del címbalo, así que su posesión es totalmente legítima; pero una hazaña tal, ha de traer alguna terrible consecuencia al protagonista. Cuando Flor Negra casi ha logrado su cometido, una circunstancia creada por los seres obscuros del inframundo, destapa el címbalo; las consecuencias son terribles, Flor se ha transformado en una vieja, posee todo el poder y la sabiduría, pero ha sido condenada a perder el vigor y la juventud. La fórmula de las antiguas leyendas mitológicas griegas se ha impuesto en el argumento de esta tradición maya. No cabe duda que, la cultura es universal.

La obra nos va contando la historia de Flor Negra, quien originalmente no se llama así. El x’men sabio, Ajbej, recibe en su casa a una joven que ha sido encontrada mal herida en un camino; la mujer ha sido víctima propiciatoria de un ritual en el que han sido sacrificadas varias mujeres, salva la vida porque la creen muerta, pero ha olvidado todo, hasta su nombre. Al lado de Ajbej, va recibiendo una profunda formación y va adquiriendo gran sabiduría, hasta convertirse en la sucesora del sabio, quien ha sido por mucho tiempo el custodio del sagrado címbalo de oro. El final del tiempo del x’men se acerca, y le pide a Flor Negra ciertas cosas que hacen creer a la gente que llega, que ella le ha dado muerte, y tiene que huir. Antes de morir, el sabio le encomienda recuperar el címbalo de oro, y para ello ha de internarse en el inframundo.

A todo lo largo de la trama se va recreando los ambientes de la antigua cultura maya; como metáfora central, está la presencia permanente de la gran ceiba, el Yaxché, el árbol sagrado de los mayas; ante nuestros ojos desfilan seres míticos, como el Alux, el corcovado, los demonios de Xibalbá, el Akax, los Balames, entre los cuales destaca Hulkín, el personaje más fascinante es Kisín, el propio rey del mundo obscuro de las sombras, genialmente caracterizado por la pequeña y talentosa Karel Santana, que a su corta edad, se mueve como pez en el agua por el escenario, y recita sus parlamentos sin error alguno y con el énfasis apropiado en cada frase. Hay que seguir muy de cerca lo que vaya haciendo, pues puede llegar a ser una actriz consumada. La actuación de los narradores es muy precisa y apropiada, se mueven con gran armonía, se paran en estampa con magistral acierto, hablan con la parsimonia y el hieratismo que su personalidad requiere.

Hay créditos que es necesario mencionar. La escenografía y las máscaras son de la autoría de Elbert Tun y su esposa Sandra Aída Castro. El vestuario es obra de Miguel Vázquez, “Pepén”. El maquillaje es labor de Fabiola Islas. Los accesorios usados son aportación de Víctor Abán y Miguel Pepén. Una asistente de dirección de gran categoría tuvo la puesta en Beatriz Rosado. El reparto de actores estuvo integrado por Katenka Angeles, como Flor Negra; Olivia López es Flor Negra ya transformada en vieja; el sabio Ajbej es Jesús Molina; Miguel Pepén es Kanté; Geygi Canul caracterizó a Litza; un brillante Kisín fue Karel Santana, que se robó el corazón del respetable; una fuerte presencia en el escenario lo fue Alejandro Lugo, como Hulkín; la gente del pueblo estuvo caracterizada por Jheordy Ayim, Juan Carlos Argáez y Geygi Canul; Juan Carlos Argáez nos regaló un excelente Alux; un increíble personaje fantástico, lo fue el corcovado, asumido por Juan Carlos Argáez y Miguel Pepén, los dos en uno; los demonios de Xibalbá fueron Jherody Ayim, Geygi Canul, Juan Carlos Argáez y Miguel Pepén; Akax, estuvo encarnado por Jesús Molina. El eje y columna vertebral de la puesta, lo fue Juan Antonio Llanes, como director general de la obra.

Nuevamente, nos ponemos de pie para aplaudir a Hortensia Sánchez y Pancho Solís, su terca voluntad hace posible contar con el valioso espacio que es el Centro Cultural “Rubén Chacón”. Una opción al servicio de los grupos independientes.

Nuevamente decimos: ¡Qué buen teatro se hace en Yucatán! ¡Y sin el apoyo necesario y suficiente!

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