Ariel Avilés Marín
Es trece de junio, día de San Antonio, cita obligada en casa de Totó Jiménez, desde las seis de la tarde la gente empieza a llegar y a llenar la sala, el comedor, y finalmente cualquier rincón libre de la casa donde se encontrara algún lugar para sentarse. De pronto, Pedro Sierra Lira, llegaba con un equipo de sonido y micrófonos, y la disposición de las mecedoras de barrotitos torneados y asientos de petatillo tenía que ser modificada para dejar el espacio necesario a la instalación del sonido; después, se procedía a la instalación de la batería y el piano, y de inmediato se formaba un semicírculo que enmarcaba un espacio en la sala; la música iba a dar inicio. Entonces hacían su aparición una a una; por delante, Alicia Escalante que pasaba a ocupar su taburete en la batería; con ella llegaba Yolanda Canto Pacheco, multifacética ejecutante de una media docena de instrumentos, todos magistralmente pulsados; Lía Baeza Mézquita, “La Voz” y ejecutante del contrabajo; y finalmente, Judith Pérez Romero, directora, líder, figura icónica de la música yucateca. La actuación, año con año, de “Las Maya Internacional”, era una presencia obligada en esta reunión que aglutinaba una gran cantidad de gente, de las más variadas extracciones.
Mes de octubre, nueva cita ineludible, el cumpleaños de Margot Ham; nueva profusión de gente que infaliblemente llegaba a desear todo género de parabienes a Margot. Ahí también, se contaba infaliblemente con Judith y “Las Maya Internacional” que llenaban la noche de música selecta, y cuya actuación se prolongaba siempre hasta bien entrada la media noche. Esas alegres noches de bohemia profunda, dejaron huella indeleble en mi memoria, y el grupo de mujeres musicales, ocupa un sitio especial y privilegiado en mi memoria y más en mi corazón. Nadie como Judith para ejecutar al piano un bambuco yucateco, el ritmo quebrado, el difícil contratiempo tan especial de nuestro bambuco, era un juego en la agilidad y destreza de los dedos de Judith.
El grupo se había formado desde el año de 1967, y su presencia pública se consolidó con la grabación de un acetato de 33 1/2 revoluciones, de esos a los que llamábamos “long play”. El repertorio del memorable disco incluía unos hermosos y selectos popurrís de Agustín Lara, de Guty Cárdenas, de boleros de diversos autores yucatecos, selectas canciones románticas mexicanas, y remataba, al final de la cara B, con una alegre Tarantela Napolitana, en la que, el virtuosismo de Yolanda Canto, se daba rienda suelta, ejecutando maravillosamente la mandolina, que llevaba la voz cantante de la obra. Celosamente guardo este disco, en cuya portada hay escrita, de puño y letra de cada una de ellas, una amable dedicatoria a mi padre; disco que la propia Judith le había regalado. Las Maya Internacional son una memoria inolvidable en el panorama de la música local, y aún a nivel nacional. El grupo no se llamó originalmente así, se presentaron públicamente como “Conjunto Maya Internacional”, pero la voz del pueblo, es la voz de Dios, así que, la tradición popular les impuso el nombre de Las Maya Internacional, y así pasaron a la historia de nuestra música vernácula.
Judith Pérez Romero, habría cumplido cien años este mes de enero, de vida terrenal, porque Judith está viva en la música yucateca que dejó como legado para las generaciones venideras. Quienes tuvimos el privilegio de estar presentes en sus actuaciones, con las diferentes agrupaciones que formó, la llevamos viva en el alma, y no podemos evitar escuchar su voz, tan característica, algo ronca y delicada, haciendo dúo con Momy Rejón, o con Lía Baeza; su manera precisa y exacta de dirigir a sus grupos era única e irrepetible; transmitía seguridad. Judith es una figura toral en el panorama de la canción yucateca tradicional, no sólo como intérprete, sino como creadora, puso música a las letras de varios poetas y autores, tal vez su éxito de mayor resonancia pública sea el paso doble “México y España”, con letra de Gonzalo Castaldi Gamboa, pues esta canción fue ejecutada en la capital, ante el presidente de la república, y los reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía.
Judith fue distinguida en vida con diversos reconocimientos y preseas, entre las que destacan: En 1975, la Medalla “Guty Cárdenas”, en 1977, la Cancillería Mexicana le otorgó la “Orden del Aguila de Tlatelolco”; en 1978, con motivo de la reunión de las “Méridas del Mundo”, se presenta ante los reyes de España y se le nombra “Huésped distinguida de Mérida, Extremadura”; en 1981, el Ejecutivo del Estado le confiere la Medalla “Yucatán”; en 2006 le otorgan la Medalla “Eligio Ancona” y en 2013, la Medalla “Héctor Victoria Aguilar” del Congreso del Estado. Es uno de los pocos personajes yucatecos que ha recibido las tres máximas preseas que se confieren en Yucatán.
Judith fue, además, una excelente compositora de grandes canciones de la trova yucateca, entre las que debemos mencionar: “Tesoro Mío”, con letra de Luis D. Romero; “Poema para una Canción”, con letra de Beatriz Peniche de Ponce; “Supremo Anhelo”, con letra de Jorge Peniche y Peniche; “Desconsuelo”, con letra de Ermilo Padrón López “Chispas”; con letra de su esposo Gonzalo Castaldi Gamboa musicalizó “España y México” y “Tú y las Flores”; con letra y música de ella debemos recordar: “Siempre el Amor”, “Bésame”, “Cómo Gozo”, “No sé lo que te dije” y “Tus Ojos”.
Todos sus grupos, a lo largo de distintas épocas, siempre se vieron coronados por el éxito y el reconocimiento del público. Siendo una adolescente incursiona en el mundo de la música con un dueto: “Las Margaritas”; en 1936, tenía entonces sólo 16 años. Posteriormente, en 1940, emprende un nuevo proyecto: Otro dúo “Las Dos Morenas” que hicieron época en la naciente industria de la radio; a éste sigue el “Conjunto Lira de Oro”, en 1942. Crea en seguida el “Sexteto Pino”, en 1943; y en 1955, la “Orquesta Femenil Copacabana”. Después viene el grupo “Trova Femenil” en 1963 y, en 1967, surge el grupo que habría de consagrar su figura en la historia de la música vernácula peninsular: “El Conjunto Maya Internacional”, que como dijimos ha pasado a la posteridad sencillamente como “Las Maya Internacional”.
El pasado 20 de enero, en el Mausoleo a los Compositores, se le rindió a Judith un merecido homenaje por el centenario de su nacimiento. En este evento, la talentosa cantante Emma Alcocer, acompañada por Pedro Carlos Herrera, interpretó “Me lo Dijo Dios”; en mi interior escuchaba las voces de Lía y Judith cantando: “Me lo dijo Dios, que el amor se guarda; me lo dijo Dios, que el amor se siembra, me lo dijo Dios, para que florezca, ¡Me lo dijo Dios! No pude evitar que las lágrimas resbalaran por mis mejillas.
Querida Judith, tu vida fértil y productiva te perpetúa entre nosotros, la voz de Las Maya Internacional, suenan y sonarán en cualquier lugar donde se toque música yucateca tradicional. ¡Eres de esos espíritus privilegiados que están y estarán siempre entre nosotros!