PROGRESO, Yucatán, 6 de enero.- La destreza para las esculturas de arena llamó la atención de los visitantes de la playa, cuando un turista elaboró la pirámide de Chichén Itzá y un caimán, esculturas que, desde luego, fueron la atracción de los visitantes.
Juan Pavón Pech, de 50 años de edad, elaboró sus esculturas con rapidez y agilidad con la arena y el sargazo encontrados en la playa.
Explicó que es originario de la ciudad capital y que desde sus primeros años de edad le atrajo la escultura, pero debido a su necesidad de dinero se empleó como cajero en una empresa, dejando a un lado la escultura. Contó que en sus ratos libres, como este, al ver tanta arena se le ocurrió realizar las esculturas de gran tamaño.
Teniendo en cuenta que la arena se desmoronaría con el pasar del tiempo, el hombre realizó sus piezas artísticas en menos de una hora.
El artista mencionó que la escultura es algo, desde su perspectiva, nato; algo que te gusta, que te apasiona y que buscas perfeccionar con el paso de los años.
“En mi caso, realizo esculturas en cedro y caoba, al igual que en cemento, pero el material es caro y después terminaba por obsequiarlas después de conservarlas por algún tiempo. Creo que lo primero es ver cómo son las obras verdaderas, por ejemplo, en este caso fui al castillo de Chichén Itzá: lo recorrí con la mirada desde varios ángulos, lo plasmé en mi mente y después lo moldeé con las manos”, indicó.
Comentó que, al visitar Progreso, le gustó el muelle, por lo que antes de irse lo observará para conservar el diseño en su mente y pensar cómo podría plasmarlo –en qué material–, debido a que es una obra arquitectónica muy relevante y le gustaría realizarla.
“En la actualidad algunos de mis compañeros de trabajo y amigos, saben de mi gusto por la escultura y me realizan encargos, en realidad es un halago para mí que aprecien mi trabajo; en mi caso solamente les pido para el material, me detallan lo que quieren y se los elaboro, y muchos de estos quedan satisfechos del trabajo que les realizo y hay quienes me piden otras escultura con los materiales que utilizo”, contó.
El escultor continuó su trabajo ante la mirada de las personas que acudieron a la playa, quienes, desde luego, tomaron fotos. A los niños les pedía no acercarse mucho, debido a que la arena en cualquier momento cedía y podían quedar debajo.
(Julio Jiménez Mendoza)