El gran tribuno y filósofo romano Cicerón era de los retóricos más avanzados. Durante un juicio a un panadero muy rico que había heredado su fortuna asesinando a sus padres con tortas que había preparado, contrató para su defensa al mejor abogado de su tiempo, aunado a las influencias que adquiría con su dinero, se empezó a reír de Cicerón. Enterado de la situación, en las conclusiones del juicio, dijo al Jurado:
–Este hombre que se muere de risa se siente confiado porque, según él, puede comprar todo; pero yo lo dudo, porque, ¿alguno de ustedes se atrevería a comer una de sus tortas, sin que les estremezca la idea de acabar como los padres del indiciado?
Todos se miraron y sin deliberar sentenciaron al bellaco.
Antología del Chascarrillo
Segunda Epoca