La celebración del U Hanal pixano’ob o comida de las almas también llamado finados, representa un místico encuentro entre vivos y muertos, que llevan a cabo habitantes de la población para conmemorar una costumbre de gran arraigo cultural y ancestral.
Con base en las creencias de los lugareños, del 31 de octubre al 30 de noviembre, las ánimas o “pixanes” reciben el permiso para visitar a sus familiares; desde el inframundo llegan para el convite terrenal.
La piedra angular de la celebración expresa que el espíritu del difunto retorna del más allá para convivir con sus familiares y degustar de la esencia y aroma de los guisos preparados, en medio de rezos y el ambiente de misticismo que envuelve el entorno.
Ermilo López Balam, conocedor e impulsor de la cultura maya en la entidad, compartió acerca de aspectos importantes de la celebración, así como peculiaridades del cual converge gran significado.
Precisó que con la llegada del mes de octubre, se inician los preparativos del Hanal Pixán; se limpian los patios, se pintan albarradas, se empiezan a bordar manteles, se preparan las tazas de barro (lek), el chocolate (chukua’), entre otros.
Nueve días antes del 31 de octubre, deben estar listos los preparativos y por las noches se prenden velas a la entrada de la casa para iluminar el camino de las ánimas que vienen de visita.
Las mujeres terminan el mismo día sus labores domésticas, porque creen que las almas de sus antepasados lloran al ver el trabajo inconcluso y ellos lo tienen que terminar; los habitantes de los pueblos y comunidades suelen dormir temprano para no perturbar a las almas en su paseo.
Los preparativos
López Balam indicó que el 31 de octubre es el día dedicado a las ánimas de los pequeños, es decir, de los niños, llamado también U Hanal Paalal, conocido en Lengua Maya como “Comida de los niños”.
Ese día, se cubre la mesa con un mantel blanco con bordados de colores, se pone una cruz e imágenes de santos, flores amarillas de x-p’ujuk, hojas de ruda y albahaca, velas de colores, juguetes tradicionales, un incensario, una foto del pequeño/a.
Al amanecer se ofrenda pan dulce tradicional en sus diferentes presentaciones acompañados con chocolate batido. En el transcurso de la mañana se ponen en la mesa dulces de coco y de nance, mazapanes en forma de animalitos, hojarascas, galletas y frutas de la temporada como naranja dulce, mandarina, plátano y jícama.
Para el mediodía se ofrendan los alimentos que agradan a las ánimas infantiles: comida en caldo como escabeche, puchero, relleno blanco u otro guiso sin picante y se realiza el rezo para pedir por el alma del niño difunto.
El 1 de noviembre se dedica a los adultos o U Hanal nukuch maak o la (Comida de los adultos) y también se dedica a las ánimas solas, a ese día también se le llama Noj K’íin (Día mayor o principal).
Para la ocasión se coloca un mantel blanco en la mesa, las mismas flores para el día de los niños, velas negras en lugar de colores o en su defecto blancas, también se colocan cigarros si en vida la persona fumaba, una botella de licor, una foto del difunto y junto a la mesa se coloca ropa y las herramientas de trabajo que utilizaba en vida.
La ofrenda al amanecer al igual que para los niños, es pan dulce en sus diferentes presentaciones acompañado con chocolate batido.
Durante la mañana también se ponen en la mesa dulces de coco y de nance, mazapanes, hojarascas, galletas y frutas de la temporada como naranja dulce, mandarina, plátano y jícama, así como el tradicional joy chooch o xe’ek’ que es la mezcla de diferentes frutas en un tipo de ensalada.
Al mediodía se ofrenda la comida que en vida le gustaba al difunto que muchas veces es relleno negro, puchero, relleno blanco o escabeche y por supuesto el rezo para el descanso eterno del alma del difunto.
El mismo día dedicado a los adultos, se acostumbra poner un altar pequeño y sencillo en un rincón de la casa, afuera o en la entrada de la misma y está destinada al ánima sola, con todas las ofrendas, posteriormente se les llama en voz alta para invitarlos a que tomen la gracia de los alimentos.
Según la creencia, existen ánimas que no tienen familiares o por algún motivo no ponen altar para ellos, estos se entristecen y emprenden el retorno sin haber cumplido su misión, pues ellos por ser adultos y reservados no participan sin ser invitados a tomar la gracia de otros altares, es por eso que se les debe llamar después de poner las ofrendas.
Para el altar dedicado a los niños no se hace, porque se cree que el carácter del niño es distinto al de los adultos, no se apenan y se integran a sus amiguitos con facilidad.
Bix (Ochovario)
A los ocho días de la primera celebración se realiza el Bix llamado Ochavario en el cual, el primer día también está dedicado a los niños, por la mañana las ofrendas son las mismas y para el mediodía se preparan tamales con el correspondiente rezo por el alma de los pequeños difuntos.
Al día siguiente dedicado a los adultos, los elementos del altar son los mismos de la semana anterior, también las mismas ofrendas complementadas con los tradicionales Píibo’ob (Pibes) elaborados con carne de gallinas criadas especialmente para este día y cocidos bajo tierra.
También existe la costumbre de hacer la despedida de las almas, que consiste en efectuar rezos el 30 de noviembre. Las ofrendas para ese día son tamales con chocolate o pibes amarrados con una servilleta como para llevar, en la noche se pone sobre las albarradas los pedacitos de vela y se prenden para iluminar el camino de las ánimas para su retorno al más allá.
En la casa donde murió algún miembro de la familia antes de los finados (como le llaman a los días de muertos) se abstienen de hacer el píib, porque existe la creencia de que al escarbar el hoyo de la tierra donde se van a cocer los píibo’ob (pibes), están desenterrando al difunto y no lo dejan descansar en paz.
“Esta costumbre de la celebración de Bix se ha estado olvidando, quizás se deba a la crisis porque significa gastar el doble, tal vez por eso los píibo’ob (pibes) se elaboran el mismo día dedicado a los adultos o por el desconocimientos de las nuevas generaciones”, expresó Ermilo.
Celebración que perdura
Cada año, desde días antes de la festividad, los lugareños comienzan con los preparativos para prever todo lo necesario para el memorable ritual ancestral, mismo que refrenda el interés de la ciudadanía en dar continuidad a dicha costumbre.
Sin duda, es en estas fechas cuando las familias despliegan todo un arsenal de platillos tradicionales, cuyas recetas perviven por generaciones. Se elabora todo un menú de acuerdo al gusto culinario de la persona que se recuerda, quien vuelve a saborear su platillo favorito.
Cada elemento colocado en el altar guarda gran simbolismo, desde las velas, las flores, la ruda, los pibes, la comida, la Santa Cruz, la foto del difunto, en conjunto, representan la relación hombre-naturaleza, razón por la cual los elementos únicamente son utilizados en estos días.
Cambios por el COVID-19
A las celebraciones del Hanal Pixán en la localidad se sumaban los centros educativos a través de singulares muestras y concursos de altares de Hanal Pixán, con el fin de preservar las costumbres y tradiciones mayas que son parte de la diversidad cultural de nuestro Estado y país.
Con respecto a ello, Ermilo Balam puntualizó que la exposición de altares no es un espectáculo, sino una muestra de las costumbres del pueblo, en donde existe un ambiente de nostalgia y solemnidad, pues corresponde a los días establecidos para recordar a los familiares y amigos ya fallecidos.
Para esta 2020 y ante la contingencia sanitaria por el COVID-19, los planteles no realizarán la peculiar actividad. Sin embargo, el Ayuntamiento realizará un simbólico altar y ofrecerá un rosario que será transmitido por las redes sociales.
Para no dejar pasar la ocasión, las autoridades efectuarán un concurso de maqueta, de dibujo y pintura, alusivo al Hanal Pixán. En días próximos darán a conocer la convocatoria.
Por otro lado, fieles a las enseñanzas que han perdurado de generación en generación, familias del municipio cumplirán con la realización de rezos en la intimidad de sus hogares, como lo han celebrado año con año.
Como en otros municipios del interior del Estado, las familias ofrendarán todo un manjar de exquisitos platillos que adornaran los altares de los difuntos, en una expresión simbólica de afecto a las almas y reviviendo la celebración de gran arraigo en la entidad.
Por Carlos Ek Uc