Leyenda dice que 12 vírgenes se bañaron en él
Todos saben que durante las pasadas lluvias el cenote Kambul rebosó, y ese fue uno de los factores que provocaron la intensa inundación que sufrió la comisaría de Noc Ac, sin embargo, no todos conocen que ese cuerpo de agua estaba acostumbrado a llenarse por encima de su capacidad y que hace años se realizó una ceremonia para “curarlo”.
Doña Alicia Toh Alvarado, de 77 años de edad, relató que antes el Kambul rebosaba a las 12 de la noche, y la gente tenía miedo, porque causaba inundaciones. Entonces le preguntaron a un sacerdote maya, un J-Men, qué podían hacer para evitar el peligro. El hombre hizo sus rogaciones y después les informó:
“Sólo se puede curar a ese cenote si bajan a bañarse en sus aguas 12 señoritas a las 12 de la noche”
No habiendo otro remedio, hablaron con las muchachas del pueblo y pronto juntaron a 12 de ellas que, por el bien de todos y acompañadas por el pueblo, se atrevieron a hacerlo.
“Así se logró calmar al Kambul”, dice doña Alicia, y agrega “yo era jovencita cuando llegué a conocer a unas de las señoritas que fueron esa vez. Y como ahora ya se empezó a rebosar otra vez y nos quedamos inundados, lo bueno es que sabemos el remedio”.
Primera generación de coreanos
Doña Alicia, quien nació en Noa Ac, es famosa porque pertenece a la primera generación de descendientes de los coreanos que llegaron en tres barcos a Yucatán en 1905. Su papá fue don Do Chan Ci, (Do es el apellido), quien trabajó en una hacienda cercana de don Manuel Peón. Su papá tuvo 10 hijos y ella fue la penúltima.
“Yo lo conocí ya casi para irse él, pues ya era grande”, recuerda.
La Xtabay
La mujer conoce muchas historias de la comunidad y se ha dedicado a transmitirlas cada vez que tiene la oportunidad. Cuenta que en la Ceiba que está cerca de su casa veían los antiguos a la Xtabay, y otras veces la veían meciéndose en un columpio del parque, donde se quedaba por horas.
“Se hacía pasar por algunas mestizas de aquí para llamar a los hombres, pero como cuando la veían nadie salía de sus casas, se cansaba y se iba”, dice.
El Catrín
Otro de los relatos antiguos era el del Catrín, que se aparecía en una ceiba ubicada a la salida del pueblo. Era un hombre bien vestido que tenía predilección por las mujeres y siempre que pasaba cerca una, la llamaba. Pero enseguida se corría la voz y como todas le tenían miedo, se escondían.
“Yo me pongo a sacar la cuenta y lo que pasaba es que en ese tiempo no había luz. En la hacienda dicen que estaban los ganados, y allá se aparecía Juan Tul, el señor de los ganados, que también espantaba a la gente que se atrevía a pasar de noche por allá”.
Por Roberto López Méndez