Miedo, zozobra e incertidumbre se notaba entre la gente del Oriente del Estado que fue trasladada a los albergues ante la llegada del Huracán Delta por la posibilidad de perder algo de lo poco que les quedaba, pues días antes la Tormenta Tropical Gamma les había arrebatado casi todo.
“A mí me trajeron acá al albergue y lo importante es cuidar la vida. La tormenta de hace unos días me quitó mi cochino, también mi chan pavo y mis chan gallinas todos se murieron. Se cayó una mata de ramón en la casa. Saqué mi ropa que pude, que es todo lo que tengo y mis chan documentos”, expuso la señora Candelaria Couoh Euán.
La señora fue evacuada a un albergue en Tizimín, en el Instituto Tecnológico de la localidad, junto con su esposo Gaspar Cuxim Koyoc, de 74 años de edad, a quien operaron apenas hace tres meses de la próstata y aún está convaleciente.
Narró que tras el paso de Gamma el agua inundó su casa a una altura de 1.5 metros y, aunque ya han pasado varios huracanes como Gilberto e Isidoro, no deja de sentir miedo por perder sus pocas cosas que le quedan, pero se resigna pues lo importante es la vida. Dijo que su pequeña casa está en la colonia San José de Tizimín.
“Dejé mi ropa, una hamaca vieja, una tele que me regaló el gobierno. Estoy cuidando mi vida, porque el chan baño que es de cartón también entró toda el agua. Vivimos solos y nos dijeron que mejor vengamos acá para que no nos pase nada, nos están tratando bien”, expuso.
En otro lugar del albergue estaba la familia integrada por Rubí Margarita Medina Chí, Azael Baas Dzib y la pequeña hija de ambos, María Margarita. También llevaron una perrita de nombre “Masha” y un loro que se llama “Ben”.
“Nuestra casa ya es muy viejita y está muy húmeda por al agua, porque los techos no se han terminado de hacer. Con las lluvias de Gamma nos inundamos y además está frío. Tenemos tristeza y también miedo de que se vaya a caer la casa porque no está terminada”, expuso Azael.
Abundó que en su casa dejaron ropa, una televisión, un pequeño refrigerador, un DVD, un tanque de gas y una mesa, no tienen la certeza de que al regresar los encuentren, primero por el agua y después porque también temen que se puedan meter a robarles sus cosas.
“No tenemos en realidad muchas cosas, sólo espero que no se moje o se pierda el roperito que le tengo comprado a mi hija; a ver si no se echa a perder”, expuso Rubí.
Agregaron que algunos familiares se negaron a salir de sus casas y ser evacuados, a la mera hora del paso de Delta, querían que los trasladaran, pero ya no fue posible.
En otro salón del Tecnológico habilitado como habitación del albergue estaba también don Alberto, un abuelito que no habla mucho ni escucha muy bien, pero no dudó en llevarse consigo a su perro que se llama “Huach”.
Algunos de los encargados del albergue narraron que en un inicio llevaron al viejito al lugar, pero al llegar al albergue no quería entrar hasta que fueran por su perro. Luego fueron por el can, pero no lo dejaban entrar al salón. El señor insistió y ayer se sentía seguro con su compañero a su lado.
Don José Ezequiel Cel Euán, de 65 años de edad, ya no ve, las cataratas le perjudicaron la vista y para evitar que se dañara con el paso del huracán, lo llevaron al albergue.
“Ayer me trajeron porque me dijeron que el ciclón me podía hacer daño. Yo estaba allá en la colonia López Mateos, dejé ropa, una hamaca, machete y coa. Porque mi casita no aguanta, en tres años ya le cambié como tres veces las láminas y ahora que llovió se le hicieron muchos hoyos, quedó como coladera”, expuso.
“Sí tengo un poco de temor, porque la lluvia es traicionera. Pero ya dejé encargadas mis cositas con la vecina, mi casa, porque con el techo y como está, cualquiera se puede meter y tengo un vecino que toma mucho y pues todo puede pasar”, expuso.
Narró que las cataratas en los ojos lo perjudicaron y tuvo un patrón muy malo que lo abandonó y no lo quiso ayudar.
José Quetzal Cupul y Wendy Anahí Díaz llegaron al albergue con sus tres hijos de 4, 6 y 7 años de edad, porque con las últimas lluvias el agua alcanzó más de 1 metro de alto en su vivienda.
“Y eso que el cimiento está alto, pero entró el agua y los soldados tuvieron que sacarnos. En unas partes de la calle, a mi esposa le llegaba el agua hasta el cuello, terrible”, dijo José.
“Dejamos lo poco que nos queda, porque Gamma ya nos quitó casi todo. Ahora hay que ver si Delta no nos termina de arruinar con los muebles, ropa, trastes. Los zapatos que ves aquí, lo que ves acá, es todo lo que tenemos de zapatos”, mencionó mientras señalaba con el dedo un montón de chancletas de plástico.
Wendy dijo que primero les pegó la tormenta Cristóbal en fechas pasadas, luego Gamma y ahora la amenaza de Delta.
Ambos coincidieron en que, en el albergue, se tiene mucho miedo porque no se sabe qué pasará.
Refugios
De acuerdo con Jorge Carlos Rosado Medina, encargado del refugio de Protección Civil Municipal, en Tizimín se habilitaron 8 refugios temporales para dar cabida a la población vulnerable ante el paso del huracán Delta.
A escasos minutos de que llegara el huracán por la región, añadió el encargado que tres albergues estaban a punto de alcanzar su máxima capacidad. En el Instituto Tecnológico se ingresó a 86 personas de colonias y de los poblados de Río Lagartos y San Felipe.
En total, en el lugar permanecen 8 adultos mayores, 28 hombres, 21 mujeres, 14 niños y 16 niñas.
De acuerdo con los datos proporcionados por el gobernador Mauricio Vila Dosal, luego del paso del huracán Delta por el Oriente, el dato era de 450 personas que permanecieron en los refugios temporales que se habilitaron en Tizimín.
Por David Rico