Yucatán es una de las zonas en las que se asentó la civilización maya, misma que es rica en cultura y tradiciones, por lo que su arquitectura y arte son apreciadas en distintas partes del mundo.
Es por ello que en más de una ocasión distintos personajes de la historia se han apoderado de piezas arqueológicas de esta civilización
Este es el caso de Edward Herbert Thompson, un diplomático originario de Estados Unidos que llegó a Mérida en 1885.
Thompson era un apasionado de la arqueología por lo que en 1893 compró la hacienda Chichén Itzá, ubicada a un costado de la que hoy es considerada una de las maravillas del mundo moderno.
Es por ello que durante 30 años el hombre se encargo de sacar distintas piezas del Cenote Sagrado de Chichén Itzá, y zona aledaña.
En el tiempo en el que él fue dueño de la hacienda se calcula que se robó 3 mil piezas relacionadas con la cultura maya; muchas de ellas acabaron en museos de Estados Unidos como el Museo Peabody de la Universidad de Harvard.
Inclusive en algún momento Thompson quiso llevarse el Trono Jaguar rojo, que se encuentra en la zona de Chichén Itzá.
El trono es una pieza de piedra caliza; sus colmillos son de concha marina; además de que sus ojos y las manchas que se encuentran en el cuerpo están hechas de incrustaciones de jadeita.
Aunque no se tiene la certeza, se cree que esta pieza era utilizada como un trono para los soberanos Mayas.
El robo del Trono Jaguar Rojo se pudo evitar gracias a Teoberto Maler, un arqueólogo austriaco que vivía en Yucatán, quien avisó a las autoridades para que Thompson no se llevara la pieza que ya se encontraba empacada y lista para ser transportada.
Maler fue uno de las personas que siempre criticó el saqueo de Thompson, por lo que lo denunció en medios de comunicación y ante las autoridades de México en varias ocasiones.
Actualmente varias de las piezas que Thompson se robó ya se encuentran repatriadas.
Por Redacción Digital Por Esto!
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