Familiares de pacientes ingresados en el hospital O’Horán pasan la noche a las puertas del nosocomio a la espera de los informes de salud que rutinariamente se brindan, ya que no se les permite el acceso. Algunas personas han llevado sus sillas, mientras otras más han dispuesto lonas en el piso y cobijas para pasar las noches frías en la calle.
Todos los entrevistados esperan poder tener a sus familiares en casa antes del 24 de diciembre, no pierden la esperanza, aunque, en el peor de los casos, prefieren pasar la navidad ahí, si eso les permitirá volver a casa con sus seres queridos recuperados.
Una de las personas que pernocta ahí, desde hace nueve días, está a la espera de que su nieto se recupere. Ella es Margelly Pool, quien señaló que el niño tuvo una infección estomacal y se recupera favorablemente, según lo que le han comentado los médicos, sin embargo, desconoce cuántos días más permanecerá ahí internado.
Otra de las personas que espera pacientemente el alta de su paciente es Jesús Rojas, quien desde hace una semana espera que su hijo recién nacido mejore, pues tiene una infección en los pulmones y, hasta ayer jueves, no le habían confirmado cuándo podría volver a casa, en Tixmehuac, donde lo espera su esposa, quien debido a la cesárea no puede estar con él a la espera del bebé.
Otro de los casos que se advirtieron es la situación de una señora de la tercera edad quien, por la condición de lupus que padece, los síntomas propios de la enfermedad se le han agravado. Por el momento está en coma y sus riñones ya no le funcionan, por ello está a la espera de que le coloquen un catéter, para que pueda ser dializada.
“Dormir aquí afuera es difícil, hace frío, hay mucho movimiento, ruido y luz, pero nos acomodamos; trajimos tres sillas, una para mi tía, una para mí y otra para que subamos los pies para poder dormir. Y sí, tenemos miedo de contagiarnos de coronavirus, de que ella se contagie, pero en casa mi mamá ya estaba muy mal, solo dormía y le dábamos vitaminas. Por otra parte, estar aquí es como la lotería”, explicó Miriam Muñoz, hija de la paciente con lupus.
Los familiares que, por necesidad, están a la espera de la recuperación de sus pacientes, han aprendido a sobrellevar el tiempo a las afueras de la zona de urgencias del nosocomio; cuentan con un tinaco que dispensa agua para el lavado de manos, pero, lamentablemente, los botes de basura se encuentran llenos de desperdicios, generando un espacio insalubre para quienes ahí permanecen día y noche. En cuanto a sus necesidades fisiológicas, rentan un baño de los puestos que se ubican en frente, por el que pagan seis pesos.
La comida es un tema importante, varios acuden al albergue temporal San Vicente de Paul, que proporciona alimentos para quienes no cuentan con recursos suficientes. Además, por las noches, aseguraron los entrevistados, acuden personas “de buen corazón” para regalarles algo para cenar, ya sea tortas o vasos de arroz con leche, por lo cual dijeron sentirse muy agradecidos.
SY