Debido a la pandemia tuvo que ejercer un oficio completamente diferente a lo acostumbrado; la progreseña Rosalba Lizama Rosado, emprendió el negocio de las piñatas con el propósito de no quedarse sin recursos económicos ante la difícil situación del país.
“Tengo que buscar mi sustento económico, no me puedo quedar de brazos cruzados porque de algo tengo que vivir”, así lo expresó la porteña quien se encuentra decidida a vender el mayor número de piñatas esta Navidad y Año Nuevo.
Lizama Rosado perdió su trabajo durante la pandemia, se encargaba de cuidar a una persona de la tercera edad que desafortunadamente falleció, “gracias a Dios tengo salud y la fuerza necesaria para seguir trabajando, el año ha sido muy difícil y no queda de otra que luchar por salir adelante”, mencionó.
“Hace dos años y medio tomé un curso en el DIF de cómo fabricar piñatas, lo hice con la intención de aprender algo nuevo, pero nunca me imaginé ponerlo en práctica y vivir de esto”, agregó.
“Siempre he tenido trabajo fijo, pero hace un par de meses me quedé desempleada y por eso decidí emprender este oficio. Además, estoy aprovechando diciembre porque son fechas en donde la gente compra este producto", aseguró.
“Me gusta y no es complicado, hace mucho tiempo vendí como diez piñatas que logré hacer en mis tiempos libres. Ahora que le invierto más horas mi objetivo es vender todo lo que pueda en esta época decembrina”, abundó.
Entre las piñatas más solicitadas están la de siete picos, el pavo, Santa Claus, muñeco de nieve y la del COVID-19. El precio es de 150 pesos cada una.
Comentó que aproximadamente gasta cuatrocientos pesos en material y suele sacar hasta ocho piñatas de buen tamaño.
Señaló que los progreseños suelen pedir la piñata de siete picos, que simboliza los siete pecados capitales: pereza, envidia, gula, ira, lujuria, avaricia y soberbia.
Esta figura es de las más tradicionales para la gente religiosa, quien tiene la creencia de que romperla simula la fuerza con la que se vence al mal y se destruye la falsedad y el engaño. Los dulces representan abundancia.
Doña Rosalía, a pesar de ser una persona adulta, no se deja vencer por los efectos de la pandemia de COVID-19.
“No sabemos hasta cuando se controlará el virus, y en lo que eso pasa, tengo que seguir trabajando para sobrevivir y sostener a mi familia”, concluyó.
Por Abraham Baeza