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Yucatán

Cuatro jóvenes recorren 250 kilómetros para cumplir una promesa pese al COVID-19

"Venimos con mucho cuidado, a nuestro ritmo, para cumplir la promesa que hicimos hace siete años de venir a ver a la Virgencita": exponen.
Foto: Martín Zetina
Foto: Martín Zetina

A pesar de que la mayoría de los santuarios a la Virgen de Guadalupe permanecerán cerrados a causa de la pandemia por COVID-19, los antorchistas que tienen como promesa visitar la iglesia de San Cristóbal, localizada en el Centro Histórico de Mérida, no detuvieron su paso este año. Tal es el caso de un grupo de jóvenes mujeres, que tomaron su bicicleta y recorrieron decenas de kilómetros para cumplir su manda.

Ángela Anali Kuyoc, Katia Nataly Poot e Isela Kuyoc son originarias de Kilómetro 80, una localidad ubicada en Quintana Roo, a unos 250 kilómetros de la capital yucateca. Desde hace siete años, tomaron la decisión de hacer una peregrinación anual desde ese municipio hasta Mérida, pedaleando sus bicicletas.

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Días antes de que se conmemoren las celebraciones dedicadas a la Virgen de Guadalupe, arriban al santuario mariano de San Cristóbal.

“Desde el sábado nos quitamos de nuestro pueblo, venimos con mucho cuidado, a nuestro ritmo, para cumplir la promesa que hicimos hace siete años de venir a ver a la Virgencita”, compartió la joven Ángela.

Relataron que, pese a la distancia, el sentimiento por cada kilómetro recorrido, cada pedaleada, es de felicidad, ya que los kilómetros que recorrieron las acercaba a su destino, Mérida, pero sobre todo a cumplir su promesa con la Guadalupana.

La fe impulsó a las mujeres a sortear dificultades, pese a que en su trayecto no hubo condiciones tan adversas, sí padecieron algunos retos como la lluvia y algo de frío.

“Venimos darle gracias a Dios y a la Virgen, porque todo está complicado por el COVID-19 y nuestras familias hasta ahora no se han enfermado”, sostuvo.

Ángela expuso que, como es esperada, la instrucción de sus papás fue de extremar cuidados, tanto para llegar con bien a su destino, como para no contagiarse del coronavirus.

Apuntó que, tal vez lo más complicado y el reto del trayecto antes de llegar a su destino, fue que las personas que antes las recibían en sus hogares para darles un plato de comida y un lugar para descansar, se vieron mermados, ya que con las instrucciones de extremar cuidados por el coronavirus estos oasis para ellas no fueron lo mismo, ni tan numerosos como en años pasados.

“Por la enfermedad ya no están recibiendo a los antorchistas como antes, afortunadamente, en Kaua, nos atendió una señora y ayer cuando llegamos a Kantunil otra persona; nos quedaremos algunas horas en Mérida, pero debemos volver”, indicó.

Lamentó que las situaciones derivadas de la pandemia repercutieron este 2020 en menos espacios para descansar, así como para ver a la Virgen de Guadalupe en la iglesia de San Cristóbal, lugar que cada año reúne a cientos de fieles católicos.

Por su parte, Katia Poot dijo que tal vez una de las experiencias más satisfactorias en su vida fue viajar a la Basílica de Guadalupe para conocer la imagen original. Recordó que el viaje duró alrededor de 15 días, primero ella y 8 personas más se fueron en una camioneta, llegaron finalmente al templo en la capital del país y se regresaron en bicicleta de la Ciudad de México a Quintana Roo, el tour completo duró 15 días.

La joven ahondó que, en ese viaje para conocer a la Guadalupana que está en el Tepeyac, sintió el apoyo de las personas, en las vías les ofrecieron agua, comida, un lugar para dormir, hasta que con esfuerzo y altas dosis de fe llegaron a la Península, a la comunidad.

“Nosotras venimos para que nos vea la Virgen, para que cuiden a nuestros familiares, que no nos dé coronavirus y le devuelva la salud a mi mamá”, expresó.

Celebraron la oportunidad de llegar con bien a su primer destino que es Mérida y comentaron que pedirán por su propia salud, puesto que han sufrido reveses en materia de salud; pedirán un 2021 mejor que el anterior, incluso para sus seres queridos.

Las devotas antorchistas aseguraron que, pese a un año difícil, donde el tema de la salud fue una preocupación constante, la fe ayudó a superar las vicisitudes, dándole a ellas un sentido profundo a su devoción.

“Les damos gracias a dios que hayamos llegado sanas y salvas, no tuvimos ningún problema con las bicis, con nuestra seguridad y seguro que estaremos por aquí el próximo año”, comentaron.

El viaje de regreso de 250 kilómetros de la capital yucateca a Kilómetro 80 será sinuoso, pues se acerca un nuevo Frente Frío y abonará a que el camino de regreso les sea dificultoso.

Por Guillermo Castillo

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