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Como nos lo manda el Señor

Que nadie tenga comportamientos vergonzosos que haya que ocultar y que toda nuestra conducta sea visible y transparente, para que todos podamos dar testimonio, y si hacemos obras de justicia y de amor para con el prójimo, entonces no tendremos nada de qué avergonzarnos, dijo ayer el Arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega en la misa de confirmaciones que ofició en la santa iglesia catedral.

—Justicia y caridad. ¿Qué tienen que ver con la fe, con la iglesia, con el ser humano? Hay quienes dicen que primero hay que ser justos y luego hay que tener caridad, pero qué es realmente lo que Dios espera de nosotros; ciertamente nuestro Señor es el único juez justo y quien no pague aquí sus deudas, tendrá que enfrentarse ante el justo juez.

Toca a las autoridades crear las leyes y hacerlas cumplir para la sana convivencia entre las personas ahora; en esta semana, se acaba de cumplir la sentencia de muerte contra otro mexicano en el estado de Texas en Estados Unidos, donde todavía varios estados tienen la pena de muerte. Muchos países ya no tienen, como nosotros, la pena de muerte.

Las leyes podemos quitarlas, ponerlas de acuerdo a lo que van avanzando las constituciones de cada país, pero las autoridades civiles son responsables de hacer justicia, haciendo cumplir las leyes; cuando las autoridades no actúan hay peligro de que la gente quiera cobrarse justicia por sí misma, como ha sucedido en varios lugares de México.

Gente que toma la justicia en sus manos y lincha a alguna persona a quien cree culpable; esto no debe ser y tristemente nos hemos dado cuenta de algunos casos en que aquellos que resultan linchados, no eran realmente culpables. La justicia es de Dios; en la tierra las autoridades civiles son responsables de ejercer la justicia, y que nos toca a los cristianos y que debería tocarles a todas las personas, es ser justos y hacer obras de caridad. El ser humano se realiza como persona humana obrando en la justicia y también desdoblándose en obras de caridad, las dos cosas; en tanto, que a la iglesia le toca también educarnos en lo que es justo, enseñarnos la justicia y animarnos, motivarnos a la caridad.

Vean cómo la palabra de Dios desde el Antiguo Testamento llamaba a practicar la justicia: “no oprimas a tus hermanos, vive justamente, pero también haz obras de caridad, da de comer al hambriento, vestir al desnudo, entonces brillará tu luz”.

El amor siempre es primero, porque alguien puede ser justo un poquito a la fuerza, porque lo obligan las leyes, pero hay quien puede ser justo por amor, ya desde el momento en que se comporta justamente, ya está amando; es una contradicción que alguien sea injusto, por ejemplo, con sus empleados, que no les paguen lo justo, que no los tenga en el seguro social y después ande haciendo obras de caridad; es justicia y caridad, justicia con amor, justicia por amor, pero al mismo tiempo buscar la oportunidad de hacer obras de caridad.

Nuestro Señor en el Evangelio nos llama a ser sal de la tierra y luz del mundo; nos dice: ustedes son la sal de la tierra y ¿De verdad somos la sal de la tierra? ¿De veras le damos sabor al mundo para que sea más cristiano, o con nuestra forma de vivir, en lugar de darle sabor cristiano, le damos sabor pagano al mundo?

¿Qué sabor le damos al mundo?, ¿Qué sabor le damos a nuestra familia, al ambiente de nuestro trabajo o de nuestra escuela o de nuestro barrio?

-El Señor nos llama a ser sal del mundo dándole ese sabor de los hijos de Dios y también hacer luz de la tierra, luz del mundo. Cristo es nuestra luz, pero también nosotros estamos llamados a iluminar con nuestra conducta. Ojalá que nadie tenga comportamientos vergonzosos que haya que ocultar, sino que toda nuestra conducta pueda hacer visible para todos, transparente para todos, pueda ser testimonio para todos; si hacemos obras de justicia y de amor para con el prójimo, entonces no tenemos nada de qué avergonzarnos y todo lo que somos y todo lo que hacemos puede aparecer ante los demás sin que eso sea motivo de vergüenza para nosotros.

Que el Señor nos conceda ese comportamiento que da sabor al mundo, que da luz al mundo. Los que van a ser confirmados tienen desde ahora ese compromiso, para eso vienen, a comprometerse ante el Señor y ser sus testigos en el mundo, concluyó.

(Víctor Lara Martínez)

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