Desde su fundación en 1633 por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, la Compañía de las Hijas de la Caridad tiene un carisma que resulta una bendición no sólo para los enfermos, sino también para sus familiares: servir al pobre, al más necesitado, lo que hacen todos los días en Mérida en la Ciudad Vicentina, en Cottolengo y en el Albergue Temporal San Vicente de Paúl.
Con motivo de la Jornada Mundial de Oración por los Enfermos que se conmemora hoy, visitamos este refugio que en el 2019 recibió a 6,410 personas albergadas, a las que gratuitamente se les brindó 108,248 comidas, 2,876 medicamentos, 1,678 pañales, 1,421 mudas de ropa, 721 despensas, 58 mil servicios de baño, además de proporcionar áreas de descanso a 44,284 personas.
La administradora Alejandrina Lizama Noh informó que este albergue se fundó hace ya 52 años y actualmente es atendido por 4 religiosas, algunos empleados y estudiantes que hacen labor social altruista, como los de la Prepa 1 de la Uady, y las voluntarias de los jesuitas, que dedican un año de su vida a dar apoyo a las instituciones.
Otras que dan apoyo son las personas que están en la Legión de María, que van a visitar a los enfermos. Y hay otros apostolados que a veces llevan café, pan dulce y sandwiches a los familiares que se quedan en las bancas del hospital, porque no todos van al albergue
También –dijo– vienen las personas de la Llama del Amor, que a las 9 de la mañana hacen el rosario los lunes, miércoles y viernes.
El sábado todo se lo regalaron
Entrevistada en ese lugar, sor Mercedes Díaz, nacida en León, Guanajuato y con 54 años de servicio, de los que ha pasado los últimos 9 en Mérida, relató que cuando era joven estudió la carrera de contador privado, y una vez que entró a esa comunidad estudió enfermería.
Actualmente, relata, está dedicada a recoger donativos en la Central de Abastos. A veces, cuando cuentan con algún donativo de dinero en efectivo, van a comprar lo que necesitan, “pero este sábado todo me lo regalaron, gracias a Dios”, comentó.
Vivir de la Providencia es maravilloso
Y agrega:
–El efectivo es lo que hace falta que llegue, porque los donativos en especie, cuando uno está muy ahorcado, gracias a la Divina Providencia llegan. Por ejemplo, necesitaba tres cuchillos. Yo decía: ¿Cómo puede ser que desaparezcan? Ahora los tengo que comprar, pero no hay dinero. Entonces, cuando estaba en la Central de Abastos, llega junto a mí un señor y me muestra unos cuchillos. Entonces le digo. No, no los puedo comprar.
Y me responde:
–¿Y quién le dijo que se los voy a vender? Se los estoy regalando. Yo dije: ¿De veras? Sí, me respondió.
Y me dio dos cuchillos, dos pelapapas, un rallador de queso y una navaja múltiple. Así es en todo gracias a Dios. Es hermoso vivir de la Providencia, es lo más maravilloso que hay.
–¿Cuántas personas caben aquí?
Contesta Alejandrina:
–El tope de albergados es de 120 al día, o sea, de los que pernoctan, y de los que piden descansar, bañarse, comer, pero no se quedan a dormir, son entre 30 y 50 al día. Además, a las personas albergadas se les dan las 3 comidas, hamacas o camas, áreas de descanso, lavaderos, baños, medicamentos, pañales y despensas. Ahorita tenemos un poco surtida la despensa, pero a veces está casi vacía, y entonces nos atenemos a la Providencia, que es la que mueve la buena voluntad de las personas, y al día siguiente ya llegó alguna donación.
Segunda vez que está en Mérida
Por su parte, sor Silvia Hahuey Montoya, del Estado de Hidalgo y con 36 años de servicios en la congregación, dijo que es la segunda vez que está en Mérida. En la primera estancia, iniciada en 1995, hizo dos años y ahora tiene dos años también. Ella nos dice:
–Recibo a los hermanos que vienen a pedir hospedaje porque tienen a sus pacientes en el hospital, que vienen a que les den diálisis o tratamiento contra el cáncer, quimioterapia o radioterapia. Otros piden un lugar para descansar por un rato y bañarse. También tenemos cuartos donde están los enfermos que no se quedan en el hospital y están acompañados por sus familiares.
A todos los que se quedan albergados se les asigna hamaca o cama, según como estén acostumbrados, y sus tres comidas. Como a veces son muchos los que se quedan en el área de descanso se quedan 8 o 10 a dormir, y se les ponen colchonetas para que pasen la noche.
A los que se quedan hospedados porque sus familiares están en el hospital, los dividimos en área de damas y área de varones. Abrimos a las 6 de la mañana y cerramos a las 11:45 de la noche, porque a las 11 de la noche les dan la última noticia de cómo se encuentran los pacientes y vienen a dormir.
–¿De dónde vienen los que se albergan aquí?
–Del interior del estado, de los otros estados de la península, de Veracruz, de Tabasco, de Belice y hasta de Honduras.
Moscos y hormigas –¿Qué necesidades aparte de la comida y del dinero en efectivo tiene el albergue?
–Pues tenemos aquí dos problemas: muchos moscos y muchas hormigas que se comen los forros de los cables de la luz y eso hace que se quemen los focos muy seguido. Quisiéramos que nos ayudaran con eso.
El teléfono para avisar de donaciones y para pedir informes es el 923 12 02.
(Roberto López Méndez)