Síguenos

Última hora

México vs Honduras en vivo: Cuartos de final Concacaf Nations League

Yucatán

¿Cree usted en los milagros?

Ariel Juárez García

“Un milagro es un hecho que no se puede explicar por las leyes conocidas de la naturaleza” –según– el Diccionario Enciclopédico Santillana.

Casi todas las religiones creen en los milagros y están convencidas de que suceden y ocurren a menudo. Sin embargo, los fundadores del budismo, el cristianismo y el islam tienen diversas opiniones sobre los milagros –explica The Encyclopedia of Religion.

Incluso, la creencia en los milagros es poco popular en diversos países, entre ellos Alemania. Una encuesta que se publicó en este país en el año 2002, indicó que el 71% de los ciudadanos opinan que los milagros son ficción, no realidad.

En la era moderna de la tecnología, la exploración espacial y la ingeniería genética, parece que no hay lugar para escuchar las narraciones de portentos y prodigios divinos que se revelan en la Biblia. Las consideran como un simple producto de la imaginación o simples alegorías. Sencillamente les resulta difícil, por no decir imposible, admitir la intervención de una fuerza sobrenatural.

“Los milagros no existen y punto”, sentenció un joven que se reconocía agnóstico. Y entonces pasó a citar las palabras de David Hume, filósofo escocés del siglo XVIII, quien escribió: “Un milagro es la violación de las leyes de la naturaleza”.

Hoy día, lamentablemente, muchas personas abrigan serias dudas sobre la verdad de los milagros de Jesucristo. Según el autor de cierto libro que afirma ahondar en la figura del “verdadero” Jesús, dichos relatos no son más que “estrategias publicitarias” para difundir el cristianismo.

Para otras personas, esos milagros son “un descarado fraude”. En ocasiones se acusa al propio Jesús de ser el artífice del engaño. Justino Mártir, filósofo del siglo segundo, señaló que los detractores de Jesús “tuvieron el atrevimiento de decir que no fue un profeta judío, sino un mago, un iniciado de los templos paganos y seductor del pueblo”.

En realidad, los milagros de Jesús no se presentan en la Biblia como trucos de ilusionismo destinados a entretener al público, sino como manifestaciones del “poder majestuoso de Dios”, según se aprecia en el caso del muchacho de quien Jesús expulsó un demonio (Ver Evangelio de Lucas capítulo 9 versículos 37 al 43).

A diferencia de los ilusionistas, magos y curanderos, Jesús nunca empleó hipnotismo, trucos, exhibiciones espectaculares, conjuros ni rituales que despertaran las emociones. Tampoco recurrió a supersticiones ni a reliquias u objetos parecidos.

Note la sencillez y modestia con la que sanó a dos ciegos: “Enternecido –cuenta el relato–, Jesús les tocó los ojos, y ellos inmediatamente recibieron la vista, y le siguieron” (Ver evangelio de Mateo capítulo 20 versículos 29 al 34). Como era común en Jesús, no hubo ningún ritual, ninguna ceremonia, ningún despliegue ostentoso. Llevó a cabo estas obras milagrosas a la vista de todos, a menudo con numerosos testigos presentes. No empleó juegos de luces, montajes especiales, ni accesorios. En cambio, los supuestos milagros de la actualidad a menudo no se pueden documentar (Ver Evangelio de Marcos capítulo 5 versículos 24 al 29 y evangelio de Lucas capítulo 7 versículos 11 al 15).

“Acusar a los autores de los Evangelios de ahogar indiscriminadamente los hechos históricos en un mar de supuestos milagros para difundir propaganda teológica sería una flagrante injusticia... Ellos trataron de realizar una tarea documental honrada” –señala sobre la honestidad de los escritores, el libro The Miracles and the Resurrection (Los milagros y la resurrección).

¿Cree usted en los milagros?

En su descripción de las obras poderosas de Jesús, los Evangelios ponen al descubierto a un hombre de profundos sentimientos e inigualable compasión, muy interesado en el bienestar de sus contemporáneos.

Aunque en los Evangelios se contabilizan unos treinta y cinco milagros de Jesús, la cifra total se desconoce. En el Evangelio de Mateo capítulo 14, versículo 14, por ejemplo, dice que Jesús “vio una gran muchedumbre; y se compadeció de ellos, y curó a sus enfermos”, pero no especifica el número de enfermos que sanó.

Es cierto, la fe se basa en pruebas. Y en tiempos pasados, los milagros desempeñaron su papel en infundir fe. Las señales que Jesús ejecutó sirvieron para convencer a otros de que era el Mesías prometido. (Ver Evangelio de Mateo capítulo 8, versículos 16 y 17 y Hebreos capítulo 2, versículos 2 al 4). Tales obras poderosas demostraron lo que Jesús afirmaba, que era el Hijo de Dios. Las mismas Sagradas Escrituras confirmaron que era el poder de Dios lo que capacitaba a Jesús para efectuar milagros.

El apóstol Pedro se refirió a él como el “varón públicamente mostrado por Dios a ustedes mediante obras poderosas y portentos presagiosos y señales que Dios hizo mediante él en medio de ustedes, así como ustedes mismos lo saben”. (Ver Hechos de los apóstoles capítulo 2, versículo 22).

Está claro, pues, que los milagros de Jesús fueron más que simples demostraciones de poder. Glorificaron a Dios, y así pusieron un modelo para los cristianos, a quienes se insta a “glorificar a Dios”. (Romanos 15:6.) Animaron a la gente a hacer el bien, a mostrar generosidad y compasión.

Ahora bien, todo indica que esas obras milagrosas –o dones del espíritu– dejaron de realizarse después que murieron Jesús, los apóstoles y las demás personas que habían recibido dichos dones. El apóstol Pablo escribió: “Sea que haya dones de profetizar, serán eliminados; sea que haya dones de hablar en lenguas, cesarán; sea que haya conocimiento revelado por Dios, será eliminado” (Ver Primera Carta a los Corintios capítulo 13, versículo 8).

¿Por qué serían eliminados? Porque una vez cumplido su objetivo —demostrar que Jesús era el Mesías y que la congregación cristiana contaba con la aprobación divina—, las curaciones y otros dones ya no serían necesarios.

Con todo, hoy día, muchos afirman que Dios les ha concedido el don de realizar “curaciones milagrosas” en el nombre de Jesús… Cabe mencionar que, el Hijo de Dios advirtió que se presentarían individuos que realizarían “milagros en su nombre” y que a ellos les declararía: “Nunca los conocí; apártense de mí, ustedes que hacen el mal” (Ver Evangelio de Mateo capítulo 7 versículos 22 y 23, de la traducción, La Biblia de Nuestro Pueblo).

Además, ninguna curación realizada con reliquias, imágenes religiosas u objetos similares puede proceder de Dios. ¿Por qué? Porque la Palabra de Dios ordena claramente a los cristianos que “huyan de la idolatría” y que “se guarden de los ídolos” (ver la Primera carta a los Corintios capítulo 10, versículo 14 y la Primera Carta del apóstol Juan capítulo 5, versículo 21).

Siguiente noticia

'Ciudad Mágica” continuará abierta hasta el próximo jueves