MOLAS, comisaría de Mérida.– Doña María Engracia Canché Ramos y sus cinco hijas crían gallinas, pollos, chivos y pavos en el patio de su humilde vivienda.
Cuando terminan sus quehaceres las chicas pueden ver las caricaturas en la única televisión que poseen.
Carlos Efraín sale a trabajar de albañil a unos cuantos metros de su hogar; para él el trabajo no ha bajado ni el coronavirus ha afectado la economía de su familia, pues tienen para comer huevos, gallina o pavo, así como tomar refresco de naranja y limón, entre otros.
Doña María Engracia indica a sus hijas las tareas que deben llevar a cabo: mientras una barre, la otra lava trastes y las más pequeñas ayudan a alimentar a los animalitos.
Todas van a la escuela: Carlita está a punto de terminar la secundaria técnica; Martita cursa el primer grado en la misma institución educativa; Vanesita va en tercero de primaria; María estudia el primero y Adriana pronto ingresará al kínder.
La jefa de esta familia prepara los alimentos y está al pendiente de sus hijas al tiempo que mete la ropa a la lavadora; cuando su esposo regresa de trabajar ya tiene listos los alimentos.
Juegos
Dijo que cuando sus hijas terminan de ayudarle, les revisa sus cuadernos y dan una repasadita a los temas que vieron antes de la contingencia.
Cuando cae la tarde organizan cualquier tipo de juegos en familia.
“Nosotros estamos tranquilos, no hay baja de chamba, siempre hay trabajo, pero para cualquier cosa criamos pavos, gallinas, patos, pollitos, gallos, chivos y los vendemos o los comemos; también tenemos árboles de toronja, de limón y de otras frutas que nos ayuda bastante en la economía de mi familia”, dice Carlos.
Al preguntarle a la jefa de la familia cómo le hace con tantas niñas, suelta la carcajada:
“No yo le atiné, fue mi esposo, ja ja já”.
Aunque carecen de lujos las menores se entretienen entre ellas.
“Tenemos muchas cosas que hacer en la casa: una barre, otra lava trastes, pero todas me van ayudando y las más pequeñas le dan el alimento a los animalitos; aquí no tenemos otra manera de distracción, solo una televisión tenemos; aquí no tenemos esas cosas de video juegos y tampoco contamos con internet pero porque aquí no llega, estamos un poco lejos”, refiere esta humilde mujer.
Admiten que desconocen la información sobre guardar una sana distancia que recomiendan las autoridades sanitarias, con la finalidad de evitar contagio del coronavirus.
“Aquí no usamos gel ni cubre-bocas, pero sí nos lavamos las manos continuamente con agua, cloro, jabón; aquí no creo que sea un problema para nosotros porque no salimos a la calle, aquí estamos juntas; todo el tiempo hay cosas que hacer; por eso no sabemos de eso que hablan de los programas de las autoridades; creo que lo mejor es enseñarles buenos hábitos, que aprendan cosas buenas”, dijo doña Engracia.
Feliz de estar en casa
Por su parte, Carlita dijo que se siente bien estar en casa con sus hermanitas y sus papás, pues de esa manera puede ayudar en las diferentes actividades que se requieran; sin embargo, también piensa que requerirá una computadora cuando entre a la preparatoria.
“Me siento muy bien ayudando en los quehaceres a mi mamá, cuidando a mis hermanitas y jugando con ellas, pero también hago tareas que me dejaron antes de que pasara esto del coronavirus, aunque también pienso en que ya pronto terminaré la secundaria y en la preparatoria sé que necesitaré una computadora y otras cosas; por eso quisiera que alguien me ayudara; ojalá que el gobierno que está apoyando con becas me dieran la oportunidad”, concluyó.
(Texto y foto José Luis Díaz Pérez)