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Yucatán

En Jueves Santo lo que en realidad celebramos es lo que se instituyó y enseñó Jesús esa noche a sus apóstoles: la Eucaristía, el Sacerdocio Ministerial y el Mandamiento nuevo del amor.

Eso dijo ayer el Obispo Auxiliar Pedro Mena Díaz al leer la homilía de la Misa de Jueves Santo de la Cena del Señor, que fue presidida por el Arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega y que como medida preventiva ante la pandemia se celebró a puerta cerrada, sin la presencia del público, en la Santa Iglesia Catedral, aunque se difundió por los medios electrónicos.

Mena Díaz agregó:

–Jueves Santo es un gran día para nuestra Iglesia, porque aunque la llamamos “La Última Cena”, en realidad no celebramos un convite sino esas tres bendiciones que nos dio Jesús.

A las benditas familias que están reunidas en sus casas en este especial Jueves Santo, les doy una buena noticia: Jesús les dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo: Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaremos juntos.

Recordó también que en la primera lectura tomada del libro del Éxodo, la narración de aquella Pascua que iba a marcar la historia del pueblo judío, habla de las instrucciones para celebrarla en familia, así como de la indicación de cubrir de sangre el marco de la puerta de la casa, para proteger a la misma familia. A partir de aquella noche –comentó– escuchamos que dicha pascua se celebraría como institución perpetua, de generación en generación.

Protección ante el Covid

Y hoy la generación del tercer milenio mantiene la celebración de la pascua en familia, y así como las familias judías no fueron heridas por las plagas de Egipto, así cada una de sus familias está pidiendo la protección de Dios ante la pandemia del Covid-19.

Pero en Cristo se ha actualizado aquella pascua llevándola a su perfección, pues la instrucción que recibieron los judíos era escoger un cordero sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. Cristo es el cordero perfecto, que como enseña la carta a los hebreos, “Jesucristo después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, se sentó para siempre a la derecha de Dios”. En efecto, con esta única ofrenda llevó a la perfección de una vez y para siempre a los que santifica.

Primera encomienda

Asimismo recordó que con la institución del Sacerdocio Ministerial, el sacerdote tiene como primera encomienda la predicación de la Palabra del Señor, y como centro de su ministerio, la eucaristía. Por eso nuestro Plan Diocesano de Pastoral dice así a los presbíteros:

“Tiene como deber primero anunciar a todos el Evangelio de Dios, es creativo al encontrar los medios para acercarlo a los más alejados y confirmarlos, renovarlos y revitalizarlos con la novedad de la Buena Noticia, suscitando en encuentro personal y comunitario con Jesucristo, y como instrumento de la gracia divina, colabora en la salvación de los hermanos guiándolos hacia Dios.

Por eso, hermanos, hoy elevemos nuestra oración para que como pastores seamos fieles al llamado que Dios nos ha hecho. En estos días de confinamiento por la pandemia, los sacerdotes, acompañados de los diáconos, han puesto en práctica lo que estos números de nuestro Plan Diocesano de Pastoral piden: Se han puesto creativos para llegar a los hogares a través de las redes sociales, de la radio, de la televisión, del Internet, de los diarios. Que esta experiencia de creatividad pastoral continúe el terminar estos días difíciles de la emergencia sanitaria.

El reto de ser sacerdote

Consideró que estos momentos de agitación y temor con la gracia de Dios se pueden convertir en un ambiente que rete a muchos jóvenes a reflexionar sobre el llamado que Dios les hace para ser pastores en la Iglesia Católica. Recordó que el Papa Francisco, en su mensaje vocacional para este año 2020, habla de la valentía que con Dios es posible tener: “Si dejamos que nos abrumen las adversidades que se presentarán, entonces apartaremos la mirada de Jesús rápidamente, y como Pedro, correremos el riesgo de hundirnos. Al contrario, a pesar de nuestras fragilidades y carencias, la fe nos permite caminar al encuentro del Señor resucitado y también vencer las tempestades. En efecto, Él nos tiende la mano cuando el cansancio o el miedo amenazan con hundirnos, y nos da el impulso necesario para vivir nuestra vocación con alegría y entusiasmo”. Necesitamos muchos sacerdotes para conducir a nuestro pueblo hacia la plenitud de la vida.

El Obispo Auxiliar recordó que un Papa decía: Antes teníamos cálices de barro y cristianos de oro, hoy tenemos cálices de oro y cristianos de barro; por eso necesitamos muchos sacerdotes para conducir a nuestro pueblo al encuentro de Jesús.

El mandamiento del amor

El Obispo Auxiliar recordó que hoy también conmemoramos el Mandamiento nuevo del amor, que ya existía antes de Jesús (en el libro del Levítico 19-18). Pero, ¿por qué le llama Jesús nuevo? Es nuevo porque es universal, se debe amar a toda la humanidad, a todos los hombres y mujeres de toda condición social, sean amigos o enemigos, y cualquiera que sea su raza. Es nuevo porque no se trata de un amor cualquiera, sino de amar como Cristo nos amó: hasta dar la vida por nosotros, incluyendo a los que lo sacrificaron. Jesús nos dirá: Si aman nada más a los que los aman, ¿qué recompensa merecen?

Esta enseñanza de amar sin límites es difícil de seguir. ¿Dónde tomaré fuerzas para vivirla? La respuesta está en la Eucaristía, porque en ella Dios se renueva. Como en el sacrificio que vivió Cristo sin reservas, ahí nos ama hasta el extremo.

Pero, ¿quién me ofrecerá la eucaristía sin sacerdotes? Nadie. Dios ha querido contar con sacerdotes para que sean el mismo Cristo que ofrezca su sacrificio redentor para la salvación del mundo.

Y concluyó:

–Gracias, Jesús por el gran regalo de la Eucaristía. Gracias, Jesús por los sacerdotes que enseñan tu Palabra y ofrecen la Eucaristía. Gracias porque con tu Palabra y con la fuerza del alimento que es la Eucaristía, puedo vivir de manera siempre nueva tu mandamiento de amor. Así sea.

Hay que señalar que también estuvo como concelebrante el padre rector Justo Ceballos Uc, quien al finalizar la misa leyó una oración para pedir por la salud. Y también se hizo una oración a María Santísima, Nuestra Señora de Yucatán.

Seguir en familia la adoración de la Cruz

Por su parte, el Arzobispo de Yucatán Gustavo Rodríguez Vega dijo antes de concluir:

–Mañana (por hoy) vamos a celebrar nuestro oficio cuyo signo central será la adoración de la Santa Cruz; ustedes hermanos lo pueden seguir en familia, y la cruz principal que hay en sus hogares que sea el centro de cada familia, de cada celebración, que sea adorada en el mundo entero.

(Roberto López Méndez)

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