Yucatán

Ver como hermanos a todos los hombres y mujeres del mundo, ese es el mensaje de Cristo Resucitado, dijo ayer en la Santa Iglesia Catedral, en el marco de la Solemne Vigilia Pascual, el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega.

Oficiando ante los fieles que desde sus hogares seguían la misa a través de los medios electrónicos porque debido a la contingencia sanitaria se realizó a puerta cerrada, lo explicó así:

–Cuando resucita, Jesús pide a las mujeres: “Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, allá me verán”. Pongamos atención: Jesús se refiere a sus discípulos como sus hermanos porque el Resucitado quiere que lo vean en verdad como un hermano. Entonces a Jesús Resucitado adóralo como Dios que es, y ámalo como hermano tuyo que es. Y si él nos ve como hermanos, ¿cómo no ver como hermanos a todos los hombres y mujeres del mundo?

El prelado dijo también que las mujeres fueron las primeras misioneras de la historia, y las primeras discípulas en llevar la buena nueva, y han seguido siendo las que dan esta buena nueva a las nuevas generaciones de seres humanos del mundo. Asimismo recordó que Cristo nos invita a no tener miedo, lo que hay que hacer incluso ante la pandemia que afecta a la humanidad, sin descuidar la atención, el cuidado y la prudencia de las medidas sanitarias que se nos piden.

Igualmente pidíó que con la fuerza del fuego nuevo que nos da Cristo Resucitado además de luchar por liberarnos de la esclavitud del pecado, luchemos contra todas las esclavitudes modernas a las que se ven sometidos tantos hermanos y hermanas, especialmente los migrantes, los refugiados, y las víctimas de trata.

Hay que comentar que la Misa de la Solemne Vigilia Pascual dio inicio con el encendido del fuego nuevo, que estuvo a cargo de don Gustavo y que, según se pidió a todos, fue encendido también por las familias católicas en sus propios hogares.

Este es el texto completo de su homilía, una parte de la cual, por respeto y atención a nuestro pueblo, dijo en maya.

–No está aquí, ha resucitado. Les saludo con el gozo de la buena noticia de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Hoy hemos repasado la historia desde el principio. La primera lectura nos ha dicho que el Creador, después de crear todas las cosas, viene a la creación del ser humano diciendo: hagamos al hombre a nuestro imagen y semejanza. Y creó Dios al hombre a su imagen. Hombre y mujer los creó. Ya desde aquí nos damos cuenta de que Dios tiene un amor particular por el ser humano, y que nada en la creación está a la altura de la dignidad humana, por ser a imágenes de Dios. Pero también existe la misma dignidad entre el hombre y la mujer.

La segunda lectura nos habla del primer creyente en el Dios verdadero, que estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac como lo hacían los pueblos de aquél tiempo. Dios lo detuvo, pero quedó como figura profética de Dios Padre llevando a su único hijo hecho hombre al sacrificio redentor.

Y eso nos cuestiona a todos para preguntar: Hasta dónde llega nuestra obediencia y nuestra fe en Dios. Aunque no seamos fanáticos, Dios espera que seamos radicales en nuestra fe y obediencia, ante lo que de veras espera el Señor de nosotros.

Nosotros atravesamos las aguas bautismales

La tercera lectura nos dice que el pueblo de Israel atraviesa las aguas del Mar Rojo para liberarse de la esclavitud de Egipto. Nosotros hemos atravesado las aguas bautismales para no volver de nuevo al pecado: Hoy esta celebración es de renovación bautismal. Además de luchar por liberarnos de la esclavitud del pecado, luchemos contra todas las esclavitudes modernas a las que se ven sometidos tantos hermanos y hermanas. Especialmente los migrantes, los refugiados, y las víctimas de trata.

La cuarta lectura nos presenta la profecía del rescate de Israel usando una figura esponsal en la que el Creador toma como esposa a su pueblo para reconstituirlo en todo sentido. La humanidad entera y la Iglesia somos esa esposa a quien el Señor quiere hacer renacer luego de esta Cuaresma y de esta cuarentena.

Ojalá que del mismo modo cada persona reconstruya la buena relación con su pareja, y con su familia, y cada sacerdote en su entrega esponsal a su Iglesia, y cada religiosa y religioso en su entrega esponsal a Cristo.

En la quinta lectura, el Señor nos invita a renovar la alianza con Él, y nos invita a beber de su agua y del pan que nos ofrece. Nos dice: “Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos, préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán”.

No desairemos la generosa invitación que Dios nos hace de acercarnos a convivir con Él. Ojala nos convenzan los sufrimientos de esta pandemia.

La sexta lectura es un llamado a la sabiduría. Esta pandemia nos está dejando grandes enseñanzas que no hemos de desperdiciar. Preparémonos desde hoy para salir a una vida diferente, dice el Señor. Aprende dónde están la prudencia y la inteligencia, y la energía. La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios. Vuélvete a ella Jacob y abrázala, camina a la claridad de Jesús.

La séptima lectura y última lectura del Antiguo Testamento en esta noche santa, y por los 50 días de la Pascua, en los cuales sólo habrá lecturas del Nuevo Testamento, nos hace ver que Dios es el protagonista de la obra buena.

Solo no, pero con Dios sí

Tal vez tú creas que no tiene remedio y que no puedes cambiar, y tienes razón, tú solo no puedes, pero si te pones en las manos de Dios, todo se puede. Fíjate lo que dice la lectura: Les daré un corazón nuevo, y les infundiré un espíritu nuevo. Todos podemos ser renovados por la gracia de Dios.

El pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos, nos habla del efecto que tiene en nosotros la muerte y resurrección de Cristo: Aquí Pablo afirma una gran verdad fundamental de nuestra fe: Que Cristo al resucitar, vive ahora para Dios. Y dice: “Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Estamos pues llamados y posibilitados, para vivir una vida nueva. El texto del Santo Evangelio según San Mateo, narra la resurrección de Jesús. María Magdalena y la otra María van al sepulcro y son testigos de que hubo en el lugar un gran temblor, y de que un ángel del cielo hizo rodar la piedra que tapaba la entrada al sepulcro de Jesús. Y se sentó encima de la piedra.

Aquél espectáculo era realmente para llenarse de pánico, y de hecho los guardias se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. Pero las valientes mujeres que tuvieron valor para ir al sepulcro, para embalsamar el cuerpo de Jesús, fueron reconfortadas por el Ángel, con la buena noticia de que Jesús ha resucitado, invitándolas a ver el lugar donde habían puesto a Jesús.

Las primeras misioneras

Y las mujeres fueron las primeras encargadas de llevar la noticia de la resurrección de Jesús. Todos nosotros hemos recibido la buena noticia de la resurrección de Cristo por parte de nuestras y santas mujeres, nuestras mamás, nuestras abuelas, nuestras tías, a veces nuestras hermanas mayores, nuestras catequistas, y por ahí tal vez alguna que otra religiosa.

Dan vida al cuerpo y al espíritu

¿Cuánto les debemos a esas santas mujeres? También el Papa y los obispos, y cada sacerdote, todos hemos sido evangelizados por las mujeres. Las que dan la vida al cuerpo, han sabido también dar vida al espíritu con nuestra fe. Dejémonos todavía evangelizar por ellas. Ellas corrieron a dar la noticia a los discípulos, e iban llenas de amor y de gran alegría: No se trata de miedo, sino de ese don del Espíritu Santo que nos hace quedar pasmados ante la grandeza de Dios.

No tener miedo

Y lo que menos esperaban los discípulos es que el resucitado les saliera al encuentro, pero al verlo, se le acercaron para abrazar sus pies y adorarlo. Ahora es Jesús quien les invita a no tener miedo. Y la misma invitación nos hace ahora a todos nosotros: Hagamos a un lado el miedo y tengamos todo el cuidado y precaución que esta pandemia requiere, pero lo primero es no tener miedo.

Y Jesús les reitera el envió a las mujeres: Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, allá me verán: Pongamos atención: Jesús se refiere a sus discípulos como sus hermanos. El resucitado quiere que lo vean en verdad como un hermano. A Jesús Resucitado adóralo como Dios que es, y ámalo como hermano tuyo que es. Si él nos ve como hermanos, cómo no ver como hermanos a todos los hombres y mujeres del mundo.

En el resucitado afiancemos nuestra fraternidad dentro de la Iglesia y fomentemos este Espíritu donde quiera que vayamos. Hermanos y hermanas, feliz Pascua de Resurrección, Que tengan una semana una octava de Pascua muy feliz. Sea alabado Jesucristo Resucitado.

Antes recordó que como las demás misas de Semana Santa debido a la pandemia se realizó a puerta cerrada en la Santa Iglesia Catedral, el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega recordó a todos pidió a todos:

En el resucitado afiancemos nuestra fraternidad dentro de la Iglesia y fomentemos este Espíritu donde quiera que vayamos. Hermanos y hermanas, feliz Pascua de Resurrección, Que tengan una semana una octava de Pascua muy feliz. Sea alabado Jesucristo Resucitado.

Hay que informar que concelebraron con el Arzobispo Pedro Mena Díaz, Obispo Auxiliar de Yucatán, el Pbro. rector de la S. I. Catedral, Justo Ceballos Uc, y el Pbro. José Manuel Romero Estrella, párroco del Sagrario Metropolitano

(Roberto López Méndez).