Pilar Faller Menéndez
Una vez más, el historiador Enrique Krauze se vuelve a poner en el flechero a través de su cuenta de Twitter, criticando al presidente de citar los evangelios, diciéndole que: “Una casa dividida contra sí misma, no sobrevivirá.” Pero para su desgracia, su recomendación no fue recibida con los efectos que probablemente pensó, y que muy por el contrario, le sacaron nuevamente los trapos sucios y lo criticaron por su doble moral, ya que fue uno de los principales actores de la que fue llamada “Operación Berlín”.
Esta operación tomó por sorpresa a la opinión pública mexicana, ya que fue un escándalo mediático cuando se destapó la cloaca y un grupo de editores mexicanos, representados por Ricardo Sevilla, dio a conocer en el programa de noticias de Carmen Aristegui el 18 de marzo de 2019, que en vísperas de las elecciones presidenciales de 2018 fueron contratados por Krauze con el fin de dejar fuera al entonces candidato de Izquierda por el partido Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Se acusaba en un reportaje del periodista Juan Carlos Rodríguez, que mediante una investigación descubrió que los involucrados en este hecho eran poderosos empresarios como Francisco Coppel Luken, dueño de Coppel, Alejandro Ramírez Magaña, dueño de la cadena de Cinépolis, así como Ricardo Rojo, dueño de la cadena Expertaria, y se pudo confirmar también la participación de Germán Larrea.
La operación consistió principalmente en la creación de perfiles falsos en las redes sociales con fines de difundir una propaganda contra el candidato López Obrador. Ricardo Rojo, quien coordinaba a un grupo de jóvenes que se encargaban de producir “memes”, videos y mensajes contra el nombrado candidato, los instaba a no reparar en el contenido de éstos con gritos como “¡El dinero no es de ustedes, así que métanle!”.
Un integrante de este grupo que quiso guardar su anonimato, mostró pruebas como recibos de nómina, correos, fotografías que demuestran el trabajo sucio realizado durante 18 meses y que obviamente se trataba de un complot, como lo hubiera llamado López Obrador. Con esto, podemos constatar que sin importar el candidato, hay juegos bajos y clandestinos en las campañas políticas.
El informante anónimo reveló que quienes se encargaron de construir los sitios de internet, así como los perfiles en la red social de Facebook con el fin de desprestigiar al candidato de Morena fueron reclutados por quien fue reconocido y hoy desprestigiado historiador Enrique Krauze, director de la revista Letras Libres y de Editorial Clío, así como el crítico literario Fernando García Ramírez, quien era considerado el brazo derecho de Krauze, muy cercano al empresario Coppel, y quien hoy tiene una columna en el periódico El Financiero.
Existen muchos detalles que se han omitido sobre esta operación, a fin de centrarnos en quien hoy se atrevió a hablar de una “casa dividida” cuando él mismo fraguó esto en 2018, fue el encargado de darles el “visto bueno” a los temas que infundirían miedo a los ciudadanos para no votar a favor de López Obrador. Pero la mayor imprudencia de Krause fue que los intelectuales que “fabricaban” sus historias, trabajaban desde las instalaciones de Letras Libres. Motivo por el cual, Krauze no puede negar su implicación en esta operación.
Si alguien piensa que esto es una campaña pro-AMLO, se equivoca, si esta operación hubiera estado dirigida en contra de cualquier otro candidato, hubiera sido igual de repudiada, porque insulta y divide a los mexicanos. No hay que olvidar lo candentes que fueron las discusiones en las redes sociales, y cómo el país quedó dividido, probablemente a causa de los mensajes que esta operación infiltró.
Me causa indignación que Enrique Krauze asome sus narices en las redes sociales, que tenga el cinismo de aconsejar a quien tanto atacó. Para su desgracia, la memoria de sus actos permanece intacta, y salió perjudicado y probablemente convencido de que hoy su palabra no tiene valía, que el pueblo mexicano no olvida, que puede regresarse por el mismo camino que lo llevó a creerse un Mesías trayéndonos la verdad. Los actos y las palabras deben guardar congruencia Sr. Krauze.