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Yucatán

La limpieza espiritual de los siervos de Dios

A partir de la pandemia COVID-19 que está provocando la muerte de miles de personas alrededor del mundo en más de 190 países, la mayoría de las personas aprecian la limpieza física. Por eso en mercados grandes y farmacias se agotan rápidamente los jabones, detergentes, alcohol, gel, desinfectantes y desodorantes. Por eso también se tienen lavanderías, servicios de limpieza y departamentos de sanidad. Sin duda, porque lo sucio es ofensivo, perjudicial, dañino para la salud física y… pone en peligro la vida.

Hoy día, la limpieza no tiene que ver simplemente con la estética. En estos días, la suciedad o falta de higiene ha sido relacionada con muchas enfermedades infecciosas. Aunque para la mayor parte de las personas la limpieza física es importante, la limpieza espiritual es más importante aún.

En primer lugar, la suciedad, indecencia o deshonestidad de una persona o de sus acciones en sentido espiritual, ofende al Dios verdadero Jehová. Es un insulto a su temible majestuosidad, una forma de rebelión contra Sus normas justas. De manera fundamental, constituye falta de lealtad a El como Persona. La inmundicia o suciedad en sentido espiritual, ya sea desde el punto de vista doctrinal o moral, causa división y corrompe. Provoca falta de orden o de claridad y, como resultado, una persona así probablemente se exponga a la desaprobación, y en el futuro la muerte ante el Creador. Por eso, ¡de ninguna manera sorprende el que Jehová Dios se oponga tan enérgicamente a ella!

A causa de la suciedad espiritual, dio el siguiente mandato a su antiguo pueblo, los israelitas: “Tienen que ser santos, porque yo soy santo” (ver Levítico 11:44, 45). Años más tarde, Jehová Dios exigió limpieza espiritual de su pueblo liberado, que iba en camino de Babilonia a Jerusalén llevando utensilios que habían de usarse en Su adoración. En sus palabras, que también tienen importancia profética para los que desean hoy hacer la voluntad de Dios, declaró: “Apártense, apártense, sálganse de allí, no toquen nada inmundo –sucio, indecente o impuro–; sálganse de en medio de ella, manténganse limpios, ustedes los que llevan los utensilios de Jehová”. (Ver Isaías 52:11.)

Jehová Dios manda que toda persona que quiera obedecer sus leyes y principios y, desee servirle, es decir, hacer su voluntad, se mantenga limpio, santo y puro, justo y casto. ¿Acaso no es así Jehová mismo, quien lo pide y pone el ejemplo? Pues, con referencia a El, vez tras vez se usa la expresión “el Santo de Israel” (ver Isaías 12:6; 29:19; y 41:14; ver Jeremías 51:5). Y, apropiadamente, se lee en Apocalipsis o Revelación 4:8: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso”.

Además, ¿acaso, no se llama “el Santo de Dios” a Su Hijo, Jesucristo? (ver Evangelio de Juan 6:69). A los ministros celestiales de Dios, ¿acaso no se les califica de “santos ángeles”? (Ver Evangelio de Marcos 8:38) ¿No se llama Espíritu Santo a la fuerza activa de Dios? ¿Y no se hace referencia, con razón, a la Palabra de Dios como “los santos escritos”? (Ver la segunda carta a Timoteo 3:15) Queda claro, entonces, que toda persona que desee servir a Dios, haciendo su voluntad como El lo pide, también tenga que ser limpia y santa, tal como se manda en la primera carta del apóstol Pedro 1:15, 16: “al igual que el Santo que los llamó, sean santos en toda su conducta, porque está escrito: “Tienen que ser santos porque yo soy santo”.

En este mundo perverso y lleno de maldad, muchas personas han cambiado su manera errónea de actuar anterior, procurando ahora llevar una vida pacífica, tranquila y sana en beneficio de su persona y de los que lo rodean. Debido a su arrepentimiento, la conversión de su conducta y su fe en el propósito del sacrificio de Jesucristo, ahora han alcanzado la condición de limpios a la vista de Dios (ver la primera carta a los Corintios 6:11; ver Apocalipsis o Revelación 7:14).

Cada uno es responsable de mantener esa limpieza espiritual si quiere seguir teniendo el favor de Dios (ver Salmo 15:1, 2). Más aún, tienen que mantenerse limpios para poder atraer a todos los que los rodean y que también aman la verdad y la justicia y están angustiados debido a las condiciones inicuas –injustas, llenas de maldad– y sucias que ven en la Tierra (Ver Ezequiel 9:4). Además, es absolutamente imprescindible que permanezcan santos y limpios para no poner un mal ejemplo a ninguno de los que tienen verdadera fe en Dios. Como el apóstol Pablo recordó a los cristianos filipenses: “Esto es lo que sigo pidiendo en mis oraciones: que el amor de ustedes se haga cada vez más abundante con conocimiento exacto y pleno discernimiento, que se aseguren de qué cosas son las más importantes para que no tengan ningún defecto y no hagan tropezar a otros hasta el día de Cristo” (ver carta a los Filipenses 1:9, 10; Evangelio de Mateo 18:6.)

¿Por qué constituye tan grande desafío para uno el mantenerse espiritualmente limpio? Eso se debe a que se tienen como enemigos de combate contra uno a tres enemigos poderosos... Satanás el Diablo y sus demonios, la organización visible de personas que él controla en este mundo y las debilidades de la carne pecaminosa. Para empezar considere quiénes son Satanás y sus demonios. ¿No son ellos sucios, corruptos? Sí, ciertamente lo son. A los demonios se les llama “espíritus inmundos”. (Ver Evangelio de Mateo 10:1.)

En segundo lugar, la organización visible de Satanás es una gran enemiga. No hay duda de que su imperio mundial es inmundo –indecente, impuro, sucio– desde el punto de vista espiritual. También lo es el resto del mundo terrenal que está bajo el dominio del poder de Satanás (Ver la primera carta de Juan 5:19; ver Apocalipsis o Revelación 16:13; 17:4; y 18:2). Por lo tanto, para que cualquier adoración personal sea aceptable a Dios, se tiene que “mantener sin mancha del mundo”. (Ver Santiago 1:27.)

También son inmundas muchas cosas que se presentan en los periódicos, revistas, programas de televisión y películas cinematográficas de este mundo. Por ejemplo, a medida que pasa el tiempo, el contenido de muchos programas de televisión se está haciendo cada vez más indecente, impuro, sucio. Hace años, las películas sucias eran la excepción; hoy son la regla. Las revistas, las películas y los sitios de internet pornográficos siguen aumentando, sin control. No sólo eso, debido a la maldad y conducta perversa,… verdaderamente, en estos “últimos días” muchísima gente se está enfrentando a “tiempos críticos y difíciles de soportar”. (Ver la segunda carta a Timoteo 3:1-5.)

A medida que pasa el tiempo se hace aún más difícil permanecer limpios ante los ojos de Dios, debido a las inclinaciones carnales de la propia imperfección (ver Génesis 8:21; ver carta a los Romanos 5:12). Por lo tanto, toda persona tiene que luchar para hacer lo que es correcto y para permanecer limpia si es que quiere hacer la voluntad de Jehová (Ver carta a los Romanos 7:13-25). Pero ¿qué puede ayudar a una persona a mantenerse santa y limpia?

Entre lo primero que tiene que hacer quien quiere mantenerse santo y limpio como “amadores de Jehová” es “odiar lo que es malo”. Sí, se tiene que “aborrecer lo que es inicuo” (ver Salmo 97:10; ver carta a los Romanos 12:9). Es necesario tener fuertes sentimientos de aversión, de repugnancia, de rechazo, a todas las cosas que son malas, sin importar lo agradables que puedan ser momentáneamente para el deseo o debilidad carnal. También, hay que seguir recordando que el no mantenerse limpio espiritualmente puede causar un gran daño a su persona (ver carta a los Gálatas 6:7, 8). Además, debe uno tener presente el daño que le causa a otros al cometer pecados crasos –tan grandes que no se pueden perdonar o disculpar–. Sobre todo –lo más importante en el corazón– es preciso odiar todo lo que es malo y evitarlo, a fin de no acarrear oprobio a Jehová Dios.

Pero el odiar lo que es malo es, a lo más, sólo una manera negativa de mantenerse santo y limpio. Tiene uno que dar pasos positivos también. Continuamente tiene uno que estar consciente de su necesidad espiritual (ver Evangelio de Mateo 5:3). ¡Cuán vital es que los “amadores de Jehová” se alimenten de la lectura de Su Palabra –la Santa Biblia– con regularidad! (ver Salmo 119:105-112). Se tiene que tomar a pecho el excelente consejo que se encuentra en la carta a los Filipenses 4:8, y… llenar la mente de pensamientos limpios y edificantes.

Nunca debería uno estar demasiado ocupado para orar. En la oración sincera que sale del corazón, debe uno pedir sabiduría, fuerzas y el Espíritu Santo de Dios,… como ayuda para permanecer santo y limpio…espiritualmente.

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