Rolando Bello Paredes
Todo parece indicar que las autoridades federales y estatales aún no saben qué pasará con el actual curso escolar, interrumpido abruptamente por la crisis sanitaria del coronavirus. Si, al final, será un ciclo lectivo perdido o de alguna manera logrará recuperarse.
Por de pronto, la SEP insiste en su programa “Aprende en casa”, cuyo objetivo es que las “niñas, niños, adolescentes y jóvenes reconozcan la importancia del aprendizaje y de los diversos contenidos con que se cuenta ante la emergencia sanitaria que enfrenta el Gobierno de México”, pero que es insuficiente para el desarrollo cabal de los planes y programas de estudio en vigor.
El presidente de la República confía que en algunos lugares se pueda reanudar actividades escolares a partir del 17 de mayo, y en el “resto del país a partir del 1 de junio”, no obstante que las autoridades sanitarias han extendido la sana distancia hasta el 30 de mayo, ya que el “pico máximo del Covid-19 podría ser entre el 8 y el 10 de mayo, en tanto que en junio podría comenzarse a salir de la pandemia”.
La SEP aún no sabe “cuándo se dará la reapertura de las escuelas en el país”. La Segey por su parte ha enmudecido, no proporciona ninguna información pública. ¿Se quedó en casa? Su portal no contiene ningún dato relevante ni para los docentes ni para los alumnos ni para los padres de familia. Una única aportación es publicar algo del programa “Aprende en casa”, que remite al portal de la SEP, con algunos “recursos para madres y padres” (sic).
“Aprende en casa” tiene límites. Uno, principal es que los hogares de los yucatecos más pobres no cuentan con el servicio de internet ni con alguna computadora. Una prueba fue el amontonamiento de gente en el Palacio de Gobierno, al abrirse el registro para los apoyos económicos temporales del “Plan Estatal para impulsar la Economía, los Empleos y la Salud” (según publicación en Diario Oficial del estado), que acudió a protestar porque no podrían hacerlo en línea, toda vez que no disponían del servicio de Internet.
Podría ser más efectivo el uso de la televisión y el radio. Según el Inegi, “de los hogares del país, el 92.5% cuenta al menos con un televisor”, en cambio, “el 44.3% dispone de computadora, y “el 56.4% de Internet” (ver Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2019).
Otro cuestionamiento es el relativo al dominio de los maestros de las tecnologías de la información, como instrumento didáctico. Parece, ya que no hay información confiable, que los docentes, en su mayoría, son reacios a utilizarlas, principalmente porque no saben manejarlas o su dominio es deficiente, en algunos casos es elemental o básico. Esto no es ofensivo, es simple y sencillo, la autoridad no se ha preocupado por capacitarlos.
En el salón de clases, el gis y el borrador siguen enseñoreando el proceso enseñanza-aprendizaje.
El paréntesis del curso escolar 2019-2020, continuará abierto hasta el 30 de mayo, según disposición de la autoridad sanitaria. “Aprende en casa” será insuficiente para salvarlo. Es de temerse que sea uno perdido, por causa de fuerza mayor.
De ser así, la SEP y la Segey tendrán que informar cómo resolverán el problema para los alumnos. Estos, en el próximo ciclo lectivo, ¿serán considerado como “repetidores” o tendrán pase automático para el siguiente grado? (El gobierno de España decidió que los alumnos de preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional aprobarán el curso). El curso 2020-2021 ¿sería una continuación del actual o uno nuevo?
Son preguntas cuyas respuestas han de estar analizando y valorando las autoridades educativas de la Federación y del estado. El asunto es complicado. No es fácil de solucionar.
No los oigo. El Comité de Participación Ciudadana (CPC) del Sistema estatal Anticorrupción ha hecho dos llamados públicos a las autoridades estatales y a la sociedad, en relación con los apoyos económicos temporales anunciados por el gobierno del estado, que financiará con un crédito de 1,500 millones de pesos, aprobado por los congresistas yucatecos.
El primero: “En la entrega de apoyos especiales, como los destinados a las clases más desprotegidas o para rescatar a micro o pequeño emprendedor, generar información clara, precisa y comprobable ubicando a quiénes son los que reciben los apoyos y sus montos, dejando evidencia comprobable de la adecuada aplicación de esos recursos especiales” (POR ESTO! 9 abril 2020).
El segundo, más preciso respecto de la información que generen las áreas gubernamentales competentes: “Deberá contener contrataciones públicas, información de los bienes o servicios adquiridos; precio unitario y global; tipo de procedimiento de contratación utilizado; registro de proveedor; población a la que responde la contratación; mecanismos de verificación de cumplimiento y entidad pública y funcionario responsable de la contratación (POR ESTO! 15 abril 2020).
La autoridad estatal ha adquirido, según sus publicaciones, un total de 110 respiradores y 69 monitores de signos vitales, sin atender los llamados del CPC, al menos hasta la presente fecha. La información proporcionada no corresponde con lo dispuesto por el CPC.
La información gubernamental es poco clara, imprecisa y tampoco es comprobable, no dice cuánto costaron esos equipos ni a quién se compró ni si fue compra directa o por licitación pública, y si el recurso provino de los 500 millones de pesos para la “prestación de servicios de salud” o de otro rubro o concepto presupuestal.
Fondo. Por cierto, ¿alguien sabe del ejercicio de los recursos del Fondo para la Atención de Emergencias y Desastres? Se trata de la cantidad de 21 millones 347 mil 032 pesos, al 31 de diciembre de 2019, según informe de la Dirección de Administración de la Secretaría General de Gobierno.
Ad litteram. En la novela de Gabriel García Márquez, “Cien años de soledad”, calificada por la Real Academia Española como “obra literaria universal”:
- “La noche de bodas a Rebeca le mordió el pie un alacrán que se había metido en su pantufla. Se le adormeció la lengua, pero eso no impidió que pasaran una luna de miel escandalosa. Los vecinos se asustaban con los gritos que despertaban a todo el barrio hasta ocho veces en una noche, y hasta tres veces en la siesta, y rogaban que una pasión tan desaforada no fuera a perturbar la paz de los muertos”.