Yucatán

Ernesto Guevara, médico alergólogo, estuvo en Yucatán en 1955

Gabriel Zapata Bello

Después de titularse como médico en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires en 1953, el joven rosarino Ernesto Guevara de la Serna emprendió en julio de ese año un viaje por Centro y Sudamérica. Durante nueve meses se mezcla con otros jóvenes latinoamericanos hasta el punto que sufrir en Guatemala de acoso policial por haberse involucrado en movimientos políticos, por lo que decide tomar un tren que lo llevaría a la frontera mexicana de Tapachula, Chiapas, logrando ingresar a territorio mexicano el 21 de septiembre de 1954.

El único vínculo de Guevara con México había sido su bisabuela mexicana, que salió exiliada del país en el siglo XIX por la invasión norteamericana y la posterior anexión de territorio a EU. El siguiente destino de Guevara fue la Ciudad de México, donde sobrevivió tomando fotos a familias y a visitantes en La Alameda capitalina, hasta que conoció al Dr. Mario Salazar Mallén, quien dirigía un par de centros de investigación en el Hospital General y en el de Cardiología de la capital, quien le ofrece una ayudantía en la sala de urgencias, a cambio de hospedaje y comidas en dichos nosocomios.

Durante el día trabajaba en investigaciones sobre antígenos alimentarios y por la noche ejercía como profesor asistente en las prácticas de filología humana en la vieja Facultad de Medicina.1 En el verano de 1955 el joven doctor Guevara, quien había aprendido a guardar distancia de los demás y a desterrar las emociones, conoce y queda hipnotizado con un joven cubano con el que terminó simpatizando mutuamente, Fidel Castro Ruz.

El 18 de agosto de 1955 contrajo nupcias en el Registro Civil de Tepoztlán Estado de México con una exiliada peruana, Hilda Gadea, una mujer mayor que él, a quien había conocido en Guatemala unos meses atrás. El viaje de novios se postergó pero finalmente en noviembre de 1955 y sin plan previo, se dirigen a conocer las ruinas mayas de Yucatán.

El joven médico Guevara de 27 años y su esposa llegan a Mérida, ciudad capital del Sureste, la cual aparentemente no impresiona mucho a Guevara, un hombre que ha recorrido ciudades y miles de kilómetros desde La Patagonia hasta la altiplanicie mexicana, pues no registra en sus acostumbrados apuntes o anotaciones de sus viajes alguna mención sobre la capital yucateca.

Lo que sí lo impresiona son las zonas arqueológicas y vestigios mayas de Chichén Itzá y Uxmal: ”Ernesto trepaba las pirámides como loco, como niño que descubre una nueva aventura, como explorador ante el hallazgo de su vida, fascinado, ante el impactante espectáculo de las ruinas, hiperactivo, subiendo y bajando, tomando fotos”.2

Una foto de la pareja en Chichén, muestra a Guevara serio pero optimista, perfectamente afeitado y con un sombrero de ala ancha, con la apariencia de un turista relajado después de haber subido una y otra vez todos los monumentos, escalinatas y basamentos de la zona arqueológica, muy lejos de la conocida imagen suya de irreverente barbudo desafiante que hoy se difunde en los posters y afiches en todo el mundo; en tanto su mujer, Hilda, con seis meses de embarazo, aparece en la foto con actitud de enfado por la intensa actividad de su marido mientras ella, por su condición de embarazo, solamente contemplaba los descubrimientos arqueológicos de Guevara en Yucatán.

Sobre la visita de Guevara a Yucatán existe un registro fotográfico de imágenes capturadas por el mismo, en un excelente libro llamado “Ché fotógrafo” editado por el Centro de Estudios Che Guevara de Cuba, edición que es muy difundida actualmente en los quioscos de Buenos Aires y Rosario, Argentina, para los visitantes y turistas. En dicha obra aparecen fotografías capturadas por Guevara de los castillos de Chichén y Uxmal, del Templo de los Guerreros, del Cuadrángulo de las Monjas y singularmente, del municipio de Santa Elena, Yucatán –de su plaza, de su sencilla Iglesia y de su mercado–, que llamó la atención del médico argentino.

Algunos cronistas e historiadores locales han afirmado, con carencia cronológica, que en dicho viaje los esposos Guevara coincidieron en tierras yucatecas con Fidel Castro, lo cual es erróneo. En esos días de noviembre de 1955, Castro realizaba en los Estados Unidos reuniones y mítines con exiliados cubanos para recaudar fondos para la expedición que daría inicio al movimiento guerrillero en el Oriente de Cuba algunos meses después.3 Castro efectivamente estuvo en Yucatán, pero sería durante los meses de junio y julio de 1956 con el propósito de coordinar la instalación de los refugios para las armas que habían conseguido, así como también para conocer los puertos del litoral yucateco que pudieran servir de punto de embarque hacia la mayor de Las Antillas4, siendo finalmente un puerto veracruzano, Tuxpan, el que sirvió al grupo expedicionario para partir a finales de noviembre de 1956.

A finales de noviembre, Guevara retornó a la Ciudad de México iniciando una ruta por autobús de Mérida a Progreso y de ahí al muelle de embarque de Chicxulub, abordando el buque-motor “Ana Carolina”, un barco de carga y pasajeros que en un viaje de 2 días llegó a Veracruz, para transbordar posteriormente un autobús a la Ciudad de México.

Unas semanas después de retornar a la capital mexicana, se enteró que obtuvo la titularidad de la cátedra de Fisiología de la Universidad Nacional, la cual no ejerció, pues en los primeros meses de 1956 se compromete con los entrenamientos de los futuros expedicionarios cubanos, con quienes zarpó en noviembre de 1956 hacia el Oriente de la isla para iniciar el movimiento guerrillero que triunfaría el 1º de enero de 1959. Dejaba entonces de ser el médico alergólogo Ernesto Guevara para abrir paso a una de las leyendas latinoamericanas del siglo XX, el “Che” Guevara.

gazabe@gmail.com

1 Rojas Rodríguez, Martha, Ernesto, médico en México, Granma, Cuba, 22 de septiembre de 2017.

2 Taibo II, Paco Ignacio, Ernesto Guevara también conocido como el Che, México, Edit. Planeta, 1996, p.110.

3 Op. Cit. p.p. 109 y 111.

4 Tello Dìaz, Carlos, Fidel Castro zarpa de Tuxpan en el Granma, Revista Nexos, 1º de noviembre de 2016.