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Hay que enseñar valores a hijos y nietos

Los que en esta contingencia tienen a su cuidado hijos o nietos deben tomar en cuenta que tenemos el poder de hacer que este tiempo sea útil y positivo para su educación, pues de otro modo lo estaremos desperdiciando.

Ese exhorto hizo ayer doña Tomasa (Tomy) Briceño García, de 57 años, y nacida en Peto, quien tiene dos nietos: un niño de 7 años y una niña de 10, a los que normalmente cuida, pero en esta contingencia no lo está haciendo, ya que –explica–, “en general ahorita los abuelos no están cuidando a los nietos, porque los hijos tienen la conciencia de que los abuelos tienen que ser cuidados también”.

En entrevista con POR ESTO!, Tomy, quien como enfermera jubilada de la Marina, donde trabajó por 30 años, tiene una gran experiencia de servicio al prójimo, nos comenta:

–Hoy hemos dejado de hablarles a los niños de Dios. No se les enseña, pero no lo hacemos porque se nos olvida o porque nunca hemos sabido lo que dice Salomón: “Instruye al niño en su camino, el camino de Dios, y aún cuando fuere viejo, no se apartará de él”. ¿Por qué? Porque pensamientos positivos, generan acciones positivas. Por lo demás, debemos de tener el gozo, el consuelo de vivir, y en un mismo sentido el gozo de pensar en los demás, y de vivir en paz. Porque Dios es un Dios de paz y de amor. Él está con nosotros, y si no confiamos en Él, allá es donde nos atormentamos, allá es donde vivimos bajo tormentas, con mucha ansiedad, con mucho dolor. Pero si confiamos en Él todo eso desaparece, porque tenemos la capacidad que Dios nos ha dado, y eso viene a fortalecer y a fomentar la guía de nosotros como padres a nuestros hijos, y desde los hijos a los nietos.

Vive con su hija

–¿Quién la está cuidando a usted, Tomy?

–Mi hijo me dejó en la casa, y él está con los niños y su esposa en la casa de ella. Aquí estoy con mi hija, que es la que sale por las compras, es la que está viendo que yo esté bien, que yo no salga, o sea, que cumpla con lo que están indicando las autoridades de Salud.

–¿Cómo era su vida antes de la contingencia?

–En su momento, cuando yo los tenía, mi ocupación cuando llegaban de la escuela era ver que coman, ver que hagan su tarea y apoyarlos, que se bañen, que se cambien, que se vistan.

–¿Y el aspecto educativo, cómo lo lleva?

–Realizando actividades, explicándoles por qué es importante el apoyo de la familia, por qué no les permitimos muchas cosas, por qué a veces no es bueno ser tan permisivo con ellos y con algunos caprichos. Es decir, les vamos inculcando el conocimiento que nosotros adquirimos.

–Es como ser sus segundos padres…

–Sí, es el tipo de vida que se lleva con los padres que trabajan, pues en su ausencia, los niños se quedan al cuidado de los abuelitos, o de instituciones donde los cuidan desde unos días de haber nacido. Uno como abuelito cuando tenemos la oportunidad de estar con ellos, buscamos irlos preparando. Ya sabemos que no vamos a estar con ellos siempre, pero el tiempo que estemos con ellos hay que cuidarlos, irlos guiando, dándoles el conocimiento de la educación y el respeto, para que vayan teniendo esa actitud de respeto a los demás que es necesaria para convivir.

La dicha de tener buenos padres

–¿Estos valores que usted les inculca, de dónde los obtuvo?

–Cuando Dios te ha dado la dicha de tener buenos padres, debemos honrarlos, guardarlos en nuestra memoria, y hoy poder realizar con gratitud y amor lo que ellos realizaron en nuestra formación. Es recordar ese amor y nosotros poderlo retransmitir a los que tenemos a nuestro cuidado, porque en el hogar se transmiten los valores morales y espirituales, y los que tenemos el conocimiento de la Palabra de Dios, les transmitimos esos valores y el conocimiento de Dios, sus Mandamientos, las promesas de Dios.

Promesa de Dios: un hogar de reposo y tranquilidad

Como abuelos, nosotros en nuestro hogar, debemos guiarlos moral y espiritualmente, enseñarles que deben tener el conocimiento de Dios, y hablarles de las promesas que Dios hizo a Abraham: de que en él serían bendecidas todas las familias, que su hogar sería un lugar de reposo, de tranquilidad. Prácticamente eso es lo que nosotros les podemos enseñar.

También sería muy importante para nosotros los abuelitos, en este momento de la contingencia, tener en cuenta que hay valores que a veces hemos dejado por buscar el dinero, y que eso ha llevado a una situación moral deficiente, donde están ausentes el cariño y el respeto que las nuevas generaciones deben aprender.

Aprovechar para estar con ellos

–¿Entonces, Tomy, qué piensa, se debe aprovechar este tiempo para recuperar esos valores?

–Sí, pues como normalmente ya los jóvenes no quieren escuchar, y no tienen los padres tiempo para explicarles, ahorita que tenemos este tiempo, aprovechémoslo para estar con ellos como padres.

–¿No se necesitan tabletas electrónicas o maquinitas?

–La tecnología es buena, pero no es para estarles llenando de aparatos, porque realmente de lo que ellos disfrutan es de la vida de una persona, sus consejos, su experiencia.

Poder de encauzar o dañar

–Tomy, ahora con el confinamiento hay más reportes de violencia en la familia. ¿A qué atribuye usted esta situación?

–Eso que estamos viendo es porque por más que las autoridades hagan todos los días esfuerzos para reducir la violencia intrafamiliar sigue existiendo, pero sigue existiendo porque mientras los padres no tomen conciencia del daño que le están causando a sus hijos, la situación será cada vez más fuerte. En realidad los padres poseen el poder extraordinario para preservar, encauzar o dañar la vida de sus hijos. Porque depende de cómo los eduquemos; esos fenómenos como el de la violencia en la familia se dan sobre todo por la falta de amor, de respeto, de comprensión.

Niño amado tiene autoestima

–¿Los abuelos entran aquí?

–Sí. La Palabra es clara: cuando el niño crece convencido de que se le ama, de que se le respeta, ellos también se inclinan a reconocer su valor personal, lo que ellos son, porque saben que sus padres los aceptan como son. Lo que debemos hacer siempre tanto en hijos como en nietos es darles una formación, es una contribución que podemos hacer con nuestros hijos y con nuestros nietos.

–Pero no siempre se hace eso, ¿verdad?

–No, se ha dejado de fomentar. Por ejemplo, como le decía, hoy hemos dejado de hablarles a los niños de Dios.

Ser más positivos para poder guiar

Además, el hecho de que estemos viviendo esta contingencia en este momento, no quiere decir que perdamos nuestra actitud positiva; al contrario, es cuando más debemos de ser positivos, porque de qué manera voy a guiar a alguien si yo estoy agobiada. En todo el tiempo que yo puedo tenerlos conmigo, ya sean mis hijos o mis nietos, es hacer eso precisamente, llevar a cabo esa educación. Ese tiempo que convivimos, dárselos con la mejor calidad.

No son casualidades

–¿Qué piensa usted del Covid-19?

–Por algo pasan las cosas, no es una casualidad de la vida esto. Hay que recordar que bíblicamente pasaron muchas cosas con el número 40. No son casualidades, pero hay que saber aceptar y valorar. La gente siempre blasfema, se enoja, y está en contra de todo esto, pero no debemos echarle la culpa a nadie. Es la responsabilidad que tenemos en este momento de contingencia.

Escuchas a la gente hablar y mucha gente está viviendo en la ignorancia, están queriendo echarle la culpa al Gobernador, al Presidente, pero tenemos que ser conscientes de esta situación: que las autoridades ya están haciendo lo que les corresponde. A pesar de eso, muchos dicen: “Yo salgo, no pasa nada”. Pero eso nos afecta mucho, porque es nuestra falta de responsabilidad sobre las cosas. Y allá es donde el gobierno tiene que tomar actitudes respecto de nuestra propia irresponsabilidad. No echemos la culpa a nadie, nadie es culpable, lo que hay que hacer es ser consciente para poder sortear este tiempo difícil, y buscarle el valor a lo que estamos haciendo aquí, porque no son casualidades.

Mañana no te quejes

Finalmente, Tomy dice.

–Como padres, y como abuelos, en contingencia o sin contingencia, tenemos que tener sentido de responsabilidad en la formación de nuestros hijos y nuestros nietos, porque si nunca acercaste a tu hijo a los valores superiores, a Dios si eres creyente, cómo va a tener valores. Si nunca acercaste a tu nieto a los valores superiores, a Dios, cómo va a crecer teniendo confianza en sí mismo. ¿Dónde está el valor que les instruiste? Y el problema lo vemos después: es el dolor que causa en un hogar un hijo o un nieto de esa manera. Por eso, con contingencia o sin contingencia, educa hoy, enseña valores hoy, enseña respeto hoy, y si no lo haces, mañana no te quejes –concluyó.

(Roberto López Méndez)

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