Yucatán

Gabriel Zapata Bello

Un moderno y audaz estilo arquitectónico de La Habana llegó a Mérida en los años cincuenta

En la década de los años cincuenta, la ciudad de La Habana se desarrollaba en un contexto cosmopolita y progresista en su aspecto urbano, con infraestructura y edificios de servicios así como con residencias modernas, funcionales y con soluciones estructurales audaces para la época.

Destacó por su modernismo y funcionalidad el estilo arquitectónico de Max Borges Recio (1918-2009) un cubano que estudió en las Escuelas de Diseño de Harvard y de Georgia en los Estados Unidos, y que a su regreso a Cuba se dedicó a la arquitectura residencial. Sus modernos proyectos interesaron a las entidades cubanas de construcción, por lo que desarrolló hospitales, edificios y comercios, para posteriormente encargársele su obra más destacada, el cabaret Tropicana, construido en 1952.

El famoso club nocturno se conforma como “un gran espacio vacío cubierto mediante bóvedas de hormigón armado, colocadas a alturas variables, que se unen mediante diafragmas de vidrio denominados arcos de cristal (…). La cubierta del volumen logra una perfecta sensación de ingravidez generando un alto grado de sofisticación”1; su suntuosidad hizo que el Tropicana sea conocido como el “paraíso bajo las estrellas”, mismo que sirvió como escenario del film Nuestro Hombre en La Habana (1959) de Carol Reed.

Borges continuó con los experimentos formales con las láminas de hormigón y en 1956 realizó proyectos con estructuras más audaces, como los techos elaborados con bóvedas de formas piramidales invertidas elaborados con láminas delgadas de hormigón armado; tales fueron los casos del Banco Nuñez, la floristería Antilla en el Vedado, así como las paradas de autobús de 23 y 41 y de 41 y 42 en el Municipio Playa realizadas en 1956-1957.

Pronto estas estructuras arquitectónicas modernas llegarían a Mérida y se conocerían como las “sombrillas invertidas” , siendo la primera obra que utilizó esta solución estructural el entonces nuevo Mercado de Santa Ana, inaugurado en 1959 que lucía su modernidad “por una estructura de 24 cuerpos de cascarones de concreto sobre columnas o sombrillas invertidas(…) tres de los cascarones se construyeron a desnivel para dejar pasar la luz del día a través de unas persianas(…) por toda la parte central del mercado”.2

Diversas construcciones con láminas de hormigón fueron la novedad estructural y arquitectónica en Mérida en 1959 y en el inicio de los años sesenta, como fueron los casos de la Fuente de San Fernando (1959), la Fuente de la Prolongación de Montejo, la Fuente y el Quiosco del Parque de la Colonia México (1962) así como el área de andenes de la Terminal de la Unión de Camioneros de Yucatán (1968). A excepción de la Fuente de San Fernando, todas las demás construcciones se conservan en buen estado e inclusive la Fuente de Prolongación de Montejo sobrevivió a la construcción de un paso subterráneo conocido por el vulgo como el “paso deprimido”.

Participaron tanto en el diseño como en la construcción de dichas obras innovadoras, profesionales yucatecos de la ingeniería y de la construcción de esa época como los ingenieros Rubén Hernández, Mario Duarte Carrillo, Rubén Encalada Alonzo, Rubén Cuevas Cantillo y Mario Zavala Velázquez quienes se desempeñaron como funcionarios de obras públicas municipales en esos años.3

Los años cincuenta y sesenta significaron para Mérida la modernidad urbana con la creación de colonias y de nuevos centros y edificios que vinieron a resolver el desorden y el congestionamiento urbano en el centro de la ciudad, así como la falta de espacios en los servicios urbanos colectivos.4

Las obras y edificaciones de Max Borges en La Habana, caracterizadas por su modernidad y su funcionalidad, pero también por su solidez, se conservan con su estética aún frente al paso de los años e incluso ante el embate de la fuerza de la naturaleza, como es el caso del Club Náutico en Miramar (1953), cuyas bóvedas escalonadas a distintas alturas que introducen la luz sin permitir la entrada del sol en el interior, han demostrado su resistencia frente a huracanes y tormentas tropicales a escasos metros del mar.

La inclusión del estilo y de la audaz solución estructural del movimiento moderno de la arquitectura cubana de los años cincuenta, no solo aportó funcionalidad sino también estética, mismos que aún perduran y permanecen a nuestra vista, como un recuerdo de una Mérida que se asemejó en esos años a una Habana de vanguardia urbana.

1Granados, Jerónimo, Arquitectura cubana antes de la revolución: la obra de Max Borges Recio, Revista Arquitectura y Empresa, 30 de abril de 2018, versión digital,

2 Diario de Yucatán, 9 de diciembre de 1959 p.4.

3 Idem.

4 Vid, González Canto, Elvia, La arquitectura moderna de uso colectivo en Mérida, Yucatán 1940-1970, Universidad Autónoma de Aguascalientes, tesis doctoral, julio de 2009, versión digital.