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La Cuaresma que vivimos, los fariseos y la política en tiempos de Jesús

Jesús Solís Alpuche

En esta Cuaresma resuena un Llamado Urgente a transformarse: “Convertíos” dice el Papa Francisco: el Señor, nos dirige una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Dios existe, sino ir hacia ti y confiar en ti, dice Francisco.

Y esta tocada a la Conversión a la que llama el Papa, tiene que ver con tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. –No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio –asegura el Papa Francisco–, el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa ES para separar lo que ES necesario de lo que no lo es. También es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia Dios, y hacia los demás, “En esta barca estamos todos: no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos”, puntualiza Francisco.

Pero cómo plantearnos la unidad, si aún no comprendemos que nuestros principales conceptos sufren de graves contradicciones, como en el caso de lo que llamamos SENTIDO COMUN, es en realidad la conclusión más acabada del SENTIDO PRIVADO, ¿por qué los fundamentos de nuestro sentir y bases de vida práctica se fundan en el individualismo y la propiedad particular? Y aunque todos vamos en el mismo barco, o el mismo planeta llamado Tierra, cada uno quiere la parte que le corresponde según su “sentido común”.

Esto no es nuevo, pues desde los tiempos de Jesús hay una corriente de pensamiento que, aunque piensa bien, no puede actuar bien, lo cual ahora se llama incongruencia, pero en ese tiempo Jesús los calificó como la actitud de una “raza de víboras” (Mat.23:33-35)

Hoy en día, llamar fariseo a alguien es considerado un insulto. Se le puede decir a alguien que es aplicado, a nombre de las reglas, incluso por encima del daño que les puede causar a otras personas. Más comúnmente, es otra forma de llamar a alguien “hipócrita” y, en política, demagogo, cuando a nombre de favorecer al pueblo se trata.

En parte, esta representación se debe a Jesús mismo, quien en repetidas ocasiones se refirió a los fariseos de manera negativa, llamándolos “sepulcros blanqueados” (Mt. 23:27) y teniendo diversos encuentros negativos con estos personajes. Sin embargo, en aquel tiempo ser fariseo era algo de mucha estima. Aún más importante, en su momento los fariseos eran el grupo conservador dentro del judaísmo, y afirmaban muchas de las mismas cosas que Jesús y los discípulos afirmaban. En el Sanedrín eran minoría, pero algunos de ellos como José de Arimatea y Nicodemo eran fariseos congruentes.

El origen exacto del nombre fariseo es desconocido. El inicio de los fariseos data del segundo siglo antes de Cristo, por lo que no se mencionan en el Antiguo Testamento, y sobrevivieron como grupo hasta después de la destrucción de Jerusalén. Ellos surgieron de los sacerdotes y maestros de la ley que hicieron resistencia a los saduceos, quienes tenían más asociación con las autoridades. Alguien se iniciaba en el grupo de los fariseos a través de un juramento, de tener que vivir su vida completa honrando toda la ley.

Los fariseos eran considerados una secta o grupo del judaísmo, y ejercían mucha influencia social. Sin embargo, tal influencia no era oficial, sino más bien una muestra de respeto y admiración por parte del pueblo. Aunque no eran la mayoría en el Sanedrín –el tribunal oficial judío–, ni tampoco representaban el partido de mayor afluencia económica, sí tenían muchos seguidores dentro de los judíos, y eso les daba una gran voz en los conflictos y las decisiones importantes. Tal vez por eso Jesús los provocaba.

A los fariseos los consideraban los más expertos y apropiados intérpretes y expositores de la ley. Entre ellos compartían creencias como el monoteísmo, la apreciación de todo el Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento contrasta frecuentemente a los fariseos con los saduceos. Este otro grupo sólo creía en aquello que estuviera claramente revelado en la ley de Moisés, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. Los saduceos regularmente tenían una mejor posición socioeconómica y religiosa que los fariseos, que eran de extracción económica baja.

Los evangelios hacen referencia a los fariseos unas 100 veces. Los podemos ver pidiéndole a Jesús señales (Mt. 12:38), haciéndole preguntas capciosas (Mt. 19:3), molestándose con El por no cumplir sus reglas (Mr. 3:6), y hasta invitándolo a compartir (Lc. 7:36). Como hacen los PRIANistas con AMLO. Los fariseos como grupo forman uno de los antagonistas principales de Jesús, incluyendo el haber sido instrumentales en su asesinato (Jn. 11:47). Sin embargo, Jesús frecuentemente aprobaba sus enseñanzas más conservadoras, en contraste con los otros grupos religiosos de su tiempo (Mt. 23:2-3).

Algunos personajes importantes de la historia de la Biblia pertenecían a los fariseos. Uno de ellos fue Nicodemo, considerado por Jesús como maestro de Israel, y quien también intercediera a favor de El en su muerte (Jn. 3:1-2; 50-51; 19:39). Pablo y algunos cristianos tempranos también fueron fariseos (Hch. 15:5). Como nota al margen, el reconocido historiador Josefo también era parte de este grupo.

El apóstol Pablo ataba su adherencia a la ley de Moisés a su posición como fariseo (Fil. 3:4-7; Hch. 26:5). En su defensa en Jerusalén, en Hechos 23:6, él tomó el lado de los fariseos, y así es hasta ahora entre gente que pretende separar los temas espirituales o morales, con los temas políticos, económicos y sociales. En amplios sectores de católicos y protestantes el tema de la lucha por el cambio social no es asunto de los creyentes en Dios. Elegir la lucha por una sociedad justa y digna, fuera de la dominación del poder del capital, y la construcción del Reino de Dios aquí en la Tierra, no es asunto de los creyentes.

Jesús pudo identificarse con los fariseos, porque la disciplina de éstos era mantener su separación y resistencia a la cultura y lógica dominante del imperio romano, pero no fue así, porque no obstante su puritanismo frente a la política y la economía impuesta, los fariseos aceptaban el orden establecido a la fuerza por Roma.

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