PROGRESO, Yucatán, 6 de abril.- “Estamos en una situación muy desesperante, con 2 semanas sin trabajo, sin un peso en la bolsa y una familia que a diario hay que darle de comer”.
Todos los trabajadores de San Ignacio, de todos los ámbitos, ya sea pescadores, albañiles, soldadores, y demás, están pasando esta situación muy difícil y desesperante a la vez.
No creen que sea justo, al estar desesperados por esta contingencia y de momento ver pasar a otras personas con bolsas de mercancía, y esto se debe a que llegaron los apoyos, pero sin avisar a casi nadie, sólo a sus familiares y más allegados.
Esto fue comentado por los desempleados Uvaldo Tuyín Tuyín, de 59 años, encargado de labores de limpieza; Pedro Pool Tun, de 49 años, albañil; y Mario Chalé Chalé, de 47 años, de oficio soldador, todos natos de San Ignacio.
Ese trío de personas laboran en una privada residencial en Tamanché, pero debido a la contingencia fueron cerradas y se quedaron sin trabajo; estaban en el parque esperando que pasara el arquitecto para el que trabajan, para ver si les daba alguna buena noticia, y nada.
“No es justo que lleguen los apoyos y que el Comisario, Cristino Noh Balam, no avise, no es justo que sólo unos cuantos salgan beneficiados”, dijeron.
“En nuestro caso podemos aguantar el hambre, pero la familia y los hijos no, hay que buscar qué darles de comer, antes íbamos al monte y buscábamos semillas del árbol de bonete, o de ramón, y con esto se fabricaba masa para las tortillas, pero todo comercio e industrias están cerrados”, afirmaron.
En el caso del vendedor de merengues, Moisés Martín Chan, de 46 años, dijo no tener dónde vender su producto, el cual está guardado en el congelador.
Sus lugares de trabajo, tanto Los Portales, el Malecón y la playa están cerrados para los vendedores ambulantes, hasta ahora no han recibido apoyo, a pesar que han pagado sus impuestos al Ayuntamiento.
Al ver en las noticias del famoso “seguro de desempleo”, gastó sus apenas 20 pesos en crédito para su celular, marcó al número, pero nadie le contestó, y esto lo considera una burla a sus apremiantes necesidades.
En este caso están sobreviviendo con lo poquito que lograron ahorrar, pero ya se terminó, viniendo de una familia de vendedores ambulantes y no saben qué hacer.
Les dicen que faltan otras dos semanas, que son las cruciales, ahora están racionando la comida y hay días que hasta para comprar las tortillas da trabajo, quiere salir a vender, pero la gente no les compra, tienen miedo.
Esto fue lo que recalcó el nato de Sotuta de Peón, pero radicado hace 15 años en San Ignacio y casado con Delia Margarita Ek, nata de este lugar, la cual es diabética y, para colmo de males, no hay dinero para la compra de gel, ni cubrebocas.
(Alfredo Canto May)