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PROGRESO, Yucatán, 11 de mayo.- “Realmente el oficio de mecánico de motociclistas es un gusto, como todo el que hace las cosas por satisfacción, desde niño tuve atracción para la reparación de las máquinas, que siempre han sido populares para los porteños desde la década de los años sesenta”.

Don Jorge Manuel Benítez Pacheco comentó que llegó al puerto después de haber trabajado con el mecánico de Mérida Edilberto Samos, en la colonia Sarmiento, quien le enseñó los conocimientos de mecánica de motores a gasolina de 2 y 4 tiempos para motocicletas.

“En la vida reconocer a los maestros es un sinónimo de gratitud, porque son quienes, con el paso de los años, nos permiten tener dinero para el sustento de la familia.

“Tengo 58 años de estar trabajando motocicletas; comencé a muy corta edad y mi gusto por las motos se ha mantenido al trabajar en diversas máquinas. Como mecánico de motocicletas me ha permitido sacar adelante a mi familia y haber podido transmitir parte de sus conocimientos a las nuevas generaciones de mecánicos, conscientes de que estamos de paso en este mundo”, expuso.

Don Jorge, a pesar de su edad, parece que los años no pasan por él; explicó que llegó al puerto de Progreso de la ciudad de Mérida muy joven, con pocos pesos en la bolsa, pero con muchas ganas de salir adelante.

“Con mis ahorros logré abrir mi modesto taller para la reparación de motocicletas, actividad que después de 58 años continúo con mucha dedicación. En todo este tiempo he hecho algunas recomendaciones a los que han pasado por mi taller.

Entre estas están que el cliente merece la mejor atención, ser honesto con las piezas que nos entregan y en todo momento aceptar las veces que nuestro trabajo no salga bien, por lo que en esta actividad se requiere de mucha concentración cuando se están armando motores grandes de cuatro tiempos.

“Para la década de los 70 las motocicletas que dominaban el mercado yucateco eran las Islo Apache de 175 centímetros cúbicos, sin duda alguna la mejor moto.

Prueba de lo que digo es que hasta nuestros días conservo una, estas máquinas fueron el orgullo de los cobratorios y diligencieros. Eran motocicletas de origen italiano que, después, se comenzaron a ensamblar en México, la marca Islo eran las iniciales de ‘Isidro López’, que introdujo estas máquinas a México.

“Con el tiempo llegaron las Carabelas que por más de 50 años estuvieron dominando el mercado, hasta que llegaron las máquinas japonesas y ahora las chinas, estas dos últimas de cuatro tiempos.

“Entre mi historia la maquina más grande que he arreglado ha sido una Honda de 1,047 centímetros cúbicos, que fuera de Carlos Rosado “El Puma” (+), que en aquellos años tuvo la fortuna de contar con una de esas máquinas electrónicas, toda una maravilla de tecnología japonesa de la década de los ochenta.

“La motocicletas de 4 tiempos fueron muy buenas, en el caso de la Hondas con un sistema de cables que tenías que tener mucha paciencia para saber trabajarla, hoy desaparecidas.

“Desde luego en estos días llegó la Yamaha, que era el lujo de aquellos años, la BMS, y hasta una Indian con máquinas similares a la de un Volkswagen Sedan, que hoy quedan algunos.

“Siempre he mencionado que una cosa es ser mecánico de motocicletas y otra es ser cambia-piezas, son cosas muy diferentes, porque eso casualmente lo hace diferente al mecánico.

“Lo importante de la vida es hacer lo que te gusta y siempre buscar la perfección entre la actividad que realizas, no ser egoísta, porque como me expresó mi maestro, a quien le agradezco sus conocimientos: quizá los que han pasado por mi taller tengan un buen recuerdo de mí, que es parte de nuestra trascendencia.

“En este taller han estado mi buen amigo el Tte. Antonio Lugo Hoil (+); mi sobrino Víctor Benítez Carrillo (quien hoy es presidente del grupo “Scotter”), quien ha hecho que la tradición de los Benítez como mecánicos continúe.

“Es independiente, pero estuvo en este taller al igual que Luis, quien falleció en un percance vial, también conocido mecánico de la ciudad capital de motores de motos y de trascabos, antes fallecer.

“En el taller me apoya mi hermano menor Gilmer, conocido por los clientes como “Pichel”, también han pasado Tirzo Arguelles y Francisco Balam Collí, ambos con sus talleres en el puerto.

“Actualmente el mercado de las motocicletas ha cambiado mucho, antes las motos eran heredadas, de abuelos a padres y después a hijos, como el caso de mi moto Apache que tiene más de 50 años y aún la conservo, pero también poseo una Yamaha YBR-125; una que muestra la mecánica en todo su esplendor y la otra combinación de mecánica y tecnología de última generación.

“Pero en la actualidad todo es desechable con la tecnología china, la diferencia es que unas son de mejores calibres y otras muy económicas, podría decir que las marcas japonesas son buenas, pero no están al alcance de todos los bolsillos que se inclinan por las chinas.

“Durante muchos años he dado mantenimiento a motocicletas en el puerto, como es el caso de las flotillas de la Policía Municipal de la década de los setentas con las Islos 175, 250, las 350 rider, las 250 a cuatro tiempos modelos Rebel y las Harley Davidson.

“Para el mecánico no hay imposibles, todo se puede, lamentablemente hoy en nuestros días muchos jóvenes sin experiencia (que son los cambia-piezas), son los que ahora abundan y causan problemas al cliente.

“Finalmente los clientes cuando se acaban los remedios terminan con los veteranos, donde aprenden a sentir las diferencias del trato de un mecánico, el cual tiene la obligación de dejar bien la motocicleta de quien nos da su confianza al darnos el trabajo para el sustento de nuestras familias”, concluyó.

(Julio Jiménez Mendoza)

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