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Yucatán

Los insurrectos de la gesta del 4 de junio

Recuerdos de la historia

VALLADOLID, Yucatán, 19 de mayo.- En días próximos, la ciudad celebra el 110 aniversario de la gesta heroica del 4 de junio, cuando el pueblo se levantó ante los actos de humillación del Gobierno porfiriano de entonces.

Fue esta ciudad la que de alguna manera dio el ejemplo de que el pueblo podía sacudirse del yugo del Gobierno opresor.

El 4 de junio de 1910, a las 3 de la madrugada se inició la insurrección, atacándose la ciudad de Valladolid. El ejército se integró por peones de las haciendas circunvecinas, en su mayoría mayas pacíficos y voluntarios que habían sido reclutados.

Durante el combate, que fue breve, dieron muerte al jefe político de la plaza, Luis Felipe de Regil y algunos pocos soldados. Los rebeldes tomaron la ciudad, levantaron tramos de los rieles del ferrocarril que unían a la capital, Mérida, y prepararon el lugar, atrincherándose.

En cuanto tomó conocimiento de los hechos el Gobernador del Estado, designó al Coronel, Ignacio Lara, quien residía en la ciudad de Mérida, como nuevo jefe político de Valladolid, ordenándole que organizara de inmediato una fuerza para enfrentar a los rebeldes.

Lara salió rumbo a Valladolid al mando de 75 hombres, aunque en las poblaciones del camino hizo un levantamiento que le permitió llegar a más de 600, cuando finalmente se acantonó en Tinum el 8 de junio.

Por su lado, el Gobierno Federal envió a un batallón integrado por otros 600 soldados que desembarcó proveniente de Tabasco en Progreso, llegando a Tinum también el día 8. Este batallón fue comandado por el Coronel Ignacio Luque.

Las dos fuerzas gubernamentales reunidas iniciaron el contraataque a Valladolid el día 9 de junio. Se dieron enfrentamientos en las poblaciones de Uayma y Pixoy, ya muy cerca de la plaza tomada por los rebeldes, con resultados desfavorables para éstos.

El ataque final a Valladolid inició el día 9 en las primeras horas y concluyó al empezar la tarde, cuando las tropas del Gobierno ingresaron a la ciudad por el barrio de la Candelaria. El saldo del encuentro fue de 200 sublevados muertos, 500 heridos y 600 prisioneros.

Entre el Ejército Gubernamental hubo 30 muertos y 60 heridos, encontrándose el propio coronel Lara entre ellos.

La ciudad fue saqueada por las tropas triunfadoras y se realizó un importante decomiso de armas. Algunos de los insurrectos huyeron hacia la selva, refugiándose entre la población maya.

Se apresó y después de un Consejo de Guerra sumario, se condenó a muerte a Maximiliano R. Bonilla, a Atilano Albertos y a José E. Kantún, los tres líderes rebeldes, quienes fueron fusilados el 25 de junio de 1910. El resto de los prisioneros fueron condenados a trabajos forzados.

No obstante lo breve y fallido de la rebelión, esta sirvió para alertar al conjunto de la sociedad yucateca que adoptó a partir de entonces una actitud más combativa y menos complaciente hacia el grupo oligárquico que controlaba el poder público y la economía del Estado.

Yucatán se encontraba listo para afrontar los acontecimientos que vendrían más adelante, a partir de la ejecución del Plan de San Luis en el contexto nacional, que puso en marcha el movimiento revolucionario.

Sin embargo, años más tarde triunfó la Revolución que de alguna manera inició en Valladolid, ciudad heroica que hasta nuestros días se sigue recordando como un acto valeroso de los vallisoletanos que se opusieron al Gobierno de ese entonces. Sin embargo, en esta ocasión no habrá grandes celebraciones, como el simulacro que se hace cada año.

(Manuel Vázquez Rivero)

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