Don José Romero Hernández
PROGRESO, Yucatán, 26 de mayo.- Con sus 90 años, de los cuales más de 6 décadas ha dedicado a la fotografía, don José Romero Hernández, a pesar de los años, ahora por la pandemia ha dejado de trabajar y puede manejar modernas cámaras.
En su domicilio, don José mencionó que es un honor ser el fotógrafo más longevo del puerto, “aunque ahora con la pandemia nos cambió la vida a todos, en especial a las personas más vulnerables que somos los adultos mayores.
”Primeramente, estamos encerrados en casa, tenemos más de dos meses sin salir por temor al COVID-19, en realidad esto parece una película de ciencia ficción, que estamos viviendo. Pero el problema de los que vivimos de la fotografía continúa.
“Desde antes de Semana Santa, el once de mayo, se suspendieron bautizos, confirmaciones, primeras comuniones y fueron cerradas las Iglesias, que son fuente de ingresos para los que vivimos de la fotografía.
”Aún teníamos algo guardado, la situación empeoró cuando los gremios de San Telmo fueron, igual por la pandemia, suspendidos. Pero lo peor llegó con las clausuras de fin de curso, que es una de las fuentes más esperadas para los fotógrafos, los cuales no hemos quedado sin empleo.
“Después de dos meses sin salir a trabajar, y creo que aún falta por lo delicado que es exponernos a salir a las calles, además de que nadie nos ha dado contratos porque las fiestas y reuniones se han cancelado.
”En el caso de los bailables y ceremonias de fin de curso, se acabaron, al igual que el Día de la Marina Nacional, otra celebración en puerta. Esto es grave para el fotógrafo, muchos de nosotros hemos llevado nuestros equipos a las casas de empeño y nos encontramos que para un equipo que cuesta entre 20 y 30 mil pesos, nos ofrecen 3 mil pesos, y es difícil entregar nuestras herramientas de trabajo porque como vamos, es muy probable que las perdamos.
“Pero es la realidad ahora, con los altos recibos de energía eléctrica, a lo mejor hasta nos quedaremos sin este servicio que es indispensable para la familia en nuestras casas, para ver un rato televisión, o mitigar el intenso calor”.
Don José Romero Hernández dio a conocer que comenzó a tomar fotos en su natal Freznillo, Tamaulipas, pero llegó al puerto de Progreso hace unos 60 años. Entonces decidió dedicarse a la fotografía, que en aquel entonces era muy diferente a la actual.
“Recuerdo que primero iba a las fiestas, mis imágenes no salían como quería, debido a que no sabía ni cómo poner el rollo en la cámara, acudí a un laboratorio fotográfico de la ciudad de Mérida para que me digan cómo se realizaba y me enseñen lo básico de la fotografía.
”Al principio tenía muchos errores, no sabía cómo sostener la cámara, mis fotos eran pésimas, imágenes sin cabeza y no podía venderlas, no había la tecnología moderna de ver las imágenes en la pantalla de la cámara. Pero eso sí, nadie me llevó a un cuarto oscuro, donde en aquellos años de la década de los 80 eran muy comentadas las historias de los cuartos oscuros.
”Compré libros de fotografía y comencé a leerlos, todas las fotos eran calculadas, el resultado se obtenida al revelarse, entonces tenía la necesidad de hacer los cortes para comercializar; las fotos eran en blanco y negro, fotos para la escuela, entonces decidí pedir apoyo a un fotógrafo de Mérida para que me enseñe hacer los cortes de los rollos e iniciar el proceso de revelado, en mi cuarto oscuro donde solo yo entraba.
”Después con los consejos comencé a vivir de este noble oficio de fotógrafo y comencé a cobrar un peso por fotografía y 1.50 pesos a color. Mi capital era pequeño: mi cámara, las reparaciones, no tuve para tener un estudio fotográfico; asistí a los bautizos, bodas, primeras comuniones, graduaciones, y junto con mis dos hijos vivimos de la fotografía, hasta la actualidad.
”Ahora se han acabado los rollos y uso una cámara digital, flashes, numeritos, acercamientos, en realidad a mis años fue todo un reto saber manejarlos. Pero soy fotógrafo, de manera lamentable el tiempo no perdona, ahora me da trabajo caminar, mis manos me tiemblan, pero mientras Dios me permita sostenerme, continuaré trabajando la fotografía, aunque ahora de forma más limitada, por la edad.
”Actualmente cualquier persona se pone una cámara al cuello, va a las escuelas, fiestas y toma fotos o utilizan el teléfono celular y toman sus propias imágenes y tomas de video, desde luego, de acuerdo a las posibilidades y apreciaciones de las imágenes que éstos reproducen.
“Sin embargo, me gusta la fotografía, aunque a veces hay pérdidas porque tomamos fotos cuyo precio tiene un costo de 15 pesos, y otros las venden hasta 12 pesos, con tal de que nos las compren, porque todos estamos trabajando y necesitamos del trabajo para comer, pero ahora con lo que estamos viviendo no sé qué será de los fotógrafos”, concluyó.
(Julio Jiménez Mendoza)