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En el cuarto domingo de Pascua, el Arzobispo de Yucatán, Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, pidió a los fieles orar para que el Señor se digne llamar a muchos jóvenes a seguir al Buen Pastor en el camino del sacerdocio.

Citó el mensaje del Papa Francisco en esta Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones en el que el Santo Padre nombra las tres principales vocaciones que se pueden dar dentro de la vida cristiana: al matrimonio, al sacerdocio y a la vida consagrada.

“Si todos los jóvenes entendieran el matrimonio como una vocación y como un camino de santidad, habría muchas más parejas felices perseverando de la mano del Buen Pastor, enfrentando día a día los obstáculos que se les presentan”, señaló.

Indicó que el Sumo Pontífice menciona cuatro factores a tomar en cuenta en el camino vocacional: gratitud, ánimo, fatiga y alabanza. Gratitud, porque según el Papa, “toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad. La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor; por eso llegaremos a descubrirla y a abrazarla cuando nuestro corazón se abra a la gratitud y sepa acoger el paso de Dios en nuestra vida”.

El ánimo nos lo da Jesús como a los apóstoles y nos dice: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”. “Cuando estamos llamados a dejar nuestra orilla segura y abrazar un estado de vida como el matrimonio, el orden sacerdotal, la vida consagrada, la primera reacción la representa frecuentemente el ‘fantasma de la incredulidad’: no es posible que esta vocación sea para mí. ¿Será realmente el camino acertado? ¿El Señor me pide esto justo a mí?”. Entonces es cuando Jesús nos da el ánimo que necesitamos y que obtenemos confiando en Él para ir adelante.

Pero no hay camino vocacional sin fatiga, pues el recorrido supone esfuerzo y cansancio. Dice el Papa: “Conozco vuestras fatigas, las soledades que a veces abruman vuestro corazón, el riesgo de la rutina que poco a poco apaga el fuego ardiente de la llamada, el peso de la incertidumbre y de la precariedad de nuestro tiempo, el miedo al futuro. Ánimo, ¡no tengan miedo! Jesús está a nuestro lado y, si lo reconocemos como el único Señor de nuestra vida, Él nos tiende la mano y nos sujeta para salvarnos”. La fatiga es menor cuando de antemano la aceptamos.

Por último, la alabanza al Señor que nutre nuestra vocación y la fortalece. Dice el Papa: “Nuestra vida se abre a la alabanza. Esta es la última palabra de la vocación, y quiere ser también una invitación a cultivar la actitud interior de la bienaventurada Virgen María. Ella, agradecida por la mirada que Dios le dirigió, abandonó con fe sus miedos y su turbación, abrazó con valentía la llamada e hizo de su vida un eterno canto de alabanza al Señor”.

El prelado se refirió a la primera lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles en la que se narra la primera predicación de la iglesia, que fue la del apóstol Pedro en el día de Pentecostés. En esa ocasión, el rebaño del Buen Pastor aumentó en tres mil personas que fueron bautizadas, luego de la exhortación de Pedro, quien les dijo: “Arrepiéntanse y bautícense en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados y recibirán el Espíritu Santo”

Señaló que actualmente en el mundo hay un total de 2,400 millones de bautizados, pero ¿cuántos de estos bautizados realmente tienen a Jesucristo como su pastor, al que siguen incondicionalmente? Seguir al Buen Pastor significa tomarlo en cuenta para nuestras decisiones ordinarias y extraordinarias, para cada pensamiento, cada palabra y cada acción.

Dijo que para pertenecer al rebaño de Cristo se requiere inteligencia, la más grande sabiduría, y una libertad absoluta para ir junto a las demás ovejas, no de manera inconsciente sino de un modo fraterno.

—Pertenecer al rebaño de Jesús es un honor que no ofende a nadie, sino que eleva y dignifica. Él conoce a cada uno de nosotros, mejor de lo que nosotros nos conocemos a nosotros mismos. Y nosotros lo conocemos como el Buen Pastor, y sabemos que nos conviene seguirlo y caminar junto a los demás seguidores, manifestó.

Al comentar el Evangelio, el prelado explicó que Jesús se compara con la puerta del redil, y enfatiza que Él es el pastor de las ovejas, el único que es reconocido por el que cuida la puerta y lo deja entrar. Pero también puede entrar quien venga en su nombre y quien traiga las mismas actitudes del buen pastor. “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado”.

Afirmó que hoy también pueden pretender entrar ladrones y bandidos por esa puerta, pero las ovejas no los reconocerán.

—No han faltado algunos falsos pastores que andan por ahí tratando de aprovecharse de la gente. También hay algunos que, teniendo el ministerio auténtico de pastores, se han pervertido, y ya no vienen a las ovejas con las intenciones del Buen Pastor. Pero las ovejas no los reconocerán.

Pidió a los fieles orar para que haya muchos dispuestos a servir en la Iglesia en el ministerio del pastoreo, y que puedan identificarse con Cristo para decir con Él: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

Finalmente invitó a los jóvenes a aceptar el llamado para un matrimonio santo, para un sacerdocio santo o para una vida santa como consagrados.

(Elena Gómez)

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