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Yucatán

¡Cuánta falta hacen… las enseñanzas de Jesucristo!

Ariel Juárez García

“Estamos viviendo una época en donde llenarnos de ocupaciones parece la norma y, para muchos, hasta símbolo de estatus, proyectando importancia. Comunicar a otros que uno está muy ocupado es una trampa del ego, donde la persona reclama reconocimiento, admiración, a su vida tan ocupada”…. “Me atrevo a observar que el estar ‘muy ocupado’, bien podría representar una enfermedad”, señala el especialista en problemas de la conducta Alejandro Ariza.

“Gente que suele decir ‘no puedo’ a muchas invitaciones que la vida le hace a través de amigos, familiares o circunstancias, se ve imposibilitado a aceptar. Muchas veces, en esencia, están atrapados en una vorágine de actividades para poder seguir ganando más y más dinero, para producir más y más, para así ––según ellos–, luego disfrutar y vivir más seguros, cuando ese luego nunca llega precisamente por estar ‘muy ocupado’”, añade Ariza.

El vertiginoso ritmo del mundo actual exige tanto tiempo y energías que a menudo una gran cantidad de personas relega las cuestiones “espirituales” a un segundo plano. “No puedo dedicarles tiempo de forma regular sencillamente porque no lo tengo. Trabajo seis días a la semana, y el domingo, mi único día libre, cuando acabo con todo lo que tengo que hacer, estoy demasiado cansado”, se lamenta Rolando.

A cualquiera que se encuentra en una situación similar puede beneficiarle conocer unas palabras que Jesucristo pronunció en el Sermón del Monte. En aquella ocasión, a la muchedumbre que se había reunido para escucharle, él dijo: “Por eso les digo: dejen de angustiarse por su vida, por lo que van a comer y beber; o por su cuerpo, por lo que van a ponerse. Al fin y al cabo, ¿no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que la ropa? Observen con atención las aves del cielo. No siembran ni cosechan ni almacenan en graneros, pero su Padre celestial las alimenta. ¿Y acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, por angustiarse, puede alargar un solo codo la duración de su vida? Además, ¿por qué se angustian por la ropa? Aprendan una lección de cómo crecen los lirios del campo. No trabajan duro ni hilan; pero les digo que ni siquiera Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Entonces, si Dios viste así a la vegetación del campo, que hoy está aquí y mañana se echa al horno, ¿no los vestirá a ustedes con mucha más razón, gente de poca fe? Así que nunca se angustien y digan: ‘¿qué vamos a comer?’, o ‘¿qué vamos a beber?’, o ‘¿qué vamos a ponernos?’. Porque es la gente de las naciones la que busca todas estas cosas con tanto empeño. Su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas.”… “Por lo tanto, sigan buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y entonces recibirán también todas esas cosas”. (Ver Evangelio de Mateo 6:25-33).

Jesucristo no estaba sugiriendo que se descuidaran las necesidades físicas o las de la familia. La enseñanza bíblica es clara en este asunto: “Porque si alguien no mantiene a los suyos, y en especial a los miembros de su casa, ha rechazado la fe y es peor que una persona sin fe”. (Ver 1 Timoteo 5:8.) En realidad, Jesucristo prometió que si uno pone en primer lugar lo más importante y da prioridad a los asuntos espirituales, el Creador Jehová Dios se encargará de que sean satisfechas las demás necesidades. En pocas palabras, animó a todo cristiano a fijar bien lo que debiera ser lo más importante en su vida. Tan sólo seguir bien este consejo proporciona felicidad, pues Jesucristo resaltó: “felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (ver Evangelio de Mateo 5:3).

Quienes son conscientes de su necesidad espiritual se dan cuenta de la importancia de cultivar una buena relación con Dios... Hay que tener presente que cuando se entabla amistad con alguien, intenta uno conocerlo mejor. Dedica uno tiempo suficiente para familiarizarse con sus opiniones, actitudes, habilidades, logros y gustos. Lo mismo ocurre cuando uno quiere hacerse amigo de Dios: uno tiene que conocerlo muy bien. En este sentido, al hacer una oración a su Padre celestial a favor de sus discípulos, Jesucristo dijo en aquella ocasión “Esto significa vida eterna: que lleguen a conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Ver Evangelio de Juan 17:3).

En efecto, para cultivar una relación estrecha con Dios hace falta conocerlo, y la única fuente de ese conocimiento es la Palabra inspirada de Dios, la Santa Biblia. (Ver 2 Timoteo 3:16). Así pues, quien tenga el deseo de ser un buen cristiano, debe destinar tiempo al estudio de las Santas Escrituras.

No obstante, el adquirir conocimiento por sí solo no basta. En aquella misma oración, Jesucristo declaró –delante de Jehová–, tocante a sus discípulos: “Les he dado a conocer tu nombre a quienes me diste del mundo. Eran tuyos y me los diste, y han obedecido tus palabras”. (Ver Evangelio de Juan 17:6).

Además de adquirir conocimiento de Dios, uno tiene que actuar en armonía con lo que aprende. ¿De qué otro modo llegaría uno a ser amigo de Dios? ¿Sería lógico esperar que se estrechara una amistad con alguien si deliberadamente uno se comportara de manera contraria a las ideas y principios de tal persona? De igual modo, las opiniones y principios de Dios y los de su Hijo Jesucristo deberían guiar todos los pasos que uno da en la vida.

En cierta ocasión Jesucristo narró una breve historia a fin de enseñar una valiosa lección sobre las relaciones humanas. Habló de un rey que quería ajustar cuentas con sus siervos. Pero uno de ellos le debía una inmensa cantidad de dinero que no podía pagar. El rey ordenó que él, su esposa y sus hijos fueran vendidos para saldar la deuda. El hombre entonces cayó a sus pies y le suplicó: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Compadecido, el rey le canceló la deuda. Pero al salir, este siervo se encontró con otro esclavo que le debía una pequeña suma de dinero, y le exigió que se la pagara. Pese a que éste le imploró misericordia, el hombre hizo que lo echaran en prisión hasta que saldara por completo su deuda. Cuando el rey se enteró, se enfureció tanto que le preguntó: “¿No deberías tú... haberle tenido misericordia a tu coesclavo, como yo también te tuve misericordia a ti?”. Entonces mandó que lo encarcelaran hasta que pagara todo lo que se le debía al rey. La lección que Jesús quiso que se extrajera de este relato fue: “Así es como mi Padre celestial los tratará a ustedes si no perdonan de corazón a sus hermanos”. (Ver Evangelio de Mateo 18:23-35).

Como seres humanos imperfectos uno comete numerosos errores. Toda persona ha pecado tantas veces contra Dios que nunca podrá pagarle la inmensa deuda que ya ha acumulado. Lo único que se puede hacer es suplicarle perdón. Ahora bien, Jehová Dios está dispuesto a pasar por alto todas las faltas a condición de que se les perdonen a los demás, los pecados que ellos cometen contra uno.

En lo que a la naturaleza humana se refiere, Jesucristo era un experto. Sus consejos llegaban a la mismísima raíz del problema. Por ejemplo, él planteó uno así: “Oyeron que se dijo a los de la antigüedad: ‘No debes asesinar; pero quienquiera que cometa un asesinato será responsable al tribunal de justicia’. Sin embargo, yo les digo que todo el que continúe airado con su hermano será responsable al tribunal de justicia.” (Ver Evangelio de Mateo 5:21, 22.) Con estas palabras, Jesucristo mostró que la causa del asesinato hay que buscarla más allá del acto violento en sí mismo. El problema radica en la actitud que se desarrolla en el corazón del asesino. Si nadie alimentara en su interior sentimientos de rencor o furia, la violencia premeditada desaparecería. ¡Cuánto derramamiento de sangre se evitaría si se aplicara esta enseñanza!

¿Cuál fue la actitud de los primeros cristianos con respecto a lo que Jesucristo enseñó sobre no recurrir a la violencia? El libro The Early Christian Attitude to War (La actitud de los primeros cristianos hacia la guerra) comenta: “Dado que en las enseñanzas de Jesucristo no había cabida para la violencia ni para hacer daño a los demás, se sobrentendía claramente lo ilegítimo de participar en la guerra... Los primeros cristianos siguieron las palabras de Jesucristo al pie de la letra… Relacionaban estrechamente su religión con la paz y condenaban con contundencia la guerra debido al derramamiento de sangre que conllevaba”. ¡Qué diferente habría sido el curso de la historia si todos los que afirmaban ser cristianos hubieran seguido esta enseñanza!

Las enseñanzas de Jesús que se han analizado son hermosas, sencillas y poderosas. Si alguien se familiariza con ellas y las pone en práctica,… puede beneficiarse mucho.

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