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Sin fiesta y acompañada de sus tres hijos, Casimiro, Generosa y Alejandro, doña Celedonia Xool Chi festejará el Día de la Madre el próximo 10 de mayo y dos días después su aniversario número 105, respetando las recomendaciones de las autoridades de Salud ante la contingencia sanitaria del COVID-19, aunque también al festejo podrían llegar sus 18 nietos, 31 bisnietos y 17 tataranietos.

Doña Celedonia lúcida presume gozar de muy buena salud debido a la alimentación que desde niña ha tenido con productos natos del campo que ella misma sembró y cosechó, pues siempre acompañó a sus padres en estas tareas.

Nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela, de hecho no había ni maestros hace un siglo -según comenta-. San Ignacio no tenía ni carreteras y, por consiguiente, tampoco había transporte, e incluso, debido a esta situación, cuatro de los hijos murieron por fiebre y otras enfermedades, por no haber medios para trasladarlos a que recibieran atención médica oportuna.

Hasta el día de hoy sólo habla el maya y desconoce por completo el español, aunque siempre está atenta cuando sus hijos o sus nietos hablan y después le pregunta a su hija Generosa qué es lo que quisieron decir.

La abuelita parece entender y a pesar de que casi ya no escucha ni tampoco ve muy bien, observa a su hija Generosa con atención que habla con el reportero de esta casa editorial.

Generosa era muy pequeña cuando perdió a sus cuatro hermanos, sus padres nada pudieron hacer por salvarles la vida, pues San Ignacio era puro monte, no había civilización ni medios para llegar a la ciudad. Afirma esta humilde mujer.

“Mis hermanos murieron chiquititos, de un año, dos años; me dicen que les dio calentura, pero como antes no había transporte, era una comunidad muy abandonada aquí en San Ignacio, no había cómo llevarlos, nada, ni carretera, sólo un chan camino que te llevaba a Molas, viene un ferrocarril de Ticul y cruza hacia Molas, se va a Mérida y regresaba a las 4 de la tarde y otra vez caminar acá”, refirió.

Pese a todo ello, los tres hermanos y algunos nietos como Jaime Arturo Collí Paredes, cada año se reúnen para festejar a su viejecita a quien ven muy sana, pues hasta el día de hoy sigue comiendo calabaza en caldo, cebollina con naranja y sal, además de tortillas, lo que la mantienen si colesterol o alguna otra enfermedad.

“Cada Día de la Madre nos reunimos y aunque no hacemos una fiesta grande, pero venimos a visitarla, en un tiempo yo le compraba su hipil, pero ahora ella misma me dice que para qué quiere tanta ropa, entonces la bañamos en la hamaca ya sea yo o mi cuñada, se le hace su trencita, le ponemos su ropita y nos sentamos un rato a platicar con ella, y ya después me regreso a mi casa, pero ella nunca tuvo oportunidad de ir a la escuela porque no había ni maestros, ella habla puro maya, entiende algo de español, pero no lo puede hablar”.

También José Collí Paredes, otro de los bendecidos nietos de esta ancianita, dijo sentirse orgulloso de tener a su abuelita.

“Es un orgullo porque no todos los nietos llegan a ver a sus abuelitas celebrar cien años, me siento muy contento, yo trabajo doce horas diarias, pero aun así me doy mi tiempo para visitarla y cada año le traigo su regalito por el 10 de Mayo, pero ahora con la enfermedad del COVID-19 seguramente haremos una humilde cena, ella come de todo y está muy sana y por eso yo le recomiendo a quienes tienen a sus abuelitas que aprendan de ellas, que les pregunten cómo era la vida de antes, y es mejor que lo sepan de quien lo vivió y no del Internet, porque no todo lo que dice es verdad, no hay cómo lo pregunten a quien verdaderamente estuvo en aquella época, ya que ahora los jóvenes nomás agarran el celular y ya quieren que les aparezca lo que necesitan, a lo más fácil, entonces, creo que deben de convivir con sus abuelitas”, señaló José.

Cabe señalar que Celedonia es la mujer con más edad en San Ignacio Tesip, por lo que se espera que este 10 de mayo también se den tiempo de visitarla sus 18 nietos, 31 bisnietos y 17 tataranietos.

Por Redacción Por Esto!

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