–Aunque nosotros no somos tan reconocidos como los doctores y las enfermeras, también damos la cara y la vida en la atención de pacientes COVID, afirmó ayer Antonio Agustín Carrillo Merales, chofer de ambulancia del Hospital Regional del ISSSTE.
Antonio, con treinta y ocho años de experiencia al frente del volante, narró cómo lleva a cabo el traslado de los pacientes recuperados a su domicilios, cuando aún están débiles, cansados, después de varios días de hospitalización en terapia intensiva.
“Es gratificante cuando llegan a sus casas, sonríen, suspiran y con voz baja y cansada te dan las gracias”, dijo.
Nuestro entrevistado jamás se imaginó que cambiaría su sencillo uniforme de traslado para usar un equipo especial parecido al que se colocan los cirujanos: bata, guantes, camisa, pantalones, botas, gafas y gorro, todo desechable. Antes de salir o entrar al trabajo, se sanitizan las camionetas, el chofer y el acompañante, quienes luego acuden a un lugar especial, donde se quitan el uniforme, se dan un baño, hacen otro cambio de uniforme, además del cubrebocas.
En un día fuerte de trabajo, los cuatro choferes del instituto trasladan cada uno a un paciente recuperado, además de las personas que llevan al Centro de Salud para que les tomen muestras en el laboratorio especial.
Protocolo riguroso
Don Antonio ha implementado por cuenta propia un protocolo de seguridad que observa minuciosamente al llegar a su casa: se quita los zapatos en la entrada, ingresa por un acceso ubicado a un costado de la vivienda, se coloca desinfectante en las manos y va directo a la regadera para bañarse y ponerse una muda de ropa limpia y desinfectada.
Su familia está consiente que él tiene que salir a trabajar para colaborar en la rehabilitación de los pacientes; sin embargo, le piden que extreme precauciones, que se cuide y cuando regrese, que les cuente las novedades del día.
Camillero
Por otra parte, el camillero Carlos Poot lamentó que aún haya personas que, no obstante los cientos de pacientes fallecidos e infectados en Yucatán, todavía piensen que esta enfermedad no existe.
Carlos comentó que la gente de la calle no debe tener miedo a las personas que usan el uniforme de un hospital, porque la ropa de salida es muy diferente a la que se usa en la atención del paciente COVID, que consta de ropa de quirófano estéril de un solo uso y, al terminar el servicio, se desecha en un lugar especial.
–El trabajo de un camillero de COVID va más allá de traslados internos, también ayudamos a bañarlos, apoyo a enfermería para manejo de pacientes para revisión o curaciones de heridas. Cuando se termina el servicio, cada camillero se va a un área especial, donde se elimina el traje quirúrgico, se baña, se coloca un uniforme sencillo y se queda en un área especial limpio, estéril, mientras se espera el término del turno o sale otro servicio, indicó.
Recordó que, al inicio de la pandemia, la institución dispuso que sólo algunos trabajadores debían usar el uniforme quirúrgico, pero gracias al apoyo de los medios de comunicación ese equipo se entregó a todos los que lo necesitaban, incluso a los choferes que están expuestos, pero que no habían sido contemplados para recibir equipos de protección.
Vive solo
Aunque es soltero y vive solo, el camillero se cuida mucho porque sabe que si se llegara a enfermarse no habría nadie que lo cuide en casa; al llegar a su hogar, se quita los zapatos, se coloca otros para andar en el interior de su vivienda; la ropa de calle la coloca en una bolsa especial cerrada y se baña de nuevo.
Aunque está a punto de jubilarse por 30 años de servicio siente que aún es útil, pues con su experiencia puede enseñar a los nuevos empleados a desempeñarse mejor y, por ende, a contribuir a mejorar la salud de los pacientes.
Limpieza
–Me da mucha tristeza cuando a lo lejos vemos entrar a un paciente grave y luego no sale, afirmó, a su vez, Dulce María del Carmen Cauich Pantoja, empleada de limpieza del Hospital Regional del ISSSTE.
Aunque el personal de limpieza no está en contacto directo con los enfermos COVID, día a día pone su mejor empeño para que el área del hospital se encuentre limpio y esterilizado.
Este personal, subcontratado por la empresa Ex&Clean, sustituyó su clásico uniforme para ponerse guantes, bata, cubrebocas, gafas, caretas y todo lo necesario para sanitizar las áreas de COVID.
Dulce María, quien actualmente trabaja en el área de Entomografía, ha visto cómo se van recuperando o debilitando los pacientes a causa de coronavirus.
Comentó que una de sus compañeras de limpieza le platicó que muchos pacientes se sienten solos, tienen miedo, pero por su vocación de servir, en la medida de lo posible, aunque sin acercarse mucho, los alienta para que tengan fe.
Precaución
Por la alta contagiosidad del COVID, el hospital decidió que el personal de limpieza no acuda todos los días al área de enfermos de coronavirus y que sea un trabajador por turno.
Dulce María, que es abuela, consciente del riesgo de infección del virus, tomó la decisión de evitar cualquier contacto directo con sus nietos, a los cuales sólo les llama por teléfono cada dos días y los volverá a ver físicamente hasta que termine la contingencia sanitaria.
(Melly Manzanero)