En Yucatán la leña es la principal fuente de energía para cocer los alimentos. Con el crecimiento de la población, este fenómeno está ejerciendo sobre los recursos madereros una presión inevitable que, con demasiada frecuencia, ha sido una de las causas de la destrucción de los montes.
Los datos que hay sobre el consumo de leña se basan en estimaciones principalmente, porque la mayor parte de la producción y del consumo de leña se realizan de manera local y no se cuenta con regulación en la materia, por lo que no existen registros.
De acuerdo al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los grupos indígenas, campesinos y en general el sector rural y semi-urbano utilizan crecientemente más leña proveniente de bosques naturales, por lo que en México el uso de madera para energía (leña y carbón vegetal) es muy importante.
Se estima que se utilizan en total unos 38 millones de metros cúbicos al año en el sector doméstico de autoconsumo, revela el PNUMA. La leña satisface las necesidades de energía para cocinar y calentar agua en los hogares de 21 millones de pobladores rurales y, por lo menos, 4.5 millones de habitantes urbanos que representan el 32 por ciento de los mexicanos.
Por lo anterior, el manejo no adecuado de este recurso energético tiene consecuencias sobre el ambiente como son: la desertificación, la erosión del suelo, reducción de los niveles de recarga de las cuencas hidrológicas, efectos nocivos sobre los ecosistemas y la emisión de contaminantes a la atmósfera.
La leña en las zonas indígenas campesinas es un recurso que se utiliza principalmente en el ámbito del hogar, así como en panaderías, tortillerías y en la producción de la artesanía de barro.
Por José Luis Díaz Pérez