Don Jesús Mézquita Burgos, a la edad de 10 años, empezó a reparar relojes gracias a que su padre don Víctor Ramón Mézquita Rodríguez le heredó este noble oficio.
En el año 1986 cuando el papá del relojero Jesús Mézquita falleció, éste tomó la iniciativa de continuar con el trabajo con el que fue criado.
En su relato, don Jesús recordó que tenía 10 años cuando su padre comenzó a mostrarle la técnica, “yo venía con él, mi papá trabajó más de 50 años en este mercado y me acuerdo como reparaba los relojes y a mí me gustó”.
"Empecé a hacerlo, él me enseñaba con mucha paciencia, desde entonces ya llevo más de 35 años trabajando como relojero, yo trabajo de la manera antigua porque ahora muchos trabajan con maquinarias que no le dan la reparación adecuada", comentó.
Mientras se daba la charla seguía reparando un reloj Orient automático tres estrellas.
"Por ejemplo esta reparación la hago manualmente, lo voy a desarmar todo y lavar pieza por pieza, y te puedo decir cómo se llama cada pieza, no sólo lo desarmo por desarmar, aquí lleva la volanta, la masa del automático, la platina del automático, brazos impulsores, baleros, también tiene el ancora que sirve para detener el automático, también tiene rueda del segundo, rueda del minuto, rueda de la hora, el trinquete que detiene la cuerda para que no se suelte, también tiene esta pieza que se llama tambor", así iba relatando paso por paso, muy apasionadamente, y recordó que ya son pocos los relojeros antiguos porque muchos solamente se dedican a cambiar las pilas.
También dijo que en el año 2001 fue candidato para presidente municipal, “pero me di cuenta que la política no funciona con la misma precisión que funciona las manecillas de un reloj por eso me alejé de ello”, aseveró.
Continuando con la entrevista, se le preguntó por el reloj de la iglesia el cual ya no funciona y comentó “le hace falta su mantenimiento antes había un patrocinador que pagaba el mantenimiento ahora ya no hay, el mantenimiento del reloj tarda tres días para que quede bien, luego cada tres días se le tiene que dar cuerda”; asimismo, dijo que para reparar dicho reloj tiene que subir 120 escalones y luego bajar otros 120 escalones lo que significa que no cualquier persona aguanta subir cada tres días a darle cuerda.
Así es como el guardián del tiempo, don Jesús Mézquita ha trabajado por tres décadas y media dándole vida a miles de relojes automáticos, de pila y de cuerda y cambiando extensibles y poniendo a la medida los brazaletes.
Por David Collí